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Voto de Miquel:
8
7,5
10.114
Comedia. Drama
Don Rafael Costa, embajador de Miranda, y el matrimonio Thévenot están invitados a cenar en casa del matrimonio Sénechal, pero a causa de un malentendido tienen que ir a un restaurante. Cuando llegan, no pueden cenar porque el dueño del lugar ha muerto. A partir de ese momento, las reuniones de este selecto grupo de burgueses se verán siempre interrumpidas por las circunstancias más extrañas, algunas reales y otras fruto de su imaginación. (FILMAFFINITY) [+]
27 de mayo de 2010
93 de 102 usuarios han encontrado esta crítica útil
Antepenúltimo largometraje de Luis Buñuel (1900-83), es el más surrealista de los films de su última etapa. El guión es original de Buñuel, que lo escribe con la colaboración de Jean-Claude Carrière. Se rueda en escenarios reales de Paris y en los platós de Paris Cinema Studios (Boulogne Billancourt). Nominado a 2 Oscar, gana uno (película de habla no inglesa), que es el único de Buñuel. Producido por Serge Silberman para Greenwich film Production, se estrena el 15-IX-1972 (Francia).
La acción dramática tiene lugar en Paris y alrededores a lo largo de varias semanas de 1972. Rafael Acosta (Rey), embajador en Paris de un país imaginario de América del Sur, se reúne asiduamente a manteles con sus amigos y socios, el matrimonio formado por Henri (Cassel) y Simone (Seyrin) Sénéchal y el formado por François (Frankeur) y Alice (Audran) Thévenot. Habitualmente se une al grupo, Florence (Ogier), la hermana menor de Simone. Los seis personajes forman un grupo representativo de la burguesía parisina de principios de los 70. Cultivan la hipocresía, rinden culto a las apariencias, mantienen actitudes falsamente amables, desarrollan comportamientos egoístas y ocultan bajo la fachada de sus buenos modales, actitudes brutales y crueles.
El film suma comedia, drama y fantasía. Explica un hecho que luego se repite con variantes una y otra vez, a la manera de lo que sucede en la vida, hecha según Buñuel, de reiteraciones de situaciones y hechos. La vida de los seres humanos es suma de prácticas que se repiten periódicamente: trabajo, comidas, encuentros con amigos, fiestas, viajes., infidelidades, temas de conversación, etc. Las comidas y cenas que el grupo organiza topan siempre con impedimentos que las hacen imposibles, como malentendidos, velatorios, maniobras militares, etc. Los afectados no pierden la compostura porque están acostumbrados a fingir y lo hacen bien porque es lo que hacen siempre.
La narración no tiene una estructura lineal ni la sistemática convencional. Yuxtapone escenas aparentemente sin conexión, que enlaza a la manera de los cuentos de “Las mil y una noches”. Los personajes parecen títeres sin alma, que se mueven en un mundo irreal o falso. La película carece de hilo argumental: los hechos se originan o se hacen presentes por azar, motivos casuales o imprevistos. Por ello el film está lleno de digresiones, colusiones, interrupciones e insertos fantasiosos. Para mayor abundamiento, se mezclan sueños y realidad, de manera que el espectador tarda a veces en advertir si lo que le cuentan es real o imaginario. Las diferencias entre los dos ámbitos tiene escasa importancia porque el discurso no se ajusta a las normas de la racionalidad, sino a las de una comunicación fluida y eficaz.
La acción dramática tiene lugar en Paris y alrededores a lo largo de varias semanas de 1972. Rafael Acosta (Rey), embajador en Paris de un país imaginario de América del Sur, se reúne asiduamente a manteles con sus amigos y socios, el matrimonio formado por Henri (Cassel) y Simone (Seyrin) Sénéchal y el formado por François (Frankeur) y Alice (Audran) Thévenot. Habitualmente se une al grupo, Florence (Ogier), la hermana menor de Simone. Los seis personajes forman un grupo representativo de la burguesía parisina de principios de los 70. Cultivan la hipocresía, rinden culto a las apariencias, mantienen actitudes falsamente amables, desarrollan comportamientos egoístas y ocultan bajo la fachada de sus buenos modales, actitudes brutales y crueles.
El film suma comedia, drama y fantasía. Explica un hecho que luego se repite con variantes una y otra vez, a la manera de lo que sucede en la vida, hecha según Buñuel, de reiteraciones de situaciones y hechos. La vida de los seres humanos es suma de prácticas que se repiten periódicamente: trabajo, comidas, encuentros con amigos, fiestas, viajes., infidelidades, temas de conversación, etc. Las comidas y cenas que el grupo organiza topan siempre con impedimentos que las hacen imposibles, como malentendidos, velatorios, maniobras militares, etc. Los afectados no pierden la compostura porque están acostumbrados a fingir y lo hacen bien porque es lo que hacen siempre.
La narración no tiene una estructura lineal ni la sistemática convencional. Yuxtapone escenas aparentemente sin conexión, que enlaza a la manera de los cuentos de “Las mil y una noches”. Los personajes parecen títeres sin alma, que se mueven en un mundo irreal o falso. La película carece de hilo argumental: los hechos se originan o se hacen presentes por azar, motivos casuales o imprevistos. Por ello el film está lleno de digresiones, colusiones, interrupciones e insertos fantasiosos. Para mayor abundamiento, se mezclan sueños y realidad, de manera que el espectador tarda a veces en advertir si lo que le cuentan es real o imaginario. Las diferencias entre los dos ámbitos tiene escasa importancia porque el discurso no se ajusta a las normas de la racionalidad, sino a las de una comunicación fluida y eficaz.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
Tiene gran importancia el humor sardónico, corrosivo y de trazos negros, que Buñuel compone con habilidad. No hay gags. Se limita a poner al descubierto las debilidades del ser humano. Nada hay tan cómico para él como el descubrimiento de la hipocresía o de las mentiras, la contemplación de la complacencia de unos ante la desgracia ajena, las manifestaciones de estupidez, arrogancia, cinismo, deslealtad, renuncia a cualquier principio a cambio de ventajas.
Añade sus habituales referencias burlescas a la religión. Equipara a un obispo con un jardinero reducido a la condición de sirviente. No olvida sus fetiches habituales: zapatillas (vendedora de juguetes), zapatos lujosos de Simone y Alice, botines de Florence, vestidos, trajes, sotanas, mujeres rubias, etc. No falta la presencia de animales, símbolos de la irracionalidad, como la mula del carro, las cucarachas del piano, las moscas, etc. Abundan las referencias a ceremonias y objetos religiosos, como la confesión, la absolución, el crucifijo, etc. Condena el consumo de drogas, causa de alienación y corrupción.
El film habla prolijamente de la muerte. Dos muertos comparten conversación con los vivos, dos muertos velan a un vivo, un muerto interrumpe una cenas, un brigadier asesinado de la policía visita la ciudad una vez al año (14 de junio) en busca de redención, las intenciones de los terroristas y de los narcotraficantes profesionales, la cita de la resurrección de Lázaro, el moribundo que pide confesión, etc. Es más, la carretera por la que transita el grupo, a paso apresurado y sin hablar, no es un camino que no lleva a ninguna parte, sino el camino que inexorablemente lleva a la muerte.
Rinde homenaje de simpatía a varias películas y a sus autores. Delphine Seyrie recuerda “El año pasado en Marienbad” (Resnais, 1961), Stéphan Audran “Al anochecer” (Chabrol, 1971), Bulla Ogier “L’amour fou” (Rivette, 1969). Rey elogia a “Contra el imperio de la droga” (1971). Los amigos que se reúnen a manteles rememoran a los invitados de “El ángel exterminador” (1962). Simone recuerda aspectos de Séverine de “Bella de día” (1966). Por lo demás, Buñuel condena los golpes militares pasados y recientes y la tortura policial. Finalmente, se divierte alabando la cocina francesa, los vinos franceses, el champán y los cócteles. Explica con placer cómo se prepara y degusta un Martini Seco y cómo se trincha en la mesa un asado.
La banda sonora incorpora dos cortes de música: el fragmento de un trío (piano, violín y violoncelo) y un solo de piano. En su lugar se ofrecen sonidos de ambiente con sirenas, paso de aviones, toque de campanas, etc., críticos con la polución sonora de las ciudades modernas. La fotografía, de Edmond Richard (“El proceso”, Welles, 1963), en color (eastmancolor) y panavisión, compone una visualidad realista y pulcra para una fantasía surrealista. Sobresale el dinámico trabajo de cámara. Adopta formas del cine francés de “qualité
Añade sus habituales referencias burlescas a la religión. Equipara a un obispo con un jardinero reducido a la condición de sirviente. No olvida sus fetiches habituales: zapatillas (vendedora de juguetes), zapatos lujosos de Simone y Alice, botines de Florence, vestidos, trajes, sotanas, mujeres rubias, etc. No falta la presencia de animales, símbolos de la irracionalidad, como la mula del carro, las cucarachas del piano, las moscas, etc. Abundan las referencias a ceremonias y objetos religiosos, como la confesión, la absolución, el crucifijo, etc. Condena el consumo de drogas, causa de alienación y corrupción.
El film habla prolijamente de la muerte. Dos muertos comparten conversación con los vivos, dos muertos velan a un vivo, un muerto interrumpe una cenas, un brigadier asesinado de la policía visita la ciudad una vez al año (14 de junio) en busca de redención, las intenciones de los terroristas y de los narcotraficantes profesionales, la cita de la resurrección de Lázaro, el moribundo que pide confesión, etc. Es más, la carretera por la que transita el grupo, a paso apresurado y sin hablar, no es un camino que no lleva a ninguna parte, sino el camino que inexorablemente lleva a la muerte.
Rinde homenaje de simpatía a varias películas y a sus autores. Delphine Seyrie recuerda “El año pasado en Marienbad” (Resnais, 1961), Stéphan Audran “Al anochecer” (Chabrol, 1971), Bulla Ogier “L’amour fou” (Rivette, 1969). Rey elogia a “Contra el imperio de la droga” (1971). Los amigos que se reúnen a manteles rememoran a los invitados de “El ángel exterminador” (1962). Simone recuerda aspectos de Séverine de “Bella de día” (1966). Por lo demás, Buñuel condena los golpes militares pasados y recientes y la tortura policial. Finalmente, se divierte alabando la cocina francesa, los vinos franceses, el champán y los cócteles. Explica con placer cómo se prepara y degusta un Martini Seco y cómo se trincha en la mesa un asado.
La banda sonora incorpora dos cortes de música: el fragmento de un trío (piano, violín y violoncelo) y un solo de piano. En su lugar se ofrecen sonidos de ambiente con sirenas, paso de aviones, toque de campanas, etc., críticos con la polución sonora de las ciudades modernas. La fotografía, de Edmond Richard (“El proceso”, Welles, 1963), en color (eastmancolor) y panavisión, compone una visualidad realista y pulcra para una fantasía surrealista. Sobresale el dinámico trabajo de cámara. Adopta formas del cine francés de “qualité