Esperaba con ganas lo último de Ben Stiller como director después del regalazo para el hipotálamo que supuso "Zoolander" y teniendo en cuenta lo suculento del reparto encabezado por el mismo Stiller, el cachondo Robert Downey Jr y el incomparable Jack Black. Junto a mi compañero de casa, muy fan de Stiller y con el que me he debido tragar el 90% de su filmografía, nos sentamos a verla con la típica mueca de anticipación risil que empieza a tirarte de la comisura de la boca cuando te pones a ver algo que, de seguro, te hará carcajearte hasta la extenuación.

Los primeros veinte minutos, parecen confirmar las expectativas: un falso trailer desternillante, la aparición del nunca suficientemente ponderado Steve Coogan (¡más películas para este hombre, por Boll!) y una tremebunda introducción al más puro estilo "Desaparecido en combate" que promete lo suyo.

Y a partir de la desaparición del personaje de Coogan...bajonazo. Lo que sigue se supone que es una gran parodia del género bélico, pero rodada con una puntería tan chusca (el guión no sabe ser paródico sin caer en lo dramático) y un espíritu tan desorientado sobre lo que se quiere lograr, que la sensación final es de absoluto aburrimiento y sobre todo, desconcierto. El rictus de anticipación de arriba se ha transformado en un inicio de bostezo.

A los cincuenta minutos, mi compañero ha caído en combate y ronca apaciblemente en una esquina del sofá, lo cual envidio porque a mí me cuesta mucho dejar una película a medias aunque sea un horror. Sin embargo, no todo está perdido, puesto que descubro que puedo ejecutar mi nuevo videojuego favorito en una discreta pero práctica ventana en el escritorio y jugar mientras resisto lo que queda de la película (sin embargo, todavía tengo la esperanza de que haya un giro espectacular de estilo y "Tropic Thunder" se convierta de pronto en una peli cachonda).

La cosa sigue y sigue y sigue y se repite y no mejora, si acaso va a peor. Un lamentable Tom Cruise da el cante con un disfraz de Torrente cuya gracia todavía no le he encontrado (nunca consideré la prótesis como un gran valor cómico per se). Matthew McConaughey, esa especie de Woody Harrelson bajo en calorías y alto en testosterona, aparece y desaparece sin que nadie eche de menos (o de más) su intervención en el filme. El registro de Robert Downey Jr., que más o menos es el mismo que lleva utilizando desde que se desenganchó de las droga, ya huele a cosa muy rancia. Y por salvar algo, Ben Stiller que como director y protagonista está en su salsa y a Jack Black, que va tan a su bola que ni siquiera la mediocridad del conjunto consigue afectarle.

Y para concluir, comentar que el motivo por el que esta crítica ha resultado ser tan larga es que me aburrí tanto con la película que dediqué el 80% de su metraje a pensar qué pondría en la crítica.