The After - Episodio piloto (TV) (2014)

La premisa de "The After" es muy interesante: en un día cualquiera, sin previo aviso, las redes eléctricas dejan de funcionar y con ello se desata el infierno sobre la tierra. Chris Carter ("Expediente X") lo intenta pero no llega con su episodio piloto, ese en el que tiene la obligación de presentar a los personajes, dejar claro el punto de partida y generar un interés en el espectador, dejarle deseando lo que pueda pasar en el futuro. Si tenemos en cuenta además que [a fecha de publicación de esta crítica] no hablamos de una serie completa y que esto es un piloto de ventas (si funciona, Amazon financiará la temporada; si no, pasará como con el de "Zombieland"), las cosas se ponen aún peores. Carter se amolda a los juegos narrativos del nuevo milenio y al contrario de lo que hacía en su serie estrella, aquí prefiere fragmentar los puntos de vista y dejar varias puertas abiertas al modo de J.J Abrams y el resto de sus discípulos. Sirva la imagen que cierra el piloto (que no voy a desvelar) para entender a qué me refiero.

Como ocurría también en "La cúpula" (otra serie de buena premisa y muy irregular desarrollo, hasta donde la aguanté -media temporada-), aquí no hay personajes interesantes. Son clichés con patas: la atractiva aspirante a actriz, una mujer mayor para aportar ciertos conflictos al grupo de supervivientes, un preso fugado que busca redimirse frente a la sociedad tras ser falsamente acusado de un crimen, una policía ruda, etcétera. La idea de que todos guarden algo en común (once again, me guardo el spoiler) y que dé la casualidad de que coincidan en el mismo escenario es aceptable. No nueva; aceptable. Pero está muy mal llevada a cabo: ningún personaje cae bien, todos sueltan su frase de lucimiento de forma artificial, son como engranajes de una gran máquina a la que se han olvidado de engrasar. Carter falla así al generar cierta empatía, lo cual es rotundamente fallido cuando el objetivo es que veamos cómo interactúan entre sí los personajes y cómo sobreviven a esta situación apocalíptica. Si le sumamos que la realización (del propio Carter) es muy rutinaria (por mucho dinero que se hayan gastado en extras), que la crítica social es como poco, tosca, y que hay incoherencias para dar y tomar, tenemos un piloto flojísimo que no merece la pena. Su única virtud es que no se hace largo, y que Arielle Kebbel tiene su momento de desnudo gratuito.