La princesa encantadora (1936)

Como, Elisabeth Amalie Eugenie von Wittelsbach, fue bautizada la linda niña que, el 24 de diciembre de 1837, nació en Münich en el hogar de Maximiliano y Ludovica de Baviera. Sissi -como la llamarían familiarmente desde pequeña- nació con la dignidad de duquesa y fue educada, al igual que sus hermanos, a cierta distancia de la corte, por lo que, viajar a caballo, se volvió para ella en un hábito cotidiano.

Como la típica madre cortesana, cierto día, su alteza Ludovica, se propuso llevar a su hija Helena -hermana mayor de Sissi-, a la corte de Austria, para que, el emperador Franz Josef I, la conociera y, quizás, la eligiera como su consorte. Helena y el emperador eran primos, y eso facilitaba las cosas para la ambiciosa madre. Pero, Ludovica, tuvo la ocurrencia de llevar también con ellas a la hermana menor… y el lío se armó en palacio cuando, al conocer a la bella quinceañera Sissi, el emperador de 31 años, quedó tan prendado de ella que nada quiso saber de Helena y, el 24 de abril de 1854, las campanas sonaron en palacio para celebrar un hecho que nadie imaginara.

La historia de Sissi fue tan interesante, que ameritó un libro que escribieran Ernst Décsey y Gustav Holm con el título “Sissys Brautfahrt”, y a su vez, éste sería convertido en una Singspiel (obra teatral con interludios musicales) con libreto de los hermanos Ernst y Hubert Marischka, la cual vería su estreno, el 23 de diciembre de 1932, en el Theater an der Wien de Viena, con ocasión de un nuevo aniversario del nacimiento de la emperatriz de Austria.

Este material, convertido a guion cinematográfico por el notable Sidney Buchman, fue el que se asignó al gran director, Josef von Sternberg, para proseguir con una carrera que ya había dado sus mejores frutos. Como película, “LA PRINCESA ENCANTADORA” sigue los pasos de la Singspiel austríaca… y aquí guarda su mayor debilidad, porque preserva ese cúmulo de canciones, bastante aburridas al día de hoy, aunque queda reconocer que, la soprano Grace Moore (¡demasiado mayorcita para hacer de Sissi!) tiene encanto y una hermosa voz.

No obstante, estamos ante un filme con altas dosis de comedia, y algunos personajes masculinos, en especial, el de Max (Maximiliano, duque de Baviera), encantadoramente interpretado por Walter Connolly o el del propietario de El buey dorado (¡un estupendo Herman Bing!), mantienen la historia en alto asegurándonos un rato delicioso.

Como suele esperarse en este tipo de comedias, la mirada a palacio será bastante benevolente, y tan sólo saldrá a la luz la manera como, para algunos, pesan más los intereses económicos y de clase que los sentimientos.

La secuencia que valida el título original -el emperador vestido de teniente deambulando muy campante en una feria, en compañía de Sissi- resulta muy bien lograda y, en definitiva, uno siente que brilla aquí el pulso de un admirable director, que hizo historia con grandes méritos y con unas obras inolvidables.

En 1955, el mencionado Ernst Marischka, iniciaría como director y guionista, la agradable trilogía sobre Sissi que protagonizaría Romy Schneider.

P.D. Hay muy claras diferencias entre un rey y un emperador, pues tiene, éste, mucho más poder que cualquier rey. Al ser, Franz Josef I, cabeza del imperio austro-húngaro, llamarlo rey, en el título original, fue bajarlo de categoría.