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Voto de Macarrones:
5
Drama Entre tres hermanos estalla un conflicto cuando su madre, albacea de la excepcional colección de arte del siglo XIX que perteneció a su tío, muere repentinamente. Sin embargo, no tendrán más remedio que limar asperezas y llegar a un acuerdo. Adrienne es una diseñadora de éxito en Nueva York, Frédéric es economista y profesor universitario en París, y Jérémie, un dinámico hombre de negocios asentado en China. Esta situación representa ... [+]
8 de diciembre de 2008
36 de 56 usuarios han encontrado esta crítica útil
Ah, el verano, el territorio de la infancia. Assayas comienza con unas escenitas que atufan a falsedad y a tópico: jugueteos infantiles en una idílica casona de la Francia rural, ji, ji, ji, ja, ja, ja, los nietecicos que suben a los árboles, se ríen, juegan a buscar tesoros, mientras la servidumbre (vieja gruñona pero de buen corazón y fiel a la familia) hace sus potajes y sus asados y toca una campanilla para que la prole veraniega vaya a comer, qué original. Luego sale la abuela estilosa y sus hijos (grandes profesionales) y hablan de sus cosas: que si la exposición en Estados Unidos, que si hay que restaurar el Odilon Redon del salón y, en fin, de esas cosas de las que hablan los millonarios, con la Binoche haciendo muecas como si le apretara la goma de las bragas. La película deriva en una historia de herencias y de qué hacemos con la casa y si mamá se lió con no sé quién y si la niña fuma porros y yo me voy a Pekín a trabajar y yo veraneo en Denver y yo en Bali y qué pena vender los Corot, todo muy francés y muy falso, con personajes que se enfadan, se hacen reproches o se ríen porque lo pone en el guión, no porque sus reacciones sean naturales. Entre tanta falsedad y desgana hay algún atisbo de verdad y hasta de humor (la comisión del Museo de Orsay), pero en general todo se queda entre lo plano y lo plomo.
Macarrones
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