Pequeña joya argentina a base de silencios y situaciones cotidianas, que van sumándose lentamente para formar una maravillosa imagen de la adolescencia, y quizá de algo más.

La sensación de no saber a dónde ir y el estar solo nadando en un mar de incertidumbres crean en este chaval la necesidad de ir en busca del hermano que en otro tiempo fue su compañero.

No recuerdo haber visto una película que lograra retratar mejor que ésta a un chaval perdido, aún viviendo las cosas normales de su edad, pero falto de rumbo y con una constante sensación de vacío.

Resulta mágico cómo una simple película puede transmitir tantas sensaciones de una forma o con unos medios tan aparentemente simples.
Los diálogos, las miradas ausentes de los personajes, las conversaciones intrascendentes, todo está genialmente rodado aquí.

Me da pena el chaval, como me la da toda la gente que tiene esa mirada: cuando te das cuenta de lo que hay.
Está tan desorientado que me entran ganas de decirle que yo también me siento así después de mucho tiempo, y que esa sensación no llega a desaparecer en la vida.

Os la recomiendo.