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Las herederas

Drama Narra la historia de dos mujeres de alta alcurnia de la sociedad paraguaya que heredaron suficiente patrimonio para vivir cómodamente. Pero a sus 60 años, el dinero ya no alcanza y la situación de ambas cambia. (FILMAFFINITY)
Mujeres
Las protagonistas de Las herederas son personajes dolientes, que dejan ver sus fantasmas y sus cicatrices. Son mujeres, son mayores y son lesbianas. No viven en una sociedad que acepte fácilmente una de esas categorías, menos aún las tres juntas.

Chela (una espléndida Ana Brun) es una mujer que, a pesar de su edad, aún no se ha enfrentado ni con la vida ni consigo misma. Su casa y su compañera sentimental son su refugio. Su solvencia económica, su seguridad. Pero, cuando el dinero escasee, la existencia de Chela se resquebrajará y deberá salir al mundo. Y se verá obligada a conocer a otras mujeres. Descubrirá que no está sola.



El debutante Marelo Martinessi ha conseguido una película densa y absorbente, a la que aporta una intensidad visual que resulta insólita en un primerizo. Martinessi, que logró en el Festival de Berlín el Premio Especial del Jurado y el Premio Fipresci, invita al espectador a detener a la mirada en unas vidas ajenas. Y confía las emociones de su relato a una puesta en escena que hace de la sobriedad su principal figura de estilo. Los planos fijos y los planos secuencia apenas remarcados, siempre sutiles, son sus armas estilísticas. El director confía en la austeridad de sus soluciones visuales, en la emotividad que nace de la simplicidad, en la elipsis antes que en el subrayado y, en especial, en la labor de sus excelentes intérpretes, entre las que sobresale Ana Brun, premiada también en el Festival de Berlín, que sostiene buena parte del entramado dramático del relato gracias a una intensa ferocidad emocional que hace surgir de la contención interpretativa, del gesto justo, de la entonación perfecta.

Las herederas husmea con saña, pero también con cariño, en las vidas de unas mujeres que podrían otras muchas. Y, desde su silencio, desde sus miradas que dicen más que cualquier palabra, ahonda en la tragedia humana con una sensibilidad extrema, que sortea con suma prudencia la gratuidad emocional.
Escrita por Miguel Ángel Palomo (FilmAffinity)
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