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Voto de mister:
10
Serie de TV. Drama Miniserie de TV (2019). 5 episodios. El 26 de abril de 1986, la Central Nuclear de Chernóbil, en Ucrania (por entonces perteneciente a la Unión Soviética), sufrió una explosión masiva que liberó material radioactivo en Ucrania, Bielorrusia, Rusia, así como en zonas de Escandinavia y Europa Central. La serie relata, desde múltiples puntos de vista, lo que aconteció en torno a una de las mayores tragedias en la historia reciente, así como ... [+]
21 de mayo de 2019
245 de 281 usuarios han encontrado esta crítica útil
Sin spoilers, diré que la mejor serie de 2019 es del genero del horror. Sin paliativos ni subgéneros, horror puro. Y el buen horror siempre asusta más en lo que implica que en lo que muestra. No llegamos nunca a ver los ojos del bebé de Rosemary en la Semilla del Diablo, pero la vemos a ella y eso basta. Eso funciona. Lo temible está siempre allí donde no miramos, en la noche, en las periferias de la percepción. El verdadero miedo es siempre a lo desconocido y a lo que no entendemos. Cuando las luces se encienden y el monstruo se revela llega el susto, pero después, si las luces continúan encendidas, no importa como de horrible sea dejamos de tener miedo. Allí el horror se desvirtúa y entran otras emociones más necesarias para nuestra supervivencia. El miedo es solo un consejo de prudencia de nuestra mente, cuando la amenaza se define la prudencia pierde su importancia. Es después cuando la adrenalina corre por nuestras venas y arde en las calderas de nuestro cerebro, que funciona a toda maquinaria buscando respuestas porque la amenaza ya es conocida. Ya ha sido abarcada. Solo queda buscarle una solución.

Para disfrutar de esta serie debemos olvidar lo que sabemos y empezar con los personajes, desde el desconocimiento. Chernobyl empieza con una breve exposición y tras eso, llega la explosión. Durante el primer capítulo los personajes corren por los pasillos destruidos y humeantes, cayendo enfermos por momentos. No saben qué ha ocurrido pero saben que se están muriendo, notan las quemaduras, el sabor metálico en la boca, las nauseas mientras sus órganos se licuan. El camarada Diatlov es un ingeniero nuclear y el hombre al mando, él sabe. Él es nuestra Rosemary. Él ve el grafito en el suelo desde el pasillo cuyas ventanas han sido destruidas. No significa nada para nosotros pero sabemos que sí para él. Nosotros sabemos que él sí sabe y reacciona de la forma más horripilante para nosotros los desconocedores: negación. Ni una gota de adrenalina corre por sus venas, aquel qué conoce lo que ha ocurrido no puede afrontarlo y no busca soluciones porque sabe que no las hay. Nosotros sabemos a través de su negación que no las hay. La negación es una forma de piedad, los cuidados paliativos que nuestro subconsciente nos suministra cuando cree que hemos llegado al final. Así nos dice la serie que no hay salida, que está todo perdido.

Después, seguimos a más gente que no sabe. El bombero que inocentemente coge una roca del suelo para inmediatamente sufrir quemaduras mortales incluso a través de los guantes, los operarios que tratan de seguir echando agua al núcleo de un reactor que ya no está allí, los ciudadanos de Prypiat contemplando la bella luz ionizada que emite el incendio mientras las cenizas radioactivas caen sobre ellos. No sabemos por qué ocurre, pero ya sabemos a esas alturas que toda esa gente está condenada. Solo durante un segundo en el episodio piloto se nos permite atisbar el horror que arde en el corazón de Chernobyl, el núcleo de uranio-235 ardiendo sin control a miles grados entre hormigón licuado, hierros fundidos y llamas de grafito. El resto, tenemos que imaginarlo. Igualmente no se nos muestra la serie de errores que llevaron al accidente sino que se nos muestra el mismo sistema inoperante y anquilosado funcionando después, y el resto debemos imaginarlo.

La serie de Chernobyl se ganó el 10 que le doy en la escena en la que un operario es forzado a ir al tejado y a mirar por si mismo en el interior de la planta. Una mala serie me hubiese mostrado el fuego y yo no hubiese sentido nada. No soy físico nuclear, no sabría distinguir una llama normal de una que vaticina el apocalipsis atómico. Chernobyl no me muestra eso sino al hombre mirando al abismo y después a la cámara, al espectador, a mí. El infierno revelado ante él y ni una gota de adrenalina en sus venas. Esta es para mí la escena de horror existencial más perfecta que recuerdo. Y todo esto tan solo en el primer capítulo, dadle una oportunidad a la serie y veremos más.
mister
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