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Voto de Bloomsday:
8
8,2
29.150
Intriga. Thriller
Tony Wendice (Ray Milland), un frío y calculador tenista retirado, planea asesinar a su bella y rica esposa (Grace Kelly) porque sospecha que le es infiel, pero sobre todo porque desea heredar su gran fortuna. Para llevar a cabo su plan, chantajea a un antiguo compañero de universidad y lo convence para que, en su ausencia, entre en la casa y mate a su mujer. (FILMAFFINITY)
30 de agosto de 2007
155 de 172 usuarios han encontrado esta crítica útil
Complicada tarea opinar sobre esta cinta. Y es que valorar una película de Hitchcock rodada para 3D, sin verla en 3D pues... es jodido. Valorar una cinta del inglés implica, necesariamente, hablar de la imagen; no sólo del guión, las interpretaciones o la fotografía. La puesta en escena es fundamental en su cine, y aquí hay composiciones por y para las tres dimensiones (las tijeras, el rostro de la Kelly en primer término, la lámpara en medio constantemente, retratar desde abajo los personajes dando sensación de profundidad con posiciones de cámara inexplicables si no asumes el 3D…). Bueno, nos sobreponemos a este contratiempo y seguimos.
El guión es milimétrico e inverosímil (en la descripción del crimen, investigación y reacciones de los protagonistas) a partes iguales. Es decir, técnicamente perfecto aunque excesivamente caprichoso y sin alma, sin descripción de personajes más allá de lo estrictamente necesario para hacer avanzar la trama, y sin más ambición que hacernos pasar un buen rato. No es nuevo en Hitch en todo caso. Así que esa materia prima con la que el inglés tuvo que trabajar es aceptable, correcta. Pero la realización supera, con mucho, el guión que le sirve de base.
Así, la limitación de rodar en una sola habitación durante casi el 90% del metraje supone, paradójicamente, su mayor baza. El talento de Hitchcock se impone contando una historia a base de pequeños detalles, pequeños gestos y objetos. Ver cómo la trama avanza a través de esos detalles y ver cómo los filma Hitch es, creo, el aliciente fundamental de Crimen Perfecto. Junto, claro, al entretenimiento que nos dispensa. Y es que la cinta engancha pese a sus lagunas de guión. Ni siquiera es un gran suspense, es, simplemente, un ejemplo extraordinario de cómo hay que construir visualmente una película a partir de pequeños detalles que son, por otra parte, los que nos van revelando lo que sucede en cada momento. Y no es una cinta virtuosa, desde luego. Es más bien funcional. Artesanalmente funcional. Artesanalmente perfecta. Sólo así se puede generar un clímax de tensión a partir de unas cortinas, una puerta y unas llaves. Y es que por peregrinas que sean las explicaciones finales sobre esas llaves, el inglés rueda con tal convicción, narra lo inverosímil con tal talento y naturalidad, dosificando el tempo con tal habilidad… que caes rendido ante el mayor de los absurdos, sólo pendiente del magnífico rato que estás pasando. Pero el mérito de ello es de Hitchcock y su realización, de la ponderación del detalle… Sin todo esto la peli se hundiría a los 20 mins.
Inferior a la Trama y, sin embargo, me gusta más. Me divierte más.
El technicolor te fulmina con su encanto. Sin duda. La Kelly flojita, sin duda, también.
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El guión es milimétrico e inverosímil (en la descripción del crimen, investigación y reacciones de los protagonistas) a partes iguales. Es decir, técnicamente perfecto aunque excesivamente caprichoso y sin alma, sin descripción de personajes más allá de lo estrictamente necesario para hacer avanzar la trama, y sin más ambición que hacernos pasar un buen rato. No es nuevo en Hitch en todo caso. Así que esa materia prima con la que el inglés tuvo que trabajar es aceptable, correcta. Pero la realización supera, con mucho, el guión que le sirve de base.
Así, la limitación de rodar en una sola habitación durante casi el 90% del metraje supone, paradójicamente, su mayor baza. El talento de Hitchcock se impone contando una historia a base de pequeños detalles, pequeños gestos y objetos. Ver cómo la trama avanza a través de esos detalles y ver cómo los filma Hitch es, creo, el aliciente fundamental de Crimen Perfecto. Junto, claro, al entretenimiento que nos dispensa. Y es que la cinta engancha pese a sus lagunas de guión. Ni siquiera es un gran suspense, es, simplemente, un ejemplo extraordinario de cómo hay que construir visualmente una película a partir de pequeños detalles que son, por otra parte, los que nos van revelando lo que sucede en cada momento. Y no es una cinta virtuosa, desde luego. Es más bien funcional. Artesanalmente funcional. Artesanalmente perfecta. Sólo así se puede generar un clímax de tensión a partir de unas cortinas, una puerta y unas llaves. Y es que por peregrinas que sean las explicaciones finales sobre esas llaves, el inglés rueda con tal convicción, narra lo inverosímil con tal talento y naturalidad, dosificando el tempo con tal habilidad… que caes rendido ante el mayor de los absurdos, sólo pendiente del magnífico rato que estás pasando. Pero el mérito de ello es de Hitchcock y su realización, de la ponderación del detalle… Sin todo esto la peli se hundiría a los 20 mins.
Inferior a la Trama y, sin embargo, me gusta más. Me divierte más.
El technicolor te fulmina con su encanto. Sin duda. La Kelly flojita, sin duda, también.
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SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
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Por lo demás esta cinta tiene, las de Hitchcock en general lo tienen, esa condición de tiempo detenido. De pieza de museo ante la que pararte y admirarte. De retrato de una forma de hacer cine e, incluso y si te detienes a observar bien, de una forma de vivir.
Unos se preguntan con frecuencia el motivo de que otros, casi por sistema, valoren tan positivamente las pelíciulas de directores como Sir Alfred. Quizás sea porque sus imágenes son imperecederas, tienen esa condición. Quizás es que son ya surcos del tiempo en forma de cine.
Quizás sea por eso. Quizás no.
Por lo demás esta cinta tiene, las de Hitchcock en general lo tienen, esa condición de tiempo detenido. De pieza de museo ante la que pararte y admirarte. De retrato de una forma de hacer cine e, incluso y si te detienes a observar bien, de una forma de vivir.
Unos se preguntan con frecuencia el motivo de que otros, casi por sistema, valoren tan positivamente las pelíciulas de directores como Sir Alfred. Quizás sea porque sus imágenes son imperecederas, tienen esa condición. Quizás es que son ya surcos del tiempo en forma de cine.
Quizás sea por eso. Quizás no.