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España España · Shangri-la. Andalucía
Voto de Maggie Smee:
7
Drama Rusia, a finales del siglo XIX. La actriz Irina Arkadina (Annette Bening) es una veterana y vanidosa estrella del teatro moscovita que pasa parte del verano en una idílica finca junto a un lago, propiedad de su hermano enfermo (Brian Dennehy). Allí compartirá los días con su amante, el escritor Boris Trigorin (Corey Stoll), su hijo (Billy Howle), aspirante a escritor, y la joven e ingenua actriz Nina Zarechnaya (Saoirse Ronan). Ellos, y ... [+]
2 de septiembre de 2018
11 de 15 usuarios han encontrado esta crítica útil
El hecho de que se decida hacer una versión para el cine de una obra de Chéjov es, para los tiempos que corren, una buena noticia, aunque su traslación no implique novedad ninguna, sobre todo si nos referimos a lo que es el lenguaje cinematográfico. Y decimos esto porque desde hace tiempo el mundo del teatro, que también aparece reflejado en la misma obra, ha sufrido lo indecible, y más en nuestro país. Ya no es lo que era, y a no ser que se trate de una obra subvencionada (a veces ni por esas), han ido desapareciendo profesiones con los recortes presupuestarios, y se limitan a llevar al escenario una mesa normal y corriente, varias sillas y quizás alguna botella con varios vasitos para servir un supuesto licor de llamativo color. Se acabaron las ambientaciones, los preciosos decorados o los vestuarios de época, sustituidos por rampas, espejos o una actualización casi injustificable en un encuadre obligadamente minimalista, por no decir cutre en muchos casos.


Las obras de Chéjov han sido adaptadas por muchos directores de diferentes nacionalidades a lo largo de décadas, sean para cine o televisión. A bote pronto, una de las más recordadas puede que siga siendo la exquisita “Ojos negros” de Nikita Mikhalkov. Centrándonos más en la obra en cuestión, “La gaviota”, aunque hace mucho que la vi, tengo un buen recuerdo de una versión que hizo Lumet en los sesenta, pero que ejemplos hay para dar y regalar.


De entrada señalar que en esta versión que ha realizado Michael Mayer, a pesar de sus limitaciones en la producción, se ha intentado ser fiel a la época en la que se desarrolla, con unos buenos trabajos en sus decorados, su fotografía o con su cuidado vestuario. Aunque rodada en las afueras de Nueva York, su frondosa vegetación o sus melancólicas puestas de sol, se intenta trasladarnos a Rusia. También a su favor cabe destacar que se ha respetado el texto y sus personajes, al menos no han cometido ninguna tropelía. Pero su ventaja es el mayor inconveniente para el gran público, cada vez menos acostumbrado a ver teatro, aunque fuera del bueno, al placer de las palabras o a las acciones internas más que a ritmos frenéticos físicos, aunque sean injustificados.


Quizás si hubiera habido una planificación más de acorde con el relato y sus intenciones, esta versión de “La gaviota” hubiera ganado muchos enteros. Pero aún así me quedo con su parte positiva, que es mucho mayor que su parte negativa. Para mí ha sido grata el visionarla, sobre todo al poder ver a un buen plantel de actores: Saoirse Ronan hace un trabajo muy digno. Yo físicamente no la veía en el personaje de Nina, aunque haya planos que parece emular a Vanessa Redgrave, la Nina de la versión de Lumet, y no llegue a ese nivel. Pero insistimos que es una labor reseñable, así como la de Corey Stoll o el veterano Brian Dennehy. Algo mejores están Masha, Elizabeth Moss, Mare Winningham, como Polina, donde a pesar de tener un corto papel ha hecho una apuesta fuerte dando ejemplo de lo que es una actriz de reparto eficiente o por supuesto Annette Bening como Irina. Este año fue injustamente ignorada a los Oscars por su espléndida actuación en “Las estrellas de cine no mueren en Liverpool” y por desgracia no creemos que por esta Irina consiga una nueva nominación, ya veremos si lo es por otros trabajos que tiene pendientes de estreno. Pero queda claro que mientras se continúa forjando una carrera con indudables logros que hacen de ella una gran actriz amoldable a cualquier género. Ademá, en principio todo parece indicar, que si no hay sorpresas desagradables, que este será el año de Glenn Close, eterna nominada e injusta perdedora a la que le toca ganarlo ya.


Me ha llamado la atención la extraña utilización de la banda sonora de Nico Muhly y Anton Sarko. En muchos momentos iba de acorde con lo que se podía pedir de ella, pero hay temas que quedaban eliminados a capón, sin terminar de crear la atmósfera necesaria, creando a veces una cierta sensación de “coitus interruptus”. Pero por lo demás, lo dicho, creo que tiene más a favor que en contra, y por supuesto, para los aficionados al teatro toda una oportunidad de revisar un Chéjov sin traicionar su espíritu. Por último, al ser publicado este comentario, comprobé con horror que terminaba casi de forma parecida con la crítica anterior, la de Cinemagavia. Suelo leer nada más que los títulos que las encabezan para no coincidir, pero me temo que debo leer los comentarios también antes de que creer que los he terminado. Me espanta el plagio y, aunque en esta plataforma haya seres mediocres que lo practican, incluso conmigo, me niego a convertirme en uno de ellos aunque sea de manera involuntaria. Eso sí, dicho sea de paso que me alegra muchas veces el coincidir con algunos usuarios en su opinión, mucho más en películas tan peculiares que no vayan a tener gran repercusión, como el caso presente, y como de hecho por ahora le está ocurriendo.
Maggie Smee
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