Un trabajo y una película (2019)

Tampoco os voy a engañar, fui a ver esta película bajo la insistencia de mi amigo David que es amigo del actor protagonista (Pablo Rosal). Supongo que la mayoría de espectadores eran familiares, amigos y conocidos de los autores, pero puedo afirmar que no todos, ya que en la tercera fila estaba sentado un señor que lo voy encontrando habitualmente por todas las salas de cine. Debe estar jubilado y va a ver más pelis que nadie. Si la industria del cine se hunde no será por su culpa. Un aplauso para este señor.

Mis expectativas eran bajas porque las pelis experimentales se me pueden atravesar fácilmente, pero la verdad es que esta es entretenida y el rato se disfruta gracias a fotografías de gran belleza plástica y a sus varios juegos y exploraciones de la comunicación cinematográfica, todo con una corriente humorística latente que en ocasiones brota a primer plano.

Algo que he creído entender es que no hay nada que entender, así que ya entramos en el terreno de las paradojas propias de los sistemas autorreferenciales más o menos complejos. A todo esto se le debe sacar más partido si sabes de cine o teatro o poesía o semiótica o semántica o cosas así extremadamente interesantes e importantes para el género humano pero que no es mi caso.

Por lo que los autores dijeron después, que fue poco porque la gente no se animó mucho a preguntar, la película tiene un componente principal de crítica (si no queja o grito desesperado) sobre la tiranía de la imagen en la sociedad actual. Más no os puedo decir.

Gustará a: vigilantes de seguridad, post-industriales, sesudos
No gustará a: camareros, algún espectador egipcio, Sherlock Holmes