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Those Who Work (2018)

Those Who Work
102 min.
6,8
178
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Sinopsis
Frank, el antihéroe de esta historia, en muchos sentidos trágico pero ante todo extremadamente real, se camufla a la perfección en esta decoración de belleza impersonal. Su vida está consagrada únicamente al trabajo. Cada uno de sus gestos está escrupulosamente programado, marcado por una rutina que se convierte en una obsesión. En su vida no hay lugar para la improvisación ni la imaginación; a sus ojos solo el materialismo y una adicción al trabajo masoquista merecen su respeto.
Género
Drama Trabajo/empleo
Dirección
Reparto
Año / País:
/ Suiza Suiza
Título original:
Ceux qui travaillent
Duración
102 min.
Guion
Fotografía
Compañías
Coproducción Suiza-Bélgica;
Premios
2018: Premios del Cine Suizo: Mejor película, mejor secundario y guion. 4 nominaciones
7
La crisis de Frank
Es habitual en el cine europeo contemporáneo la elección de historias sobre el desmoronamiento moral y personal de personajes que lo tenían todo, pero que -consciente o inconscientemente- estaban al mismo tiempo en la cuerda floja, ya sea familiar, laboral o moralmente.

Son los casos, entre otras, de la francesa 'El empleo del tiempo' o la española 'La vida de nadie', ambas de gran valor. Con mayor sutileza que estas, que tenían desenlaces más contundentes, la producción suiza 'Ceux qui travaillent' tiene similitudes con las mencionadas en el retrato que hacen de personajes masculinos a la deriva, nunca mejor dicho en el caso de esta, donde su protagonista, encarnado por el siempre solvente actor belga Olivier Gourmet, gestiona barcos de descarga aunque a distancia, lejos del terreno. Un incidente con un polizón en uno de ellos será el desencadenante del desmoronamiento de su mundo y hasta de sus esquemas mentales.

Una de las propuestas más inteligentes y estimulantes que ofrece este año el Atlántida Film Festival de Filmin.
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8 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
8
Let's be Frank
La historia de Frank es la historia un hombre adaptado a su tiempo. Es la avatar de todo aquello que el capitalismo defiende: la capacidad de esfuerzo y sacrificio, la ambición personal, el apetito de crecimiento y la capacidad de anteponer los intereses empresariales por encima de los personales. No es otro el motivo por el que al inicio de la historia conocemos a un personaje exitoso, un triunfador. Sus defectos, como ahora la falta de empatía, incluso juegan a su favor. Pero eso no asegura la posición, la naturaleza del capitalismo también es sumamente voluble y lo que no se asegura a través del dinero sencillamente no cuenta.

El itinerario de personal Frank es un descenso al infierno pero sin grandes aspavientos ni exagerar las notas. Su trayectoria le ha permitido asegurarse el bien material a la vez que sus hijos se han acostumbrado a crecer sin un verdadero padre. Su miseria es metafísica y no material. No es mentira que ahí resuena el estribillo del tópico, sólo que es expresado con naturalidad y matiz, así que esa idea del hombre acomodado pero vaciado de afectos, vínculos y una vida interior jugosa y/o vibrante termina por configurar signos presentes y sumamente reconocibles.

Para que el espectador se aleje de todos esos tópicos de la típica película familiar sobre hombres de negocios que abandonaron a sus hijos, Russbach apunta hacia una serie de paradojas que componen el tiempo en el que estamos sumergidos. Frank habla con gente que no conoce, es el ejecutor de acciones que él no podría hacer, mercadea con materias que él no verá jamás en lugares a los que nunca viajará, seguir los procedimientos tiene el mismo valor que no seguirlos si al final se obtienen beneficios. También lo contrario, si interesa sacrificar al peón, se podrá aducir la falta de respeto por las normativas. Y sin embargo toda esa cadena de absurdos es necesaria para que podamos acudir al supermercado y comprar a bajo precio materiales mucho más caros. Con esto quiero decir que sí, efectivamente, se señala la perversidad del sistema y a la vez que la razón por la cual es tan difícil romper con todo ello: proporciona bienestar y comodidad. La sutil mirada del director plantea algunas cuestiones, ¿pero en el fondo todo esto es imprescindible? ¿alejarse tanto de la naturaleza no nos crea un estado mental desquiciado y una angustia absurda? ¿Hasta qué punto necesitamos las certezas y los objetos palpables con nuestros dedos?

Lo acertado del conjunto es que por mucho que el personaje de Frank sea un hombre seco y parco en palabras y gestos, también él termina viéndose en un callejón sin salida donde la marcha atrás parece inviable. Su drama, por lo tanto, es probable para muchísimos, es un laberinto en el cual la puerta de salida también es la de entrada porque, siendo francos, no somos capaces de imaginar una alternativa real. La única solución, a fin de cuentas, parece ser zambullirse en la acción sin preguntas, acallar los escrúpulos y seguir acumulando bienes, permitiendo que la comodidad de los nuestros bloquee las crisis y minimice los interrogantes incómodos.
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2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
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