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Cuatro manos

Drama. Thriller Sophie y Jessica fueron testigos de un brutal asesinato cuando eran unas niñas. Jessica le prometió a su hermana que siempre la protegería, algo que se ha convertido en una obsesión. Ahora, Jessica (28 años) sufre paranoia y ve el peligro allá donde va, mientras que Sophie (26 años) quiere tener una vida normal en la que consigue ser pianista y enamorarse. Cuando los asesinos salen de prisión después de 20 años, Jessica pretende ... [+]
El demonio interior
Un aire malsano preside "Cuatro manos" desde su primera secuencia que muestra cómo dos niñas tocan el piano, aunque la iluminación espectral y el suave movimiento de cámara que las envuelve dejan caer un poso de inquietud sobre el espectador. Segundos después, un hombre y una mujer irrumpen en su casa y asesinan brutalmente a sus padres. Las hermanas logran esconderse y la mayor protege a la pequeña para que no vea el crimen, mientras musita solo una frase: “Yo cuidaré de ti”. Y entran los títulos de crédito.

El contundente y dramático inicio de "Cuatro manos" supone una conmoción de la que tardaremos unos minutos en salir. La trama viaja 20 años hacia adelante, para encontrar a las dos niñas convertidas en adultas, también entregadas ante el piano. Y para comprobar que, ahora, Sophie, la hermana pequeña, es un poco más fuerte. Ha conseguido olvidar, se ha desprendido de un lastre emocional y vital y ha logrado construir una vida propia. Sin embargo, Jessica, la mayor, permanece atada al drama vivido. Y será quien prometa venganza cuando se entere de que los asesinos de sus padres han salido de prisión.



Jessica impone a su hermana una protección que esta ya no desea. Incluso que no necesita. Y de la obsesión de Jessica, de su imposibilidad de entregarse al olvido, saldrá el núcleo dramático de "Cuatro manos", que aborda muchos temas: los efectos de un trauma en una edad temprana, los daños que uno arrastra durante toda su existencia, el peso de los recuerdos sobre una vida que debe ser elaborada a partir de un pasado atroz. Todos ellos pueden resumirse en uno: cómo la existencia humana está sujeta a vaivenes impensables sobre los que se deberán construir futuras vidas, oscuras o luminosas.

El alemán Oliver Kienle se muestra ambicioso en su segunda película. Y cabe decir que su esfuerzo se corresponde con sus pretensiones. Kienle crea una puesta en escena que absorbe sensaciones al límite. Fuerza los encuadres para dotarlos de expresividad y consigue que todo el contenido de sus planos aporte información. Aquí hay un cineasta de fuste. Un autor preocupado por combinar registros visuales, que utiliza con inusitada habilidad la simplicidad expresiva, el silencio, la quietud de una construcción dramática que soporta tanta ambigüedad como insania. Y que domina con resolución los personajes al límite, en especial el de la hermana mayor, que jamás cae en el estereotipo o en la caricatura, dibujado desde un guion férreo (escrito por el propio director) que dosifica los puntos de giro para hacer avanzar la historia. Kienle se apoya también en una soberbia iluminación de su director de fotografía, Yoshi Heimrath, de constante tenebrismo (incluso las secuencias diurnas son oscuras, incómodas), que incide en el claroscuro y los colores cálidos para crear una permanente incomodidad en el espectador.



En estos tiempos, la ambición de "Cuatro manos" parece casi suicida, porque su jugada escapa a conciencia de los “momentos fuertes” para asentarse en un relato continuo, que solo convulsionará a partir de un par de giros de guion que queda prohibido desvelar. Desde ese momento, la película combinará su constante tono tétrico con una inmersión en el territorio del thriller, tratado con impactante crueldad visual y temática, cercana al sadismo.

En pocas ocasiones se asiste a una película tan perturbadora, a una experiencia fílmica que juega sin red, a tumba abierta, y que dibuja un personaje principal con el que resulta complicado empatizar, salvo que se asuma que, en realidad, Jessica podemos ser cualquiera de nosotros. Cualquiera que asuma la dificultar de sobrellevar un pasado traumático. Cualquiera que acepte que la sobreprotección de un ser querido es una tentación asegurada para liberarse de los propios demonios. Hay mucha valentía cinematográfica en "Cuatro manos". Obliga a reflexionar. Y eso es mucho en estos adocenados años cinematográficos.
Escrita por Miguel Ángel Palomo (FilmAffinity)
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