Es, supongo, trabajo de Clooney trás la cámara y de los guionistas, que "Leatherheads" (algo así como "Cabezas de cuero", nada de "Ella es el partido" por supuesto) no sea un film tan soporífero como puede parecer desde fuera. Clooney lleva ya bastante tiempo metido de lleno en proyectos de corte serio, films políticos, de tramas de corrupción... y a excepción de las patochadas de "Ocean's 11, 12 y 13" había dejado de lado a un sector de su público que le veía como el nuevo Cary Grant. Pues bien, esto viene a colación porque viendo "Leatherheads" Clooney está más cerca del cine clásico hollywoodiense que nunca, acierta en su tono cómico inocente, con aceptable desparpajo, hay bastante de usual en la historia pero todo se mide en torno a unos esquemas atípicos en la comedia actual porque su factura es de comedia a la antigua usanza. Y esto que le podía llevar a un mal vuelo temporal le salva en cambio de la quema despertando un interés en base a su buen hacer y su adictivo ejercicio de nostalgia acaba por funcionar. Tiene todo el aspecto de film ligero, para desengrasar de tanta sobriedad, para regocijarse en la butaca, para reir de cuando en cuando salvando incluso hasta esas distancias que provoca el hecho impepinable de que Clooney siempre tiene que ir de galán (como siempre lo iba Cary Grant por cierto). Clooney en cambio tendrá sus detractores como muchos más los tiene Zellweger que en cambio siempre ha sido una actriz destacable para el que esto escribe y que aquí también adopta esos aires de una mezcla del impacto sensual de una Lana Turner y la fortaleza de una Katherine Hepburn (y con estas comparaciones igual me estoy pasando de la raya). No esperen al Clooney reivindicativo, "Leatherheads" tiene la fuerza suficiente como para derribar muros de prejuicios, como a mí me ha pasado.