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Voto de Miquel:
8
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Drama. Cine negro
Verano de 1949. Ed Crane (Billy Bob Thornton), un introvertido barbero de un pueblecito del norte de California, se siente insatisfecho de su rutinaria vida. Las infidelidades de su mujer (Frances McDormand) le brindan la oportunidad de ejercer un chantaje que podría ayudarle a cambiar su apática existencia. (FILMAFFINITY)
28 de diciembre de 2011
8 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Noveno largometraje de Joel y Ethan Coen. El guión, escrito por ambos, se inspira en las películas de cine negro clásico de los años 40 y 50. Se rueda en escenarios reales de varias localidades de CA (Santa Rosa, Pasadena, Orange, L.A, Glandale …) y en los platós de New Deal Studios (L.A, CA), con un presupuesto estimado (IMDb) de 20 millones USD. Nominado a un Oscar (fotografía) y a 3 Globos de oro (película, actor/drama y guión/drama), gana el premio al mejor director del Festival de Cannes. Producido por Ethan Coen para Good Machine y Working Title, se proyecta por primera vez en público el 13-V-2001 (Cannes, Francia).
La acción dramática tiene lugar en Santa Rosa, pequeña población de CA, durante el verano de 1949, cuatro años después de la IIGM. El personaje principal es Ed Crane (Thornton), barbero, casado con Doris Crane (McDormand). Trabaja en la barbería de su cuñado Frank Raffo (Badalucco). Doris es la administradora de los negocios de Big Dave Brewster (Gandolfini), con el que mantiene relaciones sentimentales. La adolescente Birdy Abundas (Johansson) toca el piano como los ángeles. Ed es sencillo, poco inteligente, introvertido