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Voto de Maggie Smee:
4
7 de julio de 2018
9 de 15 usuarios han encontrado esta crítica útil
En el cine francés parece que se cultivan varios tipos de comedia: la obvia, casi podríamos llamarla la zafia o facilona, y otra más “profunda”, tachada por algunos ignorantes garrulos como “gafapasta”, pero que realmente se tratan de comedias agridulces, con fondo y realizadas con mucha inteligencia. En esta ocasión, la película “Sácame de dudas” de Carine Tardieu, pretende entroncar con un cine similar, por ejemplo, al de los aciertos de sus compañeras Coline Serreau o la casi infalible y genial Agnès Jaoui, escribiendo el guión (en colaboración con Michel Leclerc, Raphaële Moussafir y Baya Kasmi), mezclando la comedia y el drama con constantes parecidas, además de dirigirlo todo con “eficacia”.
Pero no. Aunque en futuros intentos puede que acabe consiguiéndolo, al menos en la ocasión presente, aunque gran parte de la crítica nacional haya señalado que no es la típica comedia y que es válida en muchos sentidos, personalmente no lo creo así, es más, a su término huele más a telefilm correcto que a cine, porque lo que empieza pudiendo prometer, se va hundiendo lentamente en una desidia, en algo tan previsible y reiterativo, que en su última media hora se hace cuesta arriba. La fusión entre el drama y la comedia se queda tan mal distribuidos como el agua y el aceite, y aunque en ningún momento llegue a ser irritable, todo en ella es mecánico y a fin de cuentas, poco ha importado lo que se nos ha contado, quizás por ser más pretenciosos que efectivos. También afecta el hecho de que mientras algunos personajes son creíbles, otros no lo son y el hecho de jugar con ciertos giros de guión nada certeros, empañan lo que podía haber sido un entretenimiento intrascendente.
“Sácame de dudas” es un ejemplo de que, aún contando con actores que podrían cumplir, no logran su objetivo. Sus personajes se lo impiden en muchas ocasiones, como a la pareja protagonista: François Damiens o a Cécile de France, muy agradable ella, o incluso el personaje “friki” secundario de Didier llevado a cabo por Estéban.
La dirección es funcional, impersonal casi y tampoco aporta nada.
El mezclar temas clásicos de Vivaldi o de Mozart junto a F. R. David o el simpático tema que cierra el film de las hermanas Barry, entre otros, ha sido un vano intento de revestirlo todo de cierto aire intelectual o retro con intenciones, pero ha quedado lejos de la propuesta en sí: la selección musical es más curiosa que lo que se nos cuenta.
Poco más. El resto está al servicio de lo que se les pedía, pero lo que falla es una base más segura y dejarlo todo en el buen rollo que pretende proporcionar, por lo que se queda en una película que no consigue sus objetivos, plana y olvidable con mucha facilidad.
Pero no. Aunque en futuros intentos puede que acabe consiguiéndolo, al menos en la ocasión presente, aunque gran parte de la crítica nacional haya señalado que no es la típica comedia y que es válida en muchos sentidos, personalmente no lo creo así, es más, a su término huele más a telefilm correcto que a cine, porque lo que empieza pudiendo prometer, se va hundiendo lentamente en una desidia, en algo tan previsible y reiterativo, que en su última media hora se hace cuesta arriba. La fusión entre el drama y la comedia se queda tan mal distribuidos como el agua y el aceite, y aunque en ningún momento llegue a ser irritable, todo en ella es mecánico y a fin de cuentas, poco ha importado lo que se nos ha contado, quizás por ser más pretenciosos que efectivos. También afecta el hecho de que mientras algunos personajes son creíbles, otros no lo son y el hecho de jugar con ciertos giros de guión nada certeros, empañan lo que podía haber sido un entretenimiento intrascendente.
“Sácame de dudas” es un ejemplo de que, aún contando con actores que podrían cumplir, no logran su objetivo. Sus personajes se lo impiden en muchas ocasiones, como a la pareja protagonista: François Damiens o a Cécile de France, muy agradable ella, o incluso el personaje “friki” secundario de Didier llevado a cabo por Estéban.
La dirección es funcional, impersonal casi y tampoco aporta nada.
El mezclar temas clásicos de Vivaldi o de Mozart junto a F. R. David o el simpático tema que cierra el film de las hermanas Barry, entre otros, ha sido un vano intento de revestirlo todo de cierto aire intelectual o retro con intenciones, pero ha quedado lejos de la propuesta en sí: la selección musical es más curiosa que lo que se nos cuenta.
Poco más. El resto está al servicio de lo que se les pedía, pero lo que falla es una base más segura y dejarlo todo en el buen rollo que pretende proporcionar, por lo que se queda en una película que no consigue sus objetivos, plana y olvidable con mucha facilidad.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
SPOILER
Tampoco se entiende la fijación de Anna por mantener una relación sexual a toda costa con Erwan. Una chica tan seductora, aunque viva en una ciudad que parece que esté olvidada por la civilización, no se entiende su obsesión sobre todo por un personaje con el que supuestamente no ha conectado con él desde un principio. No es que no encontremos a su protagonista como “el guapo”, que por supuesto no lo es, y tampoco se trata de eso, pero una vez más el cine, y para colmo todo visto por una mujer, vuelve a ensalzar al macho alfa, al señor, no importa su edad, capaz de atraer, aunque sea por ciencia infusa, a la figura femenina, sea una joven o una adulta atractiva atraída y aunque le inspire lo mismo que un cubo de serrín. El caso contrario tampoco nos parece interesante, pero cuándo en el cine nos cansaremos de ver un tipo atractivo que cae rendido ante los pies de una señora nada agraciada, no muy simpática, nada adinerada y que no tenga nada que ver con la producción del film. A ver si el público también se merienda eso.
Tampoco se entiende la fijación de Anna por mantener una relación sexual a toda costa con Erwan. Una chica tan seductora, aunque viva en una ciudad que parece que esté olvidada por la civilización, no se entiende su obsesión sobre todo por un personaje con el que supuestamente no ha conectado con él desde un principio. No es que no encontremos a su protagonista como “el guapo”, que por supuesto no lo es, y tampoco se trata de eso, pero una vez más el cine, y para colmo todo visto por una mujer, vuelve a ensalzar al macho alfa, al señor, no importa su edad, capaz de atraer, aunque sea por ciencia infusa, a la figura femenina, sea una joven o una adulta atractiva atraída y aunque le inspire lo mismo que un cubo de serrín. El caso contrario tampoco nos parece interesante, pero cuándo en el cine nos cansaremos de ver un tipo atractivo que cae rendido ante los pies de una señora nada agraciada, no muy simpática, nada adinerada y que no tenga nada que ver con la producción del film. A ver si el público también se merienda eso.