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El niño de Mâcon (1993)

El niño de Mâcon
122 min.
6,7
623
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Sinopsis
A partir de la representación de una pieza religiosa en un teatro de la ciudad de Macon, donde hay una especie de epidemia de esterilidad, durante 1650, una joven explota a su hermano pequeño a través de las donaciones que recibe. (FILMAFFINITY)
Género
Drama Siglo XVII
Dirección
Reparto
Año / País:
/ Países Bajos (Holanda) Países Bajos (Holanda)
Título original:
The Baby of Mâcon
Duración
122 min.
Guion
Fotografía
Compañías
Coproducción Países Bajos (Holanda)-Francia-Reino Unido-Alemania;
Links
Premios
1993: Festival de Cine Fantástico de Sitges: Mejor fotografía
"El material cinematográfico se vuelve un magma compacto y magnético entre la irrealidad y el duermevela"
[Diario El País]
6
2
Positiva
2
Neutra
2
Negativa
8
Feel the Greenaway Experience...
Desde su primera escena, Greenaway sienta las bases de lo que va a ser su película: un ángel tarado se columpia desde un andamio suspendido en el cielo mientras con su asqueroso, obsceno tartamudeo próximo a la arcada, nos advierte a hombres y mujeres que dejemos de divertirnos en la cama. Lo burdo del maquillaje y el atrezzo nos anticipa que lo que vamos a ver a continuación es una obra teatral de contornos indefinidos; lo elevado de su posición nos indica que será un auto sacramental, de temática religiosa; su tartamudeo y aparente debilidad nos habla de un Cielo moribundo, una época en la que los iconos divinos son creados con la misma facilidad con que son destruidos, y todo por no ser más que meros espejos de la condición humana; por último, la forma en que mete y saca esa convulsa lengua de su boca nos remite al sexo más sucio y a la pura depravación, temática que se mezclará con la religión en un cochino acto sexual durante y a través de toda la cinta, para darnos a entender que estamos ante un retablo de las más bajas perversiones humanas. Greenaway nos cuenta la misma película de siempre, pero esta vez está lo suficientemente cerca del cocinero y el ladrón que es capaz de cocinar una obra cuanto menos exquisita. Los actores de tamaña representación teatral se mezclan con los espectadores que asisten a la función en una amalgama de personajes que bullen por el teatro de la vida, que no es sino la representación de este mundo, unos siglos antes, en el que todos deseamos tener un papel digno de consideración.
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24 de 25 usuarios han encontrado esta crítica útil
7
Reliquias
Analogía cristiana donde realidad y ficción se confunden entre las candilejas. Es en este trabajo, donde mejor podemos apreciar la influencia del Barroco (momento en la historia donde la Iglesia debía de luchar contra las ideas vertidas durante el Renacimiento) en toda la obra de Greenaway.

Partiendo de la Natividad de Jesús, Greenaway realiza un barrido por la historia y el presente de la fe religiosa y/o pagana: madre virgen, adoración, muerte y en una de las últimas y mejores secuencias queda representada la eucaristía cristina:

<<Mientras estaban comiendo, tomó Jesús pan y lo bendijo, lo partió y, dándoselo a sus discípulos, dijo: Tomad, comed, éste es mi cuerpo.
Tomó luego una copa y, dadas las gracias, se la dio diciendo: Bebed de ella todos,
porque ésta es mi sangre de la Alianza, que es derramada por muchos para perdón de los pecados.>>

(Mateo 26:26-28)

Matizo al hablar de la fe pagana puesto que la religión católica es una suma de las creencias de otras religiones y supersticiones paganas de cientos de culturas. Las reliquias son quizá, lo más cercano que está la religión del paganismo y por ello, Greenaway abunda en ello (la misma fe y miedo, despiertan la máscara de la tribu zulú que un trozo de sábana Santa).

“El niño de Mâcon” es la representación de la vida: de sus miserias, sus miedos, sus falsas creencias y los profetas del momento. El director no quiere perder la oportunidad de, al mismo tiempo que juzga con dureza a la Iglesia, ridiculizar a la aristocracia de la época. Es repetitiva hasta la extenuación, pero no existe vida sin déjà vu, ni religión sin repetición.

Greenaway descoloca ocultando verdades, manipulando las barreras para que bambalinas y palcos se mezclen, o para que el público (nosotros) dejemos de ser público (como ocurre en la obra). Entonces... ¿a quiénes saludan los actores cuando dejan atrás el decorado?

Pero... ¿quedó atrás el escenario?
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13 de 14 usuarios han encontrado esta crítica útil
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