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Primavera en Akitsu (1962)

Primavera en Akitsu
107 min.
6,2
74
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Trailer (JAPONÉS)
Sinopsis
Una joven que trabaja en unas aguas termales salva a un estudiante que quería suicidarse. Éste se enamora de la chica, encontrando un motivo para vivir. (FILMAFFINITY)
Género
Drama
Dirección
Reparto
Año / País:
/ Japón Japón
Título original:
Akitsu Onsen
Duración
107 min.
Guion
Música
Fotografía
Compañías
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7
La angustia del amor
Usando de modelo las termas de Okutsu, donde pasó parte de su infancia y juventud, Shinji Fujiwara publicó en 1.948 "Akitsu Onsen", una historia romántica tan bella como dolorosa...

Y con tan solo 27 años ganó una popularidad que seguramente no esperaba, conduciéndole al aplauso de la crítica y marcando para la posteridad sus futuros trabajos (si bien es un hombre que demostraría talento a la hora de inmiscuirse en los más diversos estilos literarios); se necesitaría más de una década para que esta temprana obra maestra de su longeva carrera fuese llevada a cines. Se produce en un momento en que Shochiku es la apuesta segura para un género concreto: el melodrama; entonces Mariko Okada es una actriz joven, pero ya ha logrado una fama sin igual entre sus compañeras de profesión.
Mudándose a la casa de Ozu tras su salida de Toho, colabora sin descanso con algunos de los más importantes directores de la época, y para conmemorar la que sería su 100.ª aparición en pantalla aprovecha su prestigio y ejerce de productora con la idea de adaptar el libro de Fujiwara. Persuade a Yoshishige Yoshida, enamorado de ella en secreto y que con tan solo tres películas realizadas tiene todas las posibilidades de convertirse en una de las voces más importantes de la Nueva Ola en la década. Se produce así el milagro.

Si Mizoguchi alcanzó la perfección junto a Kinuyo Tanaka y Masumura halló la total expresión de su talento a través de Ayako Wakao, el joven cineasta encuentra en Okada a una musa arrebatadora con la que podrá transmitir todas las emociones que sus dramas requieren. La historia empieza en un Japón destrozado y martirizado por la guerra, a la cual le queda muy poco para terminar; aquél no esconde su espíritu izquierdista al presentar de un modo repulsivo a los militares nipones y tratar con una mirada ácida y mordaz el falso orgullo de la nación y el emperador (éste fue uno de los primeros films que se burló del ininteligible mensaje de Hirohito anunciando la derrota).
Sin embargo esta no es una historia de carácter político radical como futuras obras del nativo de Fukui, sino de un encuentro, también milagroso a la par que terrible, entre dos jóvenes en las termas de Akitsu en mitad de ese periodo histórico agitado y oscuro. Shusako (encarnado por Hiroyuki Nagato, uno de los actores más conocidos del momento) se cruza de manera fortuita en la vida de Shinko; desde ese preciso instante la pulsión de muerte de uno choca con la pulsión de vida de la otra, unos Eros y Thanatos reencarnados, pero también condenados a sufrir eternamente por ello.

El guión del mismo Yoshida incide de una forma profunda, como nunca antes había hecho, en la pasión que nace entre los protagonistas; sin embargo éste, experto en manejar historias marcadas por la fatalidad y el devenir del amargo destino, prohíbe la unión de esas dos almas que sólo son capaces de mostrar sus verdaderos sentimientos cuando están juntas. Pero Shusako acaba definido por una repelente desafección y apatía, como la mayoría de hombres del cine de Yoshida; su avance es deambulatorio y presto a la degeneración, nunca explicándose (un tremendo error) la causa de su abandono de Akitsu, donde llegó guiado de manera providencial.
La posada termal se figura como un lugar congelado en el tiempo y separado de todo rastro de civilización, que continúa evolucionando a base de guerras y crecimiento industrial. Un lugar, para Shusako, donde poder volver con el objetivo de renacer y a la vez de morir, de recuperar un atisbo de pasión, de sentir de nuevo no el amor, sino el anhelo del mismo a través de un consciente ritual de dolor y sufrimiento; así la trama se sustenta por entero en los breves encuentros que ambos amantes tendrán con el paso de los años, mientras él se encomienda a una existencia mediocre y corrupta fuera de allí y ella permanece encerrada como la divina deidad de ese entorno bucólico.

