No nos engañemos, millones de fans queríamos que se hiciera una película sobre Dragon Ball. Fantaseábamos con que Samuel L. Jackson hiciera de Piccolo y Jet Li de Vegeta. Los rumores durante la pre-producción sobre quienes les iban a poner rostro a los personajes imaginados por Tokirayama crecían y se hacían más grandes y nos llenaban de ilusión, incluso hacíamos nuestras quinielas para saber quién iba a interpretar a que personaje. Finalmente los rumores tomaron forma en James Marsters como Piccolo (o un bicho verde-grisaceo poco parecido), Chow Yun-Fat como el Maestro Mutenroshi, y el infumable Justin Chatwin como algo que pretende ser Gokuh... No puede ser tan malo pensé al principio: ¡ERROR!

Era difícil hacerlo peor: el guión ya estaba escrito, solo había que saber llevarlo lo más fiel posible a la gran pantalla. Director, guionistas, productores y actores destrozan la esencia de Bola de Dragón sin disculpa ninguna. Los personajes son un chiste desagradable de lo que eran en el manga. La historia más allá de ser una adaptación se convierte en un insulto intencionado, sin escrúpulo ninguno rompiendo con cualquier cosa imaginada por Toriyama.

Son tantas cosas reprochables que me entristece y ofende profundamente recordarlas e incluso escribir sobre ellas.

La cuestión ahora es simple: No hagan una segunda parte, ¡por favor! O si acaso que la haga Michael Mann...