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El cebo (1958)

El cebo
96 min.
7,7
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Escena (ESPAÑOL)
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Sinopsis
Una niña aparece asesinada en el bosque de un pequeño pueblo suizo. Inmediatamente las sospechas recaen sobre el viejo vendedor ambulante que encontró el cadáver. Únicamente el comisario Mattei duda de su culpabilidad, pero se acaba de jubilar y deja el caso en manos de un compañero. Ya en el aeropuerto, a punto de despegar su avión, a Mattei le vienen a la mente algunos detalles contados por los niños de la escuela; decide entonces aplazar su viaje e investigar el caso. (FILMAFFINITY)
Género
Intriga Drama Policíaco Crimen Asesinos en serie Vida rural
Dirección
Reparto
Año / País:
/ Suiza Suiza
Título original:
Es geschah am hellichten Tag (El cebo)
Duración
96 min.
Guion
Música
Fotografía
Compañías
Coproducción Suiza-Alemania del Oeste (RFA)-España;
Grupos
Adaptaciones de Friedrich Dürrenmatt
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Premios
1958: Festival de Berlín: Sección oficial de largometrajes
"Obra maestra (...) Una película siniestra que sigue las andanzas de un asesino de niñas. Muy pronto, Vajda la convierte en un terrible retrato de la miseria, oculto bajo una trama policíaca que se nutre de gestos escabrosos."
[Diario El País]
"Excelente"
[Diccionario Espasa]
8
El rey de los alisos
Si vemos una escena, por muy encantadora que parezca, de un hombre adulto jugando con un niño, a solas, un niño cualquiera con el que no le emparenta línea de sangre alguna ¿no sentimos todos cierto tipo de inquietud...?

¿Cómo hemos adquirido esta clase de miedo?

Hay un famoso poema de Goethe narra el encuentro de un niño con el fantástico Rey de los Alisos, que le ofrece dorados palacios, hermosos juegos y extrañas flores y aunque al principio siente miedo de tan estrambótico personaje, adivinamos que acabará siguiendo el rastro de tan irresistible cebo; y al final...

"Al llegar a la casa con fatiga y con pena
En sus brazos el niño se encontraba ya muerto."

En "El cebo", el Rey de los Alisos es un ogro pederasta e infanticida cuyo cebo irresistible hace que las criaturas, con los ojos abiertos como platos, le sigan a solitarios bosques y tranquilas riberas, con la mansa confianza de los niños de hace muchos años, hijos de padres que aún dejaban la puerta de sus casas sin cerrar, que confiaban en la amabilidad de los desconocidos, que jamás hubieran concebido que existieran hombres que pudieran sentir algo más turbio que el instinto lógico de proteger a sus críos.

Pero este Rey de los Alisos pertenece a una categoría que nadie podía imaginar entonces: el hombre que jamás debió de dejar de ser niño. Seres como él existen, porque la inocencia y la monstruosidad a veces conviven a ambos lados de la frontera de la locura. Fue él y otros que se le parecieron a lo largo de la historia, quienes determinaron la evolución de los grandes miedos sociales. "El cebo", al igual que otra película muy similar, "M, el vampiro de Düsseldorf", deconstruye el thriller en torno al terrible despertar de un mundo ingenuamente dormido. Y casi resulta, de una manera que mezcla extrañamente lo pragmático con lo poético, una elegía sobre la muerte de la inocencia.

“¿Oh, padre, padre mío, no oyes lo que me ofrece
Hablándome muy quedo el rey de los alisos?”
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110 de 126 usuarios han encontrado esta crítica útil
9
Pata negra
No me considero ningún experto en jamones, os lo aseguro, pero si me viera obligado a calificar la peli de Vajda en términos gastronómicos, no me cabría la menor duda: “El cebo” es un jamón ibérico exquisito. No sé si de cebo o de recebo. Tampoco sabría discernir si procede de Guijuelo o de Trévelez. Lo único que sé es que a mi me supo a pata negra. A auténtico pata negra. Con su grasita, su puntito justo de sal y su delicioso sabor. Mmmm..., excelente.

Y aunque justo la vi ayer noche, esta mañana seguía relamiéndome los labios. Como un autómata. De poco sirvió que me hubiera cepillado enérgicamente los dientes antes de acostarme. La persistencia de su aroma me embriagaba y me recordaba que, posiblemente, acababa de visionar el mejor thriller de la historia del cine patrio. Una historia muy bien contada que me atrapó a los cinco minutos y que me obligó a pellizcarme los brazos durante todo el metraje. ¿Seguro que es española? ¿Se habrán equivocado los gerifaltes de la página al colocarle la banderita rojigualda junto al título? ¿Dónde se esconde el dramón, la risa tonta, el ramalazo folklórico, el espíritu cañí...? Mi única referencia sólida, Ladislao Vajda (el de “Marcelino, pan y vino”), no era demasiado esperanzadora, pero muy pronto mis prejuicios iniciales se fueron a tomar por saco. Me encontraba ante un macabro cuento que, lejos de adornarse y pugnar por parecer relevante, se limitaba a narrar con insólito pragmatismo y encomiable agilidad la búsqueda de un sanguinario asesino de niños. Una logradísima combinación entre “Caperucita y el lobo” y “M, el vampiro de Düsseldorf” que me encandiló mucho más que esta última (sí, lo sé: he blasfemado) y que, pese a una leve pérdida de intensidad en su tercio final, logró contagiarme ese clima de angustia y desasosiego tan genuinamente hitchcockiano.

Me sorprende, en cualquier caso, la escasísima repercusión que ha tenido un film como “El cebo” a lo largo de su más de medio siglo de existencia. Y es que resulta chocante que se sepa tan poco de una peli que, sin rasgarnos las vestiduras, podríamos situar al nivel de “El verdugo”, “Calle Mayor” o “La caza”. No he indagado al respecto, la verdad, pero me imagino que su localización y su reparto (eminentemente helvético) no invitaba precisamente a que las autoridades del régimen la promocionaran a bombo y platillo... ¿me equivoco?
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84 de 114 usuarios han encontrado esta crítica útil
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