Quitando la estupenda ambientación y la parte del presidio, esta adaptación me pareció muy inferior a la del 98 para la televisión. En los recortes para ajustar la duración se ha perdido el refinamiento en la venganza, de manera que ahora todo se reduce a un plan demasiado precipitado.
Los personajes también han perdido toda la miga: Caviezel, el segundo mejor del reparto tras Harris, no puede compararse con Depardieu –quien piense que el Edmond de Depardieu estaba demasiado gordo como para creerse que pasó tantos años a la sombra (fallo en el que yo también reparé), debería encontrar también inverosímil que el aspecto de Caviezel y compañía no varíe apenas tras 18 años; en este aspecto es mejor la del 98, pues emplea a actores diferentes para encarnar a los personajes en su juventud–; Guy Pearce, en una de sus peores interpretaciones, es incapaz de adecentar a un Mondego sin apenas profundidad, que es malo porque sí; una tal Dagmara Dominczyk pasa desapercibida en su construcción de una Mercedès demasiado putilla como para guardarle alguna comprensión; y Luis Guzmán, pese a ser un actor que me cae muy bien, no pinta nada en esta historia tal y como quedó con las modificaciones.

Lo mejor: Richard Harris y la parte en la prisión.
Lo peor: la escena final, en la que se produce una reunión al más puro estilo telenovela mexicana, y su tópica resolución.