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Primavera en otoño (1973)

Primavera en otoño
107 min.
6,6
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Tráiler (INGLÉS)
Sinopsis
Historia de amor entre una joven hippie de espíritu libre y un hombre maduro cuyo corazón se ha ido endureciendo con el paso de los años. (FILMAFFINITY)
Género
Romance Drama Drama romántico
Dirección
Reparto
Año / País:
/ Estados Unidos Estados Unidos
Título original:
Breezy
Duración
107 min.
Guion
Música
Fotografía
Compañías
Links
Premios
1973: Globos de Oro: Nom. Mejor banda sonora, canción y nueva promesa (Lenz)
8
En busca del puente perdido
Creo que podría afirmarse que "Primavera en otoño" es a "Los puentes de Madison" lo que "Los 39 escalones" a "Con la muerte en los talones"; en otras palabras, un gran esbozo donde ya se percibe un talento y una clara intención de autoría que, con la mochila de la experiencia y más medios, explotará en todos los sentidos.

Desgraciadamente, fue un gran fracaso comercial cuando se estrenó y desde entonces casi no se ha exhibido, pero si uno tiene la suerte de verla descubre que lo que en su momento se saludó como una novedad en la carrera de Eastwood como director, "Los puentes de Madison", en realidad ya tenía un clarísimo antecedente. También aquí se nos ofrece una muy romántica historia, marcada en este caso por dos diferencias complementarias, la generacional y la ideológica: ella es una jovencita hippy, y él un maduro hombre de negocios.

Que la protagonista sea una hippy ata inevitablemente la película a su tiempo, lo que hace que en ciertos aspectos nos pueda parecer algo anticuada —como ocurre también con "Hair", por ejemplo—. Sin embargo, Eastwood no ha sido nunca ni simplista ni maniqueo, y se percibe su intento para presentarnos personas, no estereotipos con patas. Lógicamente, se percibe también que se encuentra todavía en su período de aprendizaje como director y aún no acaba de transmitir esa sensación que la cámara siempre está no ya en el mejor, sino en el único lugar posible —algo sólo al alcance de los más grandes y que años después conseguirá aparentemente sin esfuerzo: debo decir que considero a Eastwood como uno de los 10 mejores directores americanos de la historia.

Lo que ya era por aquel entonces era un gran director de actores, y es de justicia resaltar el trabajo de William Holden —ninguna sorpresa— y de la desconocida Kay Lenz, en una interpretación llena de descarada frescura. Como anécdota divertida, recordar que en un momento dado los personajes van al cine a ver —y se nos muestra claramente el cartel de la película— "Infierno de cobardes", de Clint Eastwood.
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69 de 69 usuarios han encontrado esta crítica útil
8
Brisa cálida en el atardecer
Me chifla Clint cuando se pone tierno. El tipo duro que tanto le gusta dirigir o interpretar a menudo al ponerse detrás o frente a la cámara no me tendría como adepta si no hubiera explotado también la faceta opuesta, la del hombre sentimental. Siempre he creído que la máxima expresión de la hombría es tener el valor de mostrar los sentimientos, y Clint lo tiene. Por eso no sólo lo perdono cuando se pone en plan chulesco de pistolero al que no le tiembla la mano, policía aguerrido, mercenario temible y salvador-cara-de-piedra de damas en apuros, sino que aprecio y respeto esa debilidad suya, predominante en su juventud, por ponerse de semi-héroe que busca la justicia por medios poco diplomáticos. Porque sé que tiene un corazón muy sensible que tarde o temprano sale a relucir.
“Primavera en otoño” podría ser como esos poemas espontáneos que escribimos en la mocedad y que, al encontrarlos treinta años más tarde en una caja vieja, en el papel ya amarillento y manchado de humedad, nos hacen sonrojar por la ingenuidad de aquella época. Ahora los leeríamos con los ojos de la adultez, cargados de prejuicios; pero al garabatearlos en aquel rapto de inspiración ya perdido, eran sinceros, auténticos, basados en unas emociones que entonces nos arrastraron y no pensamos en el después, en la posteridad, sino que dejamos una instantánea plasmada en lírica que tan sólo pretendía captar un fugaz momento.
La dilatada carrera de Clint, retumbante de éxitos, me gusta aún más porque de repente uno se encuentra ese poemita discreto que cae de entre las obras maestras posteriores, esa obrita que sería la del sonrojo, la de “me he puesto en evidencia”, de “hay que ver las cosas que hace uno cuando una tripa se le rompe”. Casi totalmente ignorada, recobrada del cajón polvoriento en el que languidecía, “Breezy” merece mejor ubicación. Un puesto de altura en el palmarés de uno de los directores que más profundamente saben tocar las fibras. Paradójicamente, eso no resta un ápice de credibilidad a su antigua afición por filmarse como hombre de acero una vez que otra, con evoluciones a lo largo de las décadas, porque hasta él comprende que el prototipo de macho cambia según los tiempos.
El maduro Holden y la chavalilla Lenz siempre serán uno de mis recordatorios (junto con la pareja de “Los puentes de Madison”) de que cuando Clint cuelga las armas y la mirada glacial, es tan cálido como la brisa de un atardecer que anuncia el final de la estación fría.
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25 de 27 usuarios han encontrado esta crítica útil
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