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España España · Honor al Sabadell!
Voto de Grandine:
1
Aventuras. Infantil. Acción. Comedia La tecnología HD/3-D entra en escena cuando los jóvenes agentes Juni (Daryl Sabara) y Carmen Cortez (Alexa Vega) emprenden la misión más emocionante de sus vidas: un viaje al interior de la realidad virtual de un videojuego en 3D que ha sido especialmente diseñado para acabar con ellos. Un videojuego en el que cobran vida los gráficos y criaturas más sorprendentes que puedan imaginarse. Los Spy Kids tendrán que plantar cara a unos ... [+]
25 de noviembre de 2006
27 de 41 usuarios han encontrado esta crítica útil
Si llamarle a esto cine ya es una estupidez como la catedral de Santiago de grande, llamarle videojuego es hacerle un flaco favor al desgraciado de Rodriguez, que para trazar sus intentos de guión debe contratar a simios autistas para ahorrarse una pasta en guionist... ¡ai, que digo! Si los escribe él mismo... pues con esto ya está todo dicho.. ¿no? O casi todo, vaya, porque si empezase a largar sobre este memo.. podría dar para páginas y páginas.. En tal caso, sólo diré que destrozó guiones como los de Abierto hasta el amanecer y ha creado una serie de birrias a las que llama sagas y por las cuales más de uno estaría dispuesto a partirle las piernas. Yo entre ellos.

Aquí da vida a su imaginación de infante para crear un señor excremento que provocaría nauseas al mismísimo rey de la farlopa, Tony Scott, contratando a múltiples actores de diversos tipos:
Tipo A - Cuyas carreras como actores terminaron desde el momento en que empezaron (o lo que vendría a ser lo mismo, Antonio Banderas)
Tipo B - Intentos de intérprete más acabados que la carrera de Oliver Stone. Aquí da el pego Sylvester Stallone, haciendo el memo y además por cuadruplicado
Tipo C - Cuyas pretensiones son tan bajas que se introducen en cualquier bodrio que les ofrezcan. Demasiados lleva ya Buscemi..
Tipo D - De relleno, para que las carencias del "guión" no sean tan evidentes

Un engendro enorme que ni maravillará a los más pequeños del lugar, ni hará vomitar a los más veteranos del terreno, sencillamente hará que las tendencias suicidas de cualquiera que se tope con tal bazofia aumenten hasta límites inhospitos.
Y es que, cuando uno intenta idear tintes humorísticos, y lo más cercano que encuentra es una mueca entre risa incrédula y mirada desesperada, mejor le vendría planteárselo.
Pues eso, señor Rodriguez, plantéeselo, plantéeselo, y deje el cine de una puta vez.
Grandine
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