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España España · http://www.koult.es/ Castellón
Voto de Migue Muñoz:
9
Drama Entre tres hermanos estalla un conflicto cuando su madre, albacea de la excepcional colección de arte del siglo XIX que perteneció a su tío, muere repentinamente. Sin embargo, no tendrán más remedio que limar asperezas y llegar a un acuerdo. Adrienne es una diseñadora de éxito en Nueva York, Frédéric es economista y profesor universitario en París, y Jérémie, un dinámico hombre de negocios asentado en China. Esta situación representa ... [+]
22 de noviembre de 2008
15 de 17 usuarios han encontrado esta crítica útil
'Las horas del verano' está tan cerca de ser una obra maestra como de que pasen inadvertidas sus bondades narrativas al confundirlas tras algún detalle menor que le hace ser convencional. Es una de esas películas francesas que de vez en cuando aparecen para reafirmar un tipo de cine olvidado, y sobretodo desde que Agnès Jaoui con 'Para todos los gustos' calibrara la buena forma en la que se encontraba la comedía costumbrista francesa (o cosmopolita en estos casos) con desarrollo dramático, en comparación al resto de cinematografías europeas. Sólo Miguel Albaladejo con 'El cielo abierto' se acerco en España a un tipo de cine naturalista, humanista, pequeño en pretensiones pero gigante en sugerencias, temas tratados y resoluciones formales y de fondo.

Olivier Assayas, cineasta un poco más transgresor, de culo inquieto y difícil de encasillar dentro de una visión particular sorprende con esta historia a la que lo fácil es hacerla dialogar con el cine de Jean Renoir o con la literatura de autores como James Joyce (¿quizás Parisenses y no Dublineses?) y no encasillarla dentro de su tics narrativos como director.

Las dudas que se les plantean a tres hermanos respecto a la herencia y testamento cultural de su madre trasciende la anécdota de la sinopsis (¿qué hacer con la casa de campo familiar y con todas las obras almacenadas en ella?) y habla de manera directa y transparente de la muerte, el paso del tiempo, el valor del recuerdo, el pasado visto en el presente y proyectado en el futuro así como del fetichismo por el coleccionismo y el poder de lo tangible, del objeto en sí mismo, para mover las emociones y los actos de todo un ser humano, una familia, una sociedad y varias generaciones interconectadas.

Además, de que todo ello tiene en la forma: un equilibrado trabajo de planificación, buena capacidad de síntesis y unas interpretaciones naturalmente emocionantes, una capacidad para sugerir más allá del discurso algo que el cine siempre debería buscar y encontrar: el fetichismo de las imágenes hacia el espectador siempre desde el espacio fílmico de la ficción que se está narrando, y sin salir de ella.
Migue Muñoz
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