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Voto de Sandro Fiorito:
8
Drama. Comedia En 1961, Italia vive una revolución social y económica que no parece afectar a Accio, un adolescente rebelde y problemático que vive en Sabaudia, una pequeña ciudad del Lacio. Sólo por irritar a sus padres, Accio se une a un partido neofascista. Mientras tanto, Manrico, su hermano mayor, es el líder local de la izquierda. La actitud política de Accio avergüenza tanto a Manrico que deja de hablarle a su hermano. La única vía de ... [+]
13 de junio de 2013
8 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
El cine italiano contemporáneo nunca deja de sorprenderme gratamente. En esta ocasión, con “Mi hermano es hijo único”, Daniele Luchetti, también director de la acertadísima película erigida como un creíble drama social “La nostra vita” (2010), demuestra una sensibilidad y entrega en su trabajo que transmiten el sentir de lo escrito por uno de los mejores duetos de guionistas del cine europeo, Sandro Petraglia y Stefano Rulli, ambos autores de cintas como “La nostra vita” (2010), “Cuando naces… ya no puedes esconderte” (2007) o extraordinarias miniseries como “La mejor juventud” (2003). En compañía de otro guionista, Petraglia ha escrito guiones como el de “No mires atrás” (2007), cinta protagonizada por el camaleónico y brillante Toni Servillo. Los textos de estos escritores (aquí basado en la novela de Antonio Pennacchi) siempre han solido ir acompañados de una fuerte carga sentimental que apuesta por reflejar la parte más cotidiana y natural, sin correcciones políticas mediante, de la sociedad italiana.

Aquí, ese sentimiento a la hora de escribir y filmar se ve plasmado en la práctica totalidad de los personajes, sobre los que desarrollan unas interpretaciones exquisitas. Y es que si además de tener una buena base para trabajar, los papeles de los actores son más que buenos, sólo puede salir a la luz un pequeño regalo del cine italiano como “Mio fratello è figlio unico” (por favor, véanla en VOS para poder disfrutar de esa fuerza, ironía y belleza del idioma italiano). ¿Y de qué nos habla Luchetti en esta cinta? Retrocedemos hasta la década de los sesenta para ver al rebelde adolescente Accio Benassi (Vittorio Emanuele Propizio) dispuesto a convertirse en sacerdote, deseo frustrado por su falta de fe, que le empuja a volver nuevamente con su familia en un ambiente hostil y derrumbado que aquí se representa de manera magistral, pues yo me creo todo: su mala relación con el hermano mayor Manrico (Riccardo Scamarcio), la sensación de rechazo que siente de su propia madre Amelia (Angela Finocchiaro), cada discusión que se sucede entre todos…

Su tambaleante posición dentro de la familia va convirtiéndolo cada vez más en un joven arisco e independiente que, motivado por Mario, un vendedor de manteles (Luca Zingaretti), se apunta a un partido fascista. Más que por hacer enfadar a los suyos (como se cuenta en alguna sinopsis de por ahí), por el hecho de encontrar en esas filas, y en Mario, el cobijo o sensación fraternal que no vislumbra en su propio hogar. Los años pasan y Accio crece, por lo que su papel pasa a ser protagonizado por Elio Germano, quien mantiene firme el grandioso trabajo que hasta ese momento estaba desarrollando Vittorio Emanuele con una naturalidad y entrega que me ha conquistado y que obliga a seguir de cerca a este actor nacido en 1991. Germano (“Díaz – No limpiéis esta sangre”, 2012), completamente metido en su personaje, apuntala con su trabajo un protagonista memorable, auténtico y desgraciado sobre el que se puede sentir toda la empatía que un rol pueda producirte en el cine.

Su trabajo está flanqueado por el del célebre Riccardo Scamarcio (“Manuale d’amore 2”, 2007), que encarna en un buen papel al hermano de Accio, que se encuentra en las antípodas de éste al ser él un revolucionario comunista. Dicha esta referencia aprovecho para citar que la ideología de los Marx, Stalin, Mao y compañía parece disfrutar aquí de una distinción más respetuosa (en ocasiones, casi de admiración) que los regímenes fascistas, cuando debería ser tratada con el mismo desprecio que merece cualquier movimiento que oprima de una u otra forma las libertades de un pueblo o diga cómo se debe pensar. El trabajo del reparto me ha parecido extraordinario y además de los citados, destacan por encima del resto Luca Zingaretti (“Sanguepazzo”, 2008), Angela Finocchiaro (“La bestia en el corazón”, 2000) y por supuesto la bellísima actriz francesa afincada en Italia, Diane Fleri (“Posti in piedi in paradiso”, 2012), quien risueña y con una sincera mirada que enamora, contagia cada una de las sonrisas de su indispensable personaje.

“Mio fratello è figlio unico” disecciona el drama de una familia rota y recorre los años a través de la madurez de sus personajes y las experiencias que estos viven, con la juventud, la política y el amor como trasfondo de un cóctel que monta cada una de sus historias con garra, emoción y personajes que importan, que tienen algo que decir y que, como Accio, encarnan una rebeldía que desemboca en lo solitario y desgraciado de un rol inolvidable. Cada actor defiende su papel con tal intensidad que hace que el argumento se empape de verismo y provoque el espectador sienta empatía por sus personajes. La dirección ha construido un producto lleno de realidad con una historia que destila espontaneidad, algo que se transmite con fluidez desde todas sus escenas, contando aquellas que contrastan momentos muy diferentes como los buenos y malos,y demostrando la misma fuerza y acierto para representar ambos.

Mención especial para la BSO de Franco Piersanti (“Habemus papam“, 2011), quien mezcla sus ligeras y agradables partituras originales con temas de la época en la que se basa la trama, como el excepcional “Ma che freddo fa” de Nada Malanima, con aportes de Beppe Servillo y otras canciones que aportan frescura y ritmo como el “Chariot” de Betty Curtis, “Riderà” de Little Tony o el “Amore disperato” con el que, también Nada, cierra esta extraordinaria película.
Sandro Fiorito
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