Pistolas cargadas (1948)

Un garito de dados en Norton Ville. Se apaga la luz eléctrica, suena un disparo y cae muerto el jugador que estaba ganando. No hay duda, el culpable es Larry Evans cuya pistola estaba en la mesa de juego, es la que se disparó y era uno de los que más perdía.
Y huye a caballo, claro. Pero tiene la suerte de tener una bellísima hermana, Mary (Britton), y que por allí anda con su guitarra un pistolero bueno, Gene Autry (Autry), al que "Vuelven loco las damiselas con problemas".
Ni pensar en entregarse al sheriff Cramer (Wills), "Con un juez Linch en el tribunal". Se trata entonces de averiguar quién fue el verdadero asesino y los motivos que tuvo, mientras consiguen esquivar a los perseguidores que andan locos por linchar al pobre Larry.
Un historia sencilla de pesquisas policiales en tono menor, desarrollada sobre un guion más preocupado por "meter" las canciones de Autry (hasta siete canta) que por agilizar la trama.
La copia que hemos visto es de pésima calidad, con la pantalla en continuo parpadeo.
Técnicamente es una cinta floja, sobre todo porque tiene la estructura del cine mudo con largos silencios rotos por frases que expresan lo que se va a hacer mientras la imagen lo muestra. Una redundancia que delata las limitaciones artísticas de la dirección. "Tendré que cogerla en brazos", dice Gene mientras toma el cuerpo de Mary que se hace la desmayada.
Y esto en 1948, cuando desde comienzos de esta década las películas sonoras eran ya un fenómeno global.
En fin un western amable, musical a mayor gloria de Autry (la única persona que ha recibido una estrella en cada una de las cinco categorías del Paseo de la fama de Hollywood), con alguna escena curiosa como escuchar en el suelo las pisadas de los caballos perseguidores ... después de extender un pañuelo blanco para no mancharse la cara, un veterinario que opera de amígdalas a personas y algunas frases del tipo "Tu café disolvería una herradura".
Lo mejor la actuación de los especialistas, buenas cabalgadas, peleas entre los pies de los caballos e incluso una carrera entre una diligencia y un carro al estilo de las cuadrigas de Ben-Hur.
Cinta muy flojita pero que tiene el encanto de conocer la transición del cine mudo al sonoro dentro del western musical.