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Estados Unidos Estados Unidos · Raccoon City
Voto de Maldito Bastardo:
4
Serie de TV. Drama Miniserie de TV (2012). 6 episodios. Elaine Barrish, ex Primera Dama de los Estados Unidos, actual Secretaria de Estado y recientemente divorciada, tiene que lidiar con los problemas del Departamento de Estado a la vez que trata de mantener unida a su familia. (FILMAFFINITY)
7 de agosto de 2012
9 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una ex Primera Dama divorciada de un ex presidente al que la mayoría de norteamericanos asocian a la palabra ‘sex’ ocupa el puesto de Secretaria de Estado. Pero debido a decisiones de su actual Presidente poco rigurosas, cobardes y que demuestran poca firmeza en sus convicciones, decide replantearse competir contra el hombre que la ganó dos años antes en las primarias y que actualmente es la persona más poderosa de la nación. Las comparaciones son inevitables entre Hillary Clinton y Elaine Barrish Hammond, pero los datos de audiencia de “Political Animals” parecen meros sondeos electorales: para algunos son estimables, para otros una decepción.

Tal vez a Greg Berlanti le delata el culebrón familiar y tener un casting sólido con una Sigourney Weaver solvente y creíble en su rol de dama de América, retomando su estela en “Armas de mujer” y tildada de zorra oportunista y ansiosa de poder por la gente que no la conoce. Por ese pueblo norteamericano que duda y tiene en su mano poner a su primer presidente sin pito en la Casa Blanca. A su marido le ‘perdonaba’ sus infidelidades porque se ‘casó con la nación’ y lo curioso de “Political Animals” es que sus enemigos viven de puertas para dentro: su familia es aquello que puede hacer peligrar sus máximas aspiraciones. Un hijo mayor que odia a su padre y le echa en cara sus fracasos y que se ha convertido en su mano derecha, otro hijo gay y drogadicto que intentó suicidarse, una madre alcohólica y brutalmente sincera, una nuera bulímica y un ex marido y presidente que después del divorcio ha acabado con un clon de Pechofía Vergara. Pero, sobre todo, resulta interesante e incluso insólito que el antagonista de la heroína sea el propio Presidente de los Estados Unidos de América. La serie quiere hallar la dicotomía y giros anímicos entre crisis de estado y familiares con una periodista, que ganó un Pulitzer a costa de humillar a los Hammond, y que se convierte en un comodín (para lo bueno y lo malo) para la ex Primera Dama. Todo esto mientras la perspicaz e incisiva periodista ve reflejos de alguien al que ha criticado en su propia vida y empieza a ‘admirar’ desde el interés personal y periodístico… y que, poco a poco, vemos que puede tener en su mano aupar o destruir.

Se echa en falta más estilo ‘Sorkinisms’ en los libretos y menos líneas de previsible culebrón con tendencia sensacionalista. Está muy bien aquello de que a Elaine Barrish le gusten los elefantes por ser criaturas majestuosas, temibles pero aún dulces pero realmente la serie gira en torno a la familia, el matriarcado y el interés mediático que queda en ese «Sólo nos quieren cuando no están ocupados odiándonos». Mucho decir que tiene un culo maravillo pero a la serie de a Greg Berlanti le falta delantera.
Interesa, como mucho, los flashbacks que muestran la madurez e inteligencia adquirida por los palos que le dado la vida a Elaine Barrish, pero sobre todo esos brillos luminiscentes que destellan en el pasado, sobre esa cultura política del foco y la ceguera. Pero “Political Animals” no resulta creíble y la calidad de sus guiones apenas genera tensión en los espectadores. Más que un drama político, parece un telefilme de sobremesa sobre un matrimonio en eterna crisis hayan vivido en la Casa Blanca o en Pittsburgh. Los personajes secundarios están mal definidos y resulta irrisorio que el Presidente tenga mejor peinado de carisma. Lo mejor son los enfrentamientos (y acercamientos) dialécticos entre Sigourney Weaver y Carla Gugino. Pero es un bagaje escaso para una de las series con más aspiraciones para este verano. Realmente “Political Animals” quiere hablar de la vida personal frente a la política en tiempos en los que los problemas personales de los televidentes están provocados (in)directamente por los políticos. Como diría Andrea Fabra «Que se jodan». Los políticos, claro.
Maldito Bastardo
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