Tráiler (INGLÉS subtitulado en ESPAÑOL)
Ver 3 más- Sinopsis
- Cuando Frank y Amy se conocen gracias a un programa de citas que pone fecha de caducidad a las relaciones, pronto empiezan a cuestionarse la lógica del sistema. Episodio de la cuarta temporada de Black Mirror. (FILMAFFINITY)
- Género
- Ciencia ficción Romance Drama Episodio de TV
- Dirección
- Reparto
- Año / País:
- 2017 / Reino Unido
- Título original:
- Black Mirror: Hang the DJ
- Duración
- 52 min.
- Guion
- Música
Premios
El Sistema funciona
23 de enero de 2018
Leo por aqui algunas críticas que dicen que el mensaje de este episodio es que la compatibilidad en el amor no puede ser calculada por un sistema informático, que el amor se rebela ante el Sistema etc. Yo debo de haber visto otro capítulo, porque....
spoiler:
spoiler:
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143 de 150 usuarios han encontrado esta crítica útil
Los Accidentes no se pueden Programar
7 de diciembre de 2017
En el futuro cercano, viviremos en sistemas autocontenidos donde nos avisen que salirse de la norma es malo.
Tampoco querremos hacerlo: las estadísticas y aplicaciones de nuestro móvil nos dirán qué hacer, a dónde ir, cómo guíarnos y, si no nos dirán cómo respirar es porque para eso, al menos, nos bastamos.
Esa asistencia forzada no importará, porque al final de todo nos espera la máxima felicidad, siguiendo cada pasito marcado nos encontraremos con nuestro compañero ideal, aquel por el que hemos pasado tanto, y tendremos la seguridad de haberlo encontrado porque todo "lo establecido" no nos convencerá de lo contrario.
'Hang the DJ' no tengo claro si habla del presente o del futuro.
Aunque, más allá de eso, nos narra la historia de Frank y Amy, encontrándose porque un aparato les ha dicho que lo hicieran, comiendo una cena que ya estaba preparada y, para el remate final, consultando una fecha que les marcará lo que pueden esperar.
Una pesadilla ordenada que ellos intentan romper con risas nerviosas, comportamientos salidos de la norma, y un gesto que me sabe a gloria: cogerse la mano en la noche tardía, porque sí, porque la corta distancia entre las dos casi dolía.
Amy comenta que no sabe "cómo se apañaban antes para escoger un compañero para el resto de tu vida", y probablemente nunca te lo has planteado, pero algo tendrá que ver esa leve conexión con Frank.
Una pequeña rebelión a la norma, dentro del tiempo que se les ha dado, que se extiende como tinta derramada en dos almas que (sin querer, sin planear) se han tocado.
De entre todas las mentiras que te dirán en tu vida, la mayor podría ser "es así".
Que te tienes que conformar, que no te debes precipitar, que algo bueno te llegará, que momentos así habrá más.
Y te lo crees porque cuesta, claro que sí, armarse de valor para decirle a esa persona que te mueres de ganas de besarla, de despertarte con él o ella, y que no te importa conocerla de nada o no haber pasado un "tiempo aceptable" saliendo.
Amy habla de camas siempre ocupadas y corazones siempre a medio llenar, hasta que llega un momento que te rindes, aceptas y dices "sí, ese valdrá".
Frank, por su parte, cuenta una historia de conformismo, de deslizarse entre lo que no te gusta y lo que se te hace tolerable, donde todos te dicen que aguantes, "porque merece la pena al final".
Tocarse las manos nunca debería ser rendirse o aguantarse: debería ser quedarse despierto, extrañarse, desafiar las estadísticas hasta que la opción más visceral sea escaparse, juntos, a donde nada más importase.
Es una lástima que nos hayamos olvidado de ello.
Que pensemos que vale más tenerlo todo controlado antes que arriesgarse, simplemente porque nos creemos por activa y por pasiva que todo lo sabe la tecnología.
Pero ni ella puede predecir una discusión, un reencuentro o añorar un solo gesto, que en su simpleza ya ha expresado todo lo que se lleva dentro.
Así que vive, equivócate, sigue un impulso sólo porque tú, no un aparato, dices que "es así".
Y que ahorquen al DJ, porque nunca bailaremos la canción que nos ha dado.
Tampoco querremos hacerlo: las estadísticas y aplicaciones de nuestro móvil nos dirán qué hacer, a dónde ir, cómo guíarnos y, si no nos dirán cómo respirar es porque para eso, al menos, nos bastamos.
Esa asistencia forzada no importará, porque al final de todo nos espera la máxima felicidad, siguiendo cada pasito marcado nos encontraremos con nuestro compañero ideal, aquel por el que hemos pasado tanto, y tendremos la seguridad de haberlo encontrado porque todo "lo establecido" no nos convencerá de lo contrario.
'Hang the DJ' no tengo claro si habla del presente o del futuro.
Aunque, más allá de eso, nos narra la historia de Frank y Amy, encontrándose porque un aparato les ha dicho que lo hicieran, comiendo una cena que ya estaba preparada y, para el remate final, consultando una fecha que les marcará lo que pueden esperar.
Una pesadilla ordenada que ellos intentan romper con risas nerviosas, comportamientos salidos de la norma, y un gesto que me sabe a gloria: cogerse la mano en la noche tardía, porque sí, porque la corta distancia entre las dos casi dolía.
Amy comenta que no sabe "cómo se apañaban antes para escoger un compañero para el resto de tu vida", y probablemente nunca te lo has planteado, pero algo tendrá que ver esa leve conexión con Frank.
Una pequeña rebelión a la norma, dentro del tiempo que se les ha dado, que se extiende como tinta derramada en dos almas que (sin querer, sin planear) se han tocado.
De entre todas las mentiras que te dirán en tu vida, la mayor podría ser "es así".
Que te tienes que conformar, que no te debes precipitar, que algo bueno te llegará, que momentos así habrá más.
Y te lo crees porque cuesta, claro que sí, armarse de valor para decirle a esa persona que te mueres de ganas de besarla, de despertarte con él o ella, y que no te importa conocerla de nada o no haber pasado un "tiempo aceptable" saliendo.
Amy habla de camas siempre ocupadas y corazones siempre a medio llenar, hasta que llega un momento que te rindes, aceptas y dices "sí, ese valdrá".
Frank, por su parte, cuenta una historia de conformismo, de deslizarse entre lo que no te gusta y lo que se te hace tolerable, donde todos te dicen que aguantes, "porque merece la pena al final".
Tocarse las manos nunca debería ser rendirse o aguantarse: debería ser quedarse despierto, extrañarse, desafiar las estadísticas hasta que la opción más visceral sea escaparse, juntos, a donde nada más importase.
Es una lástima que nos hayamos olvidado de ello.
Que pensemos que vale más tenerlo todo controlado antes que arriesgarse, simplemente porque nos creemos por activa y por pasiva que todo lo sabe la tecnología.
Pero ni ella puede predecir una discusión, un reencuentro o añorar un solo gesto, que en su simpleza ya ha expresado todo lo que se lleva dentro.
Así que vive, equivócate, sigue un impulso sólo porque tú, no un aparato, dices que "es así".
Y que ahorquen al DJ, porque nunca bailaremos la canción que nos ha dado.
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126 de 152 usuarios han encontrado esta crítica útil
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