Dulcy (1930)

Escrita por George S. Kaufman y Marc Connelly, “Dulcy” (de Dulcinea, la arquetípica mujer idealizada pero singularmente tontucia, surgida de la maravillosa pluma de don Miguel de Cervantes) fue una comedia en tres actos publicada en 1921, cuya idea surgió de un divertido y famoso carácter creado por el periodista Franklin P. Adams, cuya principal particularidad es que se mantenía citando frases cliché del estilo:”Ríe y el mundo reirá contigo”, “No hay nada como el hogar”… característica que ya habíamos visto en el personaje que Marion Davies interpretó en “The patsy”.

La obra, protagonizada durante su estreno en la escena por Lynn Fontanne, fue llevada primero al cine, en 1923, con Constance Talmadge como protagonista, y ahora, con la llegada del cine sonoro, la MGM ha querido aprovechar de pleno su delicioso y provocativo lenguaje, y es este el tercer y último encuentro del director King Vidor con la graciosísima actriz Marion Davies, para una comedia que resulta muy bien actuada y bastante divertida.

Todo comienza en una “soleada” tarde en California, cuando en compañía de su prometida Dulcy Parker, el empresario en ciernes, Gordon Smith, espera con gran esperanza la llegada del señor Charles Roger Forbes, confiando en que se fusionará con él para sacar adelante su empresa y poder así llevar a cabo su matrimonio.

Pero Dulcy –colmada de amabilidad y de buenas intenciones- es una cotorra irredimible, se torna empalagosa con sus insistencias y resulta improcedente cuando se reclama prudencia… y de paso, ha resuelto mostrar como mayordomo a un ex-presidiario y como amigos de la familia a un regular pianista, fanático del golf y a un guionista de Hollywood que solo busca seducir a la hija del preciado visitante.

La historia resulta fresca y colmada de agradables situaciones. Los personajes son encantadores por donde se les mire y todo estaba dado para que King Vidor sumara a su filmografía otra comedia inolvidable.

Lo que resulta bastante extraño en la copia a la que he logrado acceder, es que pareciera que, al terminar el rodaje, Vidor la hubiera pasado a la sala de edición y allí se la hubieran entregado a una joven principiante (fue una mujer la editora) para que hiciera lo que pudiera, sin que él ni nadie la supervisaran luego. Estábamos en los inicios del cine parlante, y la continuidad sonora junto a los insertos de primeros planos, lucen como la labor de un novato haciendo su primera película… y de no enterarse uno que, en el crédito como director figura el gran King Vidor, jamás imaginaría que este filme lo hizo el mismo autor de grandes títulos como “Vida bohemia”, “Y el mundo marcha” o “Aleluya!”.

Pero amén de esta situación que, en las escuelas de cine, serviría para demostrar que la edición en una película es tan relevante como el adecuado uso de la puntuación y de las pausas en un escrito, “DULCY” consigue hacernos el rato bastante agradable, con una Marion Davies a quien la terquedad de su amante en la vida real -el magnate William Randolph Hearst-, impidió que siguiera siendo la magnífica comediante que demostró que era, porque él quería verla en papeles "serios”, “como toda gran actriz”.

Muy grato también, ver al excelente guionista Donald Ogden Stewart (”Holiday”, “Love affair”, “Keeper of the flame”…) haciendo su única actuación en el cine (¡debieron ser muchas más!) con un personaje, Van Dyke, que resulta encantador y sorprendente. Y necesario exaltar a Franklin Pangborn, magnífico como Vincent Leach, el “elocuente” guionista con pinta de butterfly, pero ávido de “pasar por las armas” a la joven Angela.

Creo que un reestreno de "DULCY", hecha la debida restauración, sería más que justo con un director tan grande como lo fue King Vidor.

Título para Latinoamérica: “MOSQUITA MUERTA”