Fort Defiance (1951)

". Lo siento por él, era un gran hombre, no tenía apego a nada, sólo a su lealtad".

Grata sorpresa la de este western de indudable serie B, pero bien realizado e interpretado, que además cuenta con un más que interesante guión de Louis Lantz, con excelente introspección psicológica de los diversos personajes (bueno, los más importantes).
Rica en detalles y con estimables diálogos, como cuando el co-protagonista insta al segundo de los malos a que firme un pagaré por su rancho a nombre de su jefe:

"- Firma este papel de compra en nombre de tu jefe.
- ¿Y qué se supone que va a comprar?
- Mi rancho.
- Ese rancho no vale nada.
- Te daré una pista: vale lo mismo que tu vida".

Lo cierto es que a cada minuto que pasa el interés se acrecienta, resultando durante todo el metraje muy entretenida y vistosa.
Con ritmo sostenido, el argumento se sigue con ganas y al final deja un muy buen sabor de boca.
Merece la pena y es un gusto ver al gran Ben Johnson, aquí muy joven, pero en plena forma interpretativa.
Como curiosidad, decir el color es del sistema Trucolor, que queda bien en televisión, al menos en esta ocasión.

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Fort Defiance es un muy correcto western, inédito en España, dirigido por John Rawlins, hombre para todo, afincado en el género de aventuras, pero correcto y servicial en cualquier modalidad. Le sale una película apañadita, con un traidor con causa, un hermano ciego, un dudoso vengador, y hasta una señorita de muy buen ver al que han expulsado del pueblo por lo que todos sabemos. Estos cuatro personajes se buscan y se encuentran, hasta que los indios les rodean y llega la hora de la verdad. Dane Clark fue siempre un actor raro, con un físico muy peculiar, que le permitía transitar del héroe al villano sin despeinarse. Corre por ahí una peli muy rara, titulada Gunman in the Streets, firmada por Frank Tuttle, que es la versión en inglés de ¡Acorralado", con la hermosa Simone Signoret, rodada en Francia, donde compone el personaje de un gangster sanguinario con notable fuerza y mala uva. Ben Johnson sale guapo y joven, muy competente en su cometido, y da ternurita ver a Peter Graves de hermano ciego, antes de liarse la manta a la cabeza y acabar en Misión: imposible (la serie). En cuanto a Tracey Roberts, pelirroja curvilínea y apetecible, fue una notable profesora de interpretación, mujer independiente adelantada a su época, glosada incluso por Anaïs Nin, quien le dedicó uno de sus libros.
Rawlins dirige con brío y filma escenas de acción potentes de ritmo y energía, con la complicidad de Stanley Cortez a la fotografía y el omnipresente Paul Sawtell a la música. La cinta fue rodada en algo llamado Cinecolor, y la copia que nos sirvió la 2 se veía bastante desvaída.
En definitiva, un título que los aficionados sabrán paladear.