Yoshida aprovecha los intensos colores de la fotografía del genio Toichiro Narushima para plasmar la belleza de los entornos naturales y de Okada, fundida en ellos, cuyo rostro brilla con la misma intensidad que el de las flores de cerezo que bordean las termas; a base de una puesta en escena rica en detalles y marcada por una aterciopelada sensualidad de las figuras de estilo que distinguen al cine de Shochiku, aquél, muy influenciado también por el romance europeo, zurce los pliegues de un melodrama fatídico y grandioso, magnificado por la conmovedora partitura de Hikaru Hayashi, quien logra uno de sus más recordados trabajos.
Cristalizan estas virtudes de mejor manera durante todo el clímax, absolutamente desgarrador, pues el cineasta se afirma en la parábola del amor fatal y angustioso, finalmente sacrificial, completada con un ciclo de encuentros y desencuentros que son asimismo un peregrinaje por los distintos periodos de la Historia y la sociedad de Japón; por desgracia no se profundiza en las numerosas subtramas, presentadas de un modo leve e incompleto, quedando sin resolver, y con numerosos secundarios tratados desde la distancia y la indiferencia (en especial la esposa de Shusako y la madre de Shinko, que demandan más peso y atención...).

Esto provoca que "Akitsu Onsen" resulte irregular en sus descripciones y trato del paso del tiempo, que de ningún modo afecta a sus personajes (ni física ni emocionalmente), ya que la desafección en la que se refugian en solitario es demolida en sus encuentros con ebulliciones de grandiosa pasión romántica.
Pese a todo no empañó su carrera fílmica, la cual se saldó con una de las mayores recaudaciones que gozara Shochiku en la época; más allá del éxito, Yoshida encontró el amor de Okada y su total entrega como diosa de su cine, pese a que ella consideró seriamente retirarse tras esta película. La pareja se uniría al año siguiente en un matrimonio que dura hasta nuestros días...
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3
Una historia de amor muy poco convincente
"Akitsu onsen", literalmente, "los baños termales de Akitsu", es una de las películas más taquilleras de toda la historia del cine japonés, y es la primera colaboración de Mariko Okada con el director, Yoshida; ambos se casarían poco después y harían juntos más películas, entre las que seguramente se podría encontrar algún título interesante.

No es el caso, por desgracia, de esta película de 1962, un melodrama cuya acción transcurre entre 1945 y 1962 y que trata la intermitente historia de amor entre una joven llamada Shinko (Mariko Okada) y un chico enfermo de tuberculosis, Shusaku Kawamoto (Hiroyuki Nagato). El guión está lleno de fallos e incongruencias, o a lo mejor es que yo he visto una copia incompleta a la que le faltaba algún rollo, pero el caso es que hay cosas que no se explican, por ejemplo, cómo, dónde y cuándo conoce Shusaku a la mujer con la que luego se casa, y al hermano de su mujer, que es escritor. Tampoco se explica desde cuándo Shusaku es también escritor, o qué escribe. Menos aún se explica que Shusaku deje a Shinko en el camino con una navaja en la mano, al final, o que estos dos amantes intermitentes hagan el amor por primera vez diez años después de conocerse. Es, en general, una historia de amor torturado muy poco convincente, anticuada y aburrida, y muy fría, sin emoción, que es lo peor que se puede decir de una historia de amor. Okada es buena actriz, y bastante guapa, pero Nagato es un actor muy anodino, sin ninguna presencia física.

Los únicos elementos positivos de este largometraje son los escenarios naturales y la fotografía en color. Lo demás es muy decepcionante.
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