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Motín en el pabellón 11 (1954)

Motín en el pabellón 11
80 min.
6,7
462
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Disponible en:
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Sinopsis
Tras salir de prisión, donde cumplió una condena por haber disparado contra un presunto amante de su esposa, el productor Walter Wanger se propuso hacer una película sobre su experiencia carcelaria. Un grupo de presidiarios se amotinan y se les une la mayoría de los presos, que toman como rehenes a numerosos guardia. Su intención es protestar contra las infrahumanas condiciones de vida que tienen que soportar. (FILMAFFINITY)
Género
Drama Drama carcelario
Dirección
Reparto
Año / País:
/ Estados Unidos Estados Unidos
Título original:
Riot in Cell Block 11
Duración
80 min.
Guion
Música
Fotografía
Compañías
Links
Premios
1954: Premios BAFTA: Nominada a mejor película y actor extranjero (Neville Brand)
1954: Sindicato de Directores (DGA): Nominada al Mejor director
7
DINÁMICA Y ESTÉTICA DEL MOTÍN
Seguramente la mejor película que realizó Siegel en sus inicios como director junto con "La invasión de los ladrones de cuerpos", la presente cinta nos relata un motín carcelario en el que los presos tratan de mejorar sus condiciones de reclusión.

En otras ocasiones los dramas carcelarios se centran precisamente en las penalidades y vejaciones sufridas por los presos, pero en este caso Siegel elude tal opción, prefiriendo centrarse en el desarrollo del motín y en las dinámicas internas y externas que este produce, tanto entre los reclusos como entre las autoridades; las duras condiciones no se nos muestran y sólo sabemos de ellas de modo indirecto, a través de las peticiones de los presos ("Aire para respirar, más luz para ver...", etc).

Pronto se dibujan las mencionadas dinámicas internas y externas; en ambos casos se basan en el enfrentamiento entre un sector duro y otro blando, de modo que aquéllos presos que tratan de forzar la negociación (Dunn y "El Coronel") se ven obligados a coexistir con los que apuestan por la fuerza y la violencia (Carnie). Igualmente, en el exterior, las autoridades se debaten entre la postura negociadora (protagonizada por el Alcaide) y la solución intransigente (encarnada por Haskell). Toda la carga dramática del filme reposa en esos dobles enfrentamientos, que hacen oscilar la narración entre la espera y la tensión desatada.

En cuanto a la estética, con unos toques iniciales de corte documental, es uno de los aspectos más logrados de la película, cuyos planos enfatizan la longitud y sordidez de los corredores, al tiempo que captan perfectamente la profundidad de campo, hábilmente empleada con fines dramáticos (véase el plano en el que los presos se precipitan hacia un teléfono, o un travelling que sigue a un recluso mientras corre, etc). Siegel demuestra ya su gran capacidad para rodar secuencias de acción, como queda de manifiesto en las escenas en las que los presos toman los patios, en plena furia desatada; el dominio del que hace gala el director en los movimientos de masas y en la captación de los espacios hacen de estas secuencias las más espectaculares del filme.

A todo ello se añade un correcto guión y unas estupendas interpretaciones a cargo de un gran número de secundarios, todos ellos creíbles y acertados, destacando la interpretación de Neville Brand como el recluso Dunn, líder de los amotinados y encarnación de su destino.
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10 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
7
ALGÚN DÍA NOS PEDIRÁN EXPLICACIONES
Película de denuncia sobre las miserables condiciones de los presos en las cárceles de EEUU en los años 50, bien dirigida por el notable y valiente Don Siegel. El hábil director estadounidense pone el dedo en la llaga sobre un tema incómodo y que, desgraciadamente sigue de actualidad, del que nadie quiere oir hablar y en el que los máximos responsables se llaman andana y si te he visto no me acuerdo. Pero no puede ser que el que roba una salchicha para comer comparta celda, pabellón o patio con un asesino reincidente o con un drogadicto o con un psicópata. Tampoco hay derecho a las condiciones inhumanas de muchas cárceles en el mundo. No sé. Tal vez los responsables de estas destrucciones humanas, un día, se den cuenta, de que Dios les pedirá cuentas de su desidia, indolencia, crueldad, etc.
Siegel, en su película, maldice a estos tipos. Lo hace con sutileza. Le basta un plano del tipo tranquilo en su cálido hogar con su batín y sus pantuflas. Dejémosle ahí. Con el resto no toma partido, sólo narra los hechos. El coherente y sobrepasado por las circunstancias alcaide de la prisión lo dice bien claro: " hay presos buenos y presos malos, como policías o dirigentes los hay también buenos y malos". Siegel, con crudeza, muestra los desvaríos del preso loco pero también los del delegado del gobernador. Hay luchas internas entre los presos y luchas internas en la cadena de mandos de las instituciones gubernamentales. Las familias sufren en ambos bandos. Y, al final, un perdedor por cada bando: el alcaide y Dan. No han conseguido nada. Bueno sí. Probablemente ambos sean juzgados con benevolencia.
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9 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
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