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Voto de Luis Guillermo Cardona:
9
Cine negro. Drama. Romance Toda la historia transcurre en menos de un día, y en sólo tres escenarios: un bar del puerto, una pensión y los muelles de la ciudad de Nueva York. Bill Connolly es fogonero en un barco, y tiene una única noche libre en tierra. Mientras camina por los muelles, una muchacha se arroja al agua. Bill la rescata, y poco a poco ambos se sienten atraídos el uno hacia el otro. (FILMAFFINITY)
23 de noviembre de 2009
16 de 18 usuarios han encontrado esta crítica útil
El cine es como el cristianismo: nació pensado para el pueblo. La religión de Jesús se conectaba con los desarraigados, los humildes y los limpios de corazón, y el cine tomó partido por la clase obrera. No por nada, la primera película se tituló, “La Salida de los Obreros de la Fábrica Lumiére”; la primera comedia, “El Regador Regado”; y el primer corto trucado, “La Demolición de un Muro”.

Pero, como ocurriera con el cristianismo, el cine cayó luego en manos de tipos obnubilados que buscaban la satisfacción de sus intereses individuales antes que los colectivos... y fue así como, el dio$ dinero, entró en el juego… y la espiritualidad y el ideario consecuente, propósito clarificador, edificante y crítico del cine, entró en la mayor escasez... brotando, desde entonces sólo ocasionalmente, gracias a los persistentes, consecuentes y obstinados defensores de los intereses populares que nunca faltan en la sociedad que padecemos.

Josef von Sternberg, fue uno de los realizadores que se mantuvo, en alto grado, coherente con los propósitos iniciales del Séptimo Arte, y a la sofisticación y rimbombancia de buena parte del cine, él antepuso historias de gente común de la que movía (y se moría) en los lugares más arrinconados del planeta... y lo mejor de todo es que, con tales historias, logró uno de los legados más relevantes y perfectos que, como arte cinematográfico, podamos encontrar. Véase “Underworld”, “Der blaue Engel”, “Morocco”… o <<LOS MUELLES DE NUEVA YORK>>, y ahí se tiene cine excelso, lleno de dignidad y calidez, y con un virtuosismo visual e interpretativo en las más altas cumbres.

Para disponer del mayor rigor estético, Sternberg hizo reconstruir en un Estudio un ambiente de muelle con todas sus sombras, su hollín y sus neblinas. Puso a moverse a los pendencieros, los rebuscadores, las mujeres disponibles y a toda esa gente de puerto para quienes la vida va y viene sin grandes objetivos... y es allí donde transcurre la singular historia de un fogonero que, tras salvar la vida de una bella chica que se lanzó al río con ansias de hacer el viaje sin regreso, encuentra ocasión para jugar con el amor, sin darse cuenta, en principio, que ese juego es, en el fondo, lo que su corazón más desea.

Mae, ve en él una esperanza de retomarle sentido a la existencia, pero asume con dignidad y aceptación plena, las decisiones que Bill toma con su vida... así, este sencillo juego de amor, se va tornando en una cálida y romántica experiencia, a la que, sólo un maestro como Sternberg, podía extraer toda su poesía y su fuerza emocional.

El guion, escrito por Jules Furthman, basado en una historia de John Monk Saunders, dignifica al ser humano, engrandece a los seres más marcados, y nos muestra incesantemente que, los más grandes sentimientos y valores, están también allí donde, muchos, jamás llegan a imaginarlo.

George Bancroft, impacta y conmueve como Bill Roberts. Betty Compson, es una Mae, dulce y arrobadora; y, Olga Baclanova, es la mujer hastiada de su burdo marido que ve, en la joven rubia, la esperanza de que el amor surja al menos en otro lado... y el amor, puedes estar seguro, se mueve como el agua y tan sólo espera el menor resquicio para penetrar de manera incontenible; al fin y al cabo, el universo entero es obra suya.
Luis Guillermo Cardona
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