La mujer de Seisaku (1965)

...y te arrancarán los ojos. Eso dice el famoso refrán, uno de los tantos que asocian el amor al sentido de la vista y que sirve perfectamente para definir el corazón de Seisaku's Wife, otro entregado ejercicio melodramático de Yasuzo Masumura en el mejor momento de su carrera. Habiendo realizado hilarantes sátiras que apuntaban a la sociedad japonesa, homenajeado al cine de yakuzas e incluso nos había contado una sentida historia de amor adolescente, el realizador decidía aquí seguir forzando su estilo y ofrecernos lo que probablemente sea uno de los alegatos más bestias ¿a favor? del amor, sin olvidarse en ningún momento de su mala leche habitual a la otra de presentar el lado oscuro del ser humano.

La historia se inicia en un pueblo en el que una hermosa joven (Ayako Wakao, de arrebatadora belleza) ha tenido que casarse con un hombre mayor que ella para mantener a su familia. Con la muerte de éste, ella y su madre vuelven al pueblo natal de la primera para vivir tranquilamente con el dinero que han ganado. O eso es lo que creía. "Perros de paja" de Peckinpah mostraba de forma física la diferencia de clases y retrataba la psique humana apelando a otro dicho, "el hombre es un lobo para el hombre"; Masumura va más allá, mostrándonos a un grupo de personajes incómodamente realistas que se mueven siguiendo sus más bajos instintos. Seisaku's Wife es una historia de amor, y de pérdida; un melodrama apasionado que no recurre a los tics salvo en momentos puntuales y que ser permite hacer una crítica (nada sutil, va completamente a saco) del orgullo japonés y de la forma de actuar de los gobiernos durante la guerra, convirtiendo en héroes a los que no son más que peones en su gran juego.

Masumura mueve la cámara y nos transporta a ese desolado paraje en el que acompañamos a los personajes casi como si estuviesen a nuestro lado, y la hermosa fotografía en blanco y negro de Tomohiro Akino nos impone imágenes que jamás se borrarán de la retina. Al final todos acudiremos a la llamada de una campana, esperando algo nuevo, original, que nunca hayamos visto: y ahí estará Masumura, dando a quien no tiene nada. En este caso, otra película para la historia del cine japonés, una de las obras más completas, lúcidas y hermosas de los '60, y otra excusa para ver a Ayako Wakao en nuestras pantallas. No es tan brillante como la posterior "Red Angel", pero una cosa no quita la otra: obligada.

Parece mentira.
Qué moderneces se rodaban en el país del sol naciente hace cuarenta años. En este caso, uno de los melodramas más chungos y eficaces de uno de esos genios que uno descubre con treinta tacos desgraciadamente, Masumura, quien ya me hizo flipar en Red Angel y en la aún más chunga y extraña Blind Beast (también peorcilla). En La mujer de Seisaku, versión magistral de una novela ya adaptada en 1924 (!!!) por un tal Minoru Murata muestra claras influencias de lo mejor mamado, Teshigahara y Antonioni sobre todo, y deja huella evidente también en muchas de las cintas orientales de los últimos años.
Rodada en gélido blanco y negro y protagonizada por una de las mujeres más guapas, con permiso de la Bellucci, que han poblado la gran pantalla, cuenta una historia encuadrada en lo que parece ser la obsesión del director: el deseo de la mujer en una sociedad hipócrita y reaccionaria como pocas, mostrando un eficaz cara a cara entre opuestos: Seisaku, el héroe de guerra admirado y venerado por todos y Okane, la desgraciada concubina de un anciano fallecido que vuelve a casa donde todos la repudian. El respeto y admiración del director al personaje es evidente pero mucho más sutil que en el resto de sus películas (de las que he visto al menos) y el encuadre en la guerra ruso japonesa sólo sirve de fondo-perfecto-al desarrollo de la historia.
Sin amputaciones, sin cirugías de guerra cuasigores, resulta más que eficaz y deprime, angustia e incluso conciencia. No se le puede pedir más.
Perfecta.
De lo mejor, en serio...
Lo mejor: La contraposición de personajes, una maravilla. Wakao, LA BELLEZA.
Lo peor: El tinte trágico melodramático puede engañar.
Obligatoria.
Ese mismo año, en terreno patrio se rodaban, por ejemplo, Mi canción es para tí, con Manolo Escobar y debutaba Ana Belén en el circo en Zampo y yo. EJEM....
Vale... También La caza de Saura... Pero las comparaciones son odiosas...