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Solo Dios perdona (2013)

Solo Dios perdona
89 min.
5,2
14.719
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Sinopsis
En Bangkok, el joven Julian, un fugitivo de la justicia estadounidense, dirige un club de boxeo tailandés que actúa como tapadera para tráfico de drogas. Su madre, jefa de una poderosa organización criminal, desembarca procedente de Estados Unidos para repatriar el cuerpo de su hijo favorito, Billy: el hermano de Julian ha sido asesinado tras haber violado y matado salvajemente a una joven prostituta. Llena de odio y deseo de venganza, su madre exige a Julian la cabeza de los asesinos, por lo que éste deberá enfrentarse a Chang, un extraño policía jubilado, muy respetado y querido por sus ex-compañeros. (FILMAFFINITY)
Género
Thriller Drama Mafia Neo-noir Crimen Venganza
Dirección
Reparto
Año / País:
/ Francia Francia
Título original:
Only God Forgives
Duración
89 min.
Guion
Música
Fotografía
Compañías
Coproducción Francia-Dinamarca;
Links
Premios
2013: Festival de Cannes: Sección oficial largometrajes a concurso
2013: Festival de Sitges: Mejor fotografía
5
Pinchazo
Pues lo que te iba diciendo, iba Nicolas Winding Refn conduciendo su deportivo por una calle que él conocía muy bien, Camino Cool. Apenas prestaba atención a la carretera, pues se la sabía al dedillo. Pero se aburría de ir otra vez por el mismo sitio, así que se desvió por la Calle Kim Ki Duk, cogió la Rotonda David Lynch y la abandonó por la salida que le llevaba a la Vía Onírica.

Decidió sacar de la guantera un CD en el que estaba escrito en rotulador rojo: "Del Cliff Martínez pa'l NWR. Brothers Forever". Tres pistas de sintetizadores inundaron el subwoofer y una lluvia de neones cayó sobre la ciudad. Él iba a 200 km/h pero los transeuntes le veían pasar a cámara lenta, para que pudieran apreciar como las sombras que se proyectaban en su rostro perfilaba sus rasgos. Todos querían ser tan guays como él.

Por fin llegó a la Vía Onírica y apenas avanzó 10 metros (2 kilómetros en la escala NWR) cuando tuvo un pinchazo que le hizo empotrarse contra una tienda de relojes de diseño taiwanés. Tuvo la decencia de no cargarse ninguno para no fastidiar la simetría de la escena. Se quedó mirando al infinito tres cuartos de hora y decidió que había que cambiar la rueda. Se giró hacia su copiloto, Ryan Gosling.

"Ayúdame".

Ryan Gosling dijo que por supuesto e instantáneamente hizo el gesto de quitarse el cinturón para bajarse del coche, pero NWR clavó en él su mirada y Ryan Gosling la interpretó acertadamente: "Las reglas".

A saber:

- No pronunciar más de 20 palabras por escena.
- Tragar saliva cada 5 palabras como quien se traga un litro de mayonesa.
- No pestañear.
- Mirar al infinito tres cuartos de hora antes de hacer cualquier cosa.
- Poner siempre la misma expresión. Ya sea ante tu madre apretando su mejilla contra tu entrepierna, ya sea observando a una pilingui hacer cosas de pilingui, ya sea cayendo de un rascacielos vestido de gitano con un tiburón mordiendote los dedos de los pies.

Mientras Ryan y NWR abrían el maletero, Kristin Scott Thomas bajó de un asiento trasero, encendió un pitillo, se lo fumó y encendió otro porque el bueno de Ryan aún estaba levantando el capó en tiempo-bala. Había pasado por el taller de chapa y pintura de Brazzers, sección MILF's.

- "No habéis traído rueda de repuesto". Dijo Kristin.

NWR esperó a que un semáforo cercano se pusiera en rojo para que proyectara su haz de luz sobre el rostro de Ryan. Solo entonces le hizo una señal para que hablara.

- "Es verdad". dijo Ryan.

Entonces NWR lo entendió todo. Había conducido por la Vía Onírica como si fuera por el Camino Cool que tan fácil le resultó en Drive. Pero no solo eso. Con Drive sí llevaba una rueda de repuesto, una historia simple pero potente. Con Only God Forgives solo llevaba un deportivo, muy bonito por fuera, pero no aguantaba una revisión.

Del otro asiento trasero salió Vithaya Pannosequé. Se llevó la mano a la espalda y sacó por encima de su cabeza un micrófono.

- "¿Canto ya?"

NWR le dijo un "No" rotundo el cual se arrepintió de pronunciar al instante. Había sido demasiado conciso. Tres cuartos de hora mirando al infinito hubiera resultado una respuesta más apropiada.

Derrotado, NWR miró a cámara, cerró los ojos e inspiró profundamente. Para entonces ya había amanecido y su sombra se proyectaba sobre un reloj de diseño, que ya que están ahí, habrá que sacarlos. Sin previo aviso, soltó un gapo de categoría superior. Se dirige a nosotros, los espectadores.

Vemos en slow-motion como la masa viscosa iba cambiando de forma armónicamente mientras describía una parábola perfecta entre luces de neón, sombras y el sintetizador de Cliff. Una amplia gama de colores eclécticos se reflejaba en el exputo que seguía cambiando lentamente de forma como buena sustancia multiforme. Ryan aprovechó que NWR no le miraba para pestañear. El escupitajo nos dio de lleno en la cara.

- "¡Me has tirado un gapo!". Dijimos.
- "Pero, ¿a qué ha sido bonito?". Contestó NWR tres cuartos de hora después.

Bajamos la cabeza y asentimos. Sus babas aún colgaban de nuestras mejillas.

Y entonces NWR hizo una señal y Vithaya Pannosequé comenzó a cantar.
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241 de 319 usuarios han encontrado esta crítica útil
9
Deudas sin saldar
Película deudora de los mimados planos y de los ritmos a los que acostumbra Wong Kar-Wai (sus luces de neón en 'In the mood for love' -las secuencias del pasillo con luz roja de burdel- y la afición por los espejos), el halo onírico siempre subyacente en el Lynch más enfermizo y que nos transporta directamente a la psycho del personaje principal, en este caso Julian, y a su inestabilidad emocional interior (el pasadizo-laberinto por el que vaga el protagonista abriendo y cerrando puertas, entrando y saliendo de habitaciones donde irá haciendo frente a las turbaciones presentes en su vida) incrementado por una base instrumental lóbrega además del gesticular lento y de coreografía del personaje redentor de la cinta; el Policía –una de las figuras, recordemos, encargadas de hacer acatar la ley en la Tierra-). Todos estos elementos convergen, también, con un gore directo y sin tapujos que puede recordar al Tarantino más subversivo (la escena del karaoke o la posterior al "Do you wanna fight?", que bien podría estar sacada de 'Kill Bill', asemejándose a una escena de un videojuego).

A pesar de ser un director con mucha sangre fría y que tiende a sortear los excesos emocionales, la meditada construcción de los tres personajes principales (esto es: Julian, la madre -una impresionante Kristin Scott Thomas- y el Policía) hace que sea ésta, quizás, la mayor diferencia con respecto a su anterior producción, “Drive” (2011), pues en esta ocasión el director nos ofrece una historia sólida, de personajes definidos y cuyos escabrosos detalles se contarán, en su mayoría, por omisión e inferencia del espectador.

Pero, desde luego, el personaje más logrado es el de Julian, maravillosamente bien construido. No teniendo apenas diálogos en toda la película, su personalidad se va construyendo y caracterizando por lo que calla -y oculta-.

(El meollo del asunto en el spoiler)
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