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Voto de Sibila de Delfos:
7
14 de julio de 2015
2 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Strangeland tiene, curiosamente (y es de suponer que inintencionadamente) muchos puntos en común con La Isla Mínima.
Tenemos dos adolescentes desaparecidos, dos padres desesperados cuya relación se tambalea mientras los consume la angustia y el miedo, un pueblo amenazador, una constante sensación de asfixia y un paraje natural extremo. Con esos elementos Kim Farrant compone un thriller muy inquietante a ratos, desesperante en otros por su lentitud, pero siempre novedoso y cargado de un cierto aire malsano que impregna toda la película y le da una fuerza inusual. No es perfecta, le sobran minutos y le falta ritmo a veces, pero se deja ver muy bien y sin duda sobresale entre la media de thrillers corrientes por su estudio sobre la amenaza del entorno y cómo el miedo puede apoderarse de los seres humanos hasta llevarlos a la paranoia. Farrant, además, es generosa con las imágenes impactantes, como la de la escena de sexo entre los dos protagonistas, una de las más valientes de los últimos tiempos.
Así, lo mejor es sin duda la entrega de Nicole Kidman y Joseph Fiennes, ambos soberbios en sus personajes. La australiana, muy injustamente tratada en los últimos años debido a algunas de sus decisiones artísticas y al Botox se que ha inyectado, da una lección una vez más a muchas de sus coetáneas, no solo por su talento (innegable para cualquiera que tenga dos ojos en la cara, con o sin Botox) sino también por su valentía a la hora de protagonizar productos tan arriesgados y poco comunes como este. El inglés, por su parte, hace la que probablemente es la mejor interpretación de una carrera poco lustrosa, y está imperial en su plasmación del dolor del personaje.
En definitiva, un notable thriller que produce mucho desasosiego, y eso es exactamente lo que buscaba.
Lo mejor: Kidman, Fiennes y la irrespirable atmósfera de dolor que tiene.
Lo peor: Quizás el final, tan poco definido, o lo lenta que es a ratos.
Tenemos dos adolescentes desaparecidos, dos padres desesperados cuya relación se tambalea mientras los consume la angustia y el miedo, un pueblo amenazador, una constante sensación de asfixia y un paraje natural extremo. Con esos elementos Kim Farrant compone un thriller muy inquietante a ratos, desesperante en otros por su lentitud, pero siempre novedoso y cargado de un cierto aire malsano que impregna toda la película y le da una fuerza inusual. No es perfecta, le sobran minutos y le falta ritmo a veces, pero se deja ver muy bien y sin duda sobresale entre la media de thrillers corrientes por su estudio sobre la amenaza del entorno y cómo el miedo puede apoderarse de los seres humanos hasta llevarlos a la paranoia. Farrant, además, es generosa con las imágenes impactantes, como la de la escena de sexo entre los dos protagonistas, una de las más valientes de los últimos tiempos.
Así, lo mejor es sin duda la entrega de Nicole Kidman y Joseph Fiennes, ambos soberbios en sus personajes. La australiana, muy injustamente tratada en los últimos años debido a algunas de sus decisiones artísticas y al Botox se que ha inyectado, da una lección una vez más a muchas de sus coetáneas, no solo por su talento (innegable para cualquiera que tenga dos ojos en la cara, con o sin Botox) sino también por su valentía a la hora de protagonizar productos tan arriesgados y poco comunes como este. El inglés, por su parte, hace la que probablemente es la mejor interpretación de una carrera poco lustrosa, y está imperial en su plasmación del dolor del personaje.
En definitiva, un notable thriller que produce mucho desasosiego, y eso es exactamente lo que buscaba.
Lo mejor: Kidman, Fiennes y la irrespirable atmósfera de dolor que tiene.
Lo peor: Quizás el final, tan poco definido, o lo lenta que es a ratos.