La bañera (1989)

En clave de thriller, Garay construye una historia que funciona de mitad de película en adelante. Antes, ni sabemos a que juegan ni sabemos hacia donde van. Y no es que el género en sí se preste a ello. Creo más bien, que el thriller surgió como de casualidad. Y por ello la película se resiente hasta que las claves del género quedan expuestas.

Garay decía que la película, más que thriller, hablaba de fantasmas. Si entendemos fantasmas como el halo de misterio y sentimientos que deja una persona al “desaparecer” de nuestra vida. Cuando su existencia sólo queda, embriagando la nuestra.

Pero estamos en lo de siempre. Productores y manos ajenas buscan que el producto salga rentable (aunque la película finalmente fue estrenada dos años después en un sólo cine de Barcelona) y por ello trasforman una pequeña historia de incestos y obsesiones en un thriller anodino más. Y ahora se preguntarán ustedes ¿pero no ha dicho que la película sólo funciona cuando acomete el thriller? Pues sí, pero sólo porque al final su montaje está supeditado al género.

Pepe Munné me parece que está fatal. Es con diferencia la peor interpretación de la película. No encuentra el tono y así, es difícil que el espectador pueda ser partícipe de la historia.

Existen ciertas claves u homenajes en esta película. La más patente, es “Terciopelo Azul” (David Lynch, 1986). En la escena en cuestión, Alcañiz está esposada en una cama intimidada sexualmente por un gran Josep María Pou. Estética y técnicamente la escena nos recuerda mucho a ciertos momentos de la película citada, pero Garay, también guionista, nos introduce una sarta de diálogos tontorrones sobre armas sin ton ni son que para más inri encontrarán réplica en otras escenas de la película.

La ambientación de la bañera (pieza evidentemente clave en este thriller), su habitación y el edificio es lo más logrado de toda la película. Iluminación y decorados juegan un papel de sugestión importante en el espectador.