Buen film de intriga, inscrito también en el genuino género negro, que se beneficia de un estupendo guión a cargo de Steve Fisher, con excelentes diálogos, sobre todo los intimistas que tienen lugar entre la pareja protagonista, un siempre eficaz Wendell Corey y una aquí Evelyn Keyes sublime. El relato de ella a él de cuando ambos se conocieron en el pasado, se enamoraron, casaron y tuvieron un niño, es conmovedor a la par que incluso gracioso por los mohínes y cambios de voz de ella poniéndose deliberadamente cursi.
La cinta gusta mucho porque, a pesar de algunos hechos resultan algo rocambolescos o al menos tocados por la pura gran casualidad, lo cierto es que el ritmo es constante, las escenas de intriga conseguidas y las interpretaciones muy estimables, sobre todo el trío femenino, aunque personajes como el de Ippy, magistralmente interpretado por Leonard Strong, son difíciles de olvidar al estar magníficamente retratado en pantalla como un soplón superviviente, capaz (o quizás no) de sacar tajada de todo y de todos.
Excelente fotografía en blanco y negro, buena banda sonora y eficaz realización del para mí completamente desconocido John H. Auer, del que, que yo sepa, no he visto en mi vida más películas.
También la utilización del sonido es perfecta, como por ejemplo se comprueba en la escena de la morgue, con sonido interno veraz, que no suena felizmente como el que se oiría en el exterior.
Detalles que hacen de esta película un perfecto ejemplo del buen hacer en el Hollywood dorado, donde todo se supeditaba en aras del beneficio del film.

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