Les llamaban y les llaman dos sinvergüenzas (1972)

Spaguetti western, ya de lo setenta, que menos mal que se acerca bastante al espíritu del género de los sesenta. Es decir, sí hay comedia, al comienzo parece será una pequeña bufonada, pero poco a poco el western puro se va imponiendo, siendo su parte final meritoria en este sentido. Por ello deja un sabor de boca más que aceptable, sin ser un buen film, pero al menos se toma en serio a sí mismo, resultando entretenido en todo momento.
A ello ayuda su prestancia técnica, con una excelente fotografía a cargo de Joe D'Amato nada menos, luego muy peculiar realizador sobre todo de cintas con alto voltaje erótico. Y sobre todo, la presencia de una pareja que tiene buena química: el siempre simpático y eficaz Giuliano Gemma y el estoico George Eastman. Uno haciendo el tonto, siempre de broma (su personaje digo) y el otro serio y pensativo.
Lo cierto es que está bien, sobre todo por pasar del cachondeo al western serio, con esa pelea final en un pueblo abandonado, donde asistimos a un buen espectáculo de puro cine de acción.
No, no es una buena película, repito, pero va claramente de menos a más y al final está bien. Sin pasarse, pero muy decente.
¡Ah! Además se pasa bien el rato descubriendo minuto a minuto a pero que muy agradables intérpretes patrios (a pesar de ser una coproducción ítalo-francesa) e italianos que tantos buenos ratos nos han hecho pasar en este género y en otros.

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A la estela del éxito de taquilla, que no cinematográfico, de "Le llamaban Trinidad" (1970), hubo nuevas secuelas que se alargaron durante más de veinte años exprimiendo a la famosa pareja Hill-Spencer.
Hubo otros directores como Lupo que se dejaron de Trinidades y se quedaron con "le llamaban", California (1977) o los "dos sinvergüenzas" que aquí nos ocupan.
Nada nuevo bajo el sol. Otra pareja de graciosos con escasa gracia.
No hay guion sino un sencillo ir empalmando bromitas y golpes presuntamente divertidos entre puñetazo y puñetazo.
Lo resume muy bien el mejor personaje, un ex empleado de banca que atiende por Tresporciento cuando, ante la enésima gansada, exclama: "Tengo que reírme por esto".
Pues eso. Cinta floja que no recomendamos, aunque puede gustar a los amigos de Trinidad.