Esta película refleja todo lo que es y como se crea una secuela típica. Una primera media hora dedicada casi por completo a recordar el original, refrescar la trama de la primera, presentar las consecuencias que ha causado en la Teniente Ripley, e incluso empezar mostrando la nave y el gatito que tan característicos son en la primera. Y apartir de ahí coger todo lo que funcionó en el películón de Scott y repetirlo, pero también con maestría, eso sí. Tenemos un androide, un malo, un montón de muertes, Ripley se encariña con alguien por quien tendrá que hacer todo lo posible para que ambas salgan con vida (en la primera era el gato, ahora una niña encantadora), Ripley es tomada por tonta y al final resulta que es la diosa más grande que ha salido en la pantalla en ropa interior; los aliens una vez más se cuelan donde menos los esperas (aunque claro, ahora sí que los esperas)...

Pero al margen de que el comienzo sea demasiado repetitivo para los que conocen bien y tienen fresco el original, y aunque todas las escenas claves nos resulten demasiado familiares, lo cierto es que en cuanto la nave de Ripley se posa en el planeta de los Aliens cmienza un auténtico películón de intriga, que constantemente te pone los pelos de punta y el corazón encogido de los nervios y la tensión extrema.

Hay un aspecto en el que creo que incluso supera al original, la acción. Es uno de lo puntos fuertes de la película y suple la falta de originalidad del original. Lo único malo es que los marines son demasiado "marines", demasiado americanos. Obviamente esto es voluntario y es un recurso para mostrar la formalidad de Ripley frente a estos tipos enamorados de las palabras malsonantes, de las fanfarronerías y de los chistes faciles; pero al principio es demasiado exagerado, no se salva ni uno. Aunque el hecho de que los pesonajes sean tan planos al principio ayuda aque evolucionen mucho más y al final no se parecen en nada a lo que empezaron siendo.

En resumen, una secuela típica, basada en calcar el éxito del original, pero tratandolo de un modo nada pretencioso y formalmente magnífico,con grandes efectos y un gran ritmo lento para crear tanta tensión como en la de Scott.