"Un corazón, un alma". Hermosa frase para interpretar la amistad del grupo de amigos que tuvo Karol Wojtyla en su juventud, durante la invasión nazi a Polonia.
Una notable producción televisiva que supera a la versión gringa con Jon Voight, sobre todo por la versatilidad de sus actores, su buen ritmo y dirección, a pesar de notarse el limitado presupuesto con el que fue realizada.
Piotr Adamczyk está convincente en el papel del joven Wojtyla, hasta que le llega la hora de tomar el timón de la barca de San Pedro en 1978, luego de una vida marcada por el sufrimiento y las persecuciones nazi y socialista, superados por su fe de hierro y su perseverancia en la libertad y en el amor de Dios hacia los hombres.
Y lo bueno es que las 3 horas de duración se pasan rápido, pues el guión te engancha mostrando acertadamente la evolución humana y religiosa de Karol. Y por ello no puedo dejar de mencionar la continuación en "Karol, el Papa, el hombre", mostrando a Juan Pablo "el Grande" en su vida íntima y sus problemas que enfrentó en un mundo que experimentaba cambios dramáticos. Su gran carisma y su espíritu guerrero y fiel al Señor lo convirtieron hoy en un hombre que cambió la historia y modelo de vida para los católicos.
Por ello, muy buena esta serie para ver una y otra vez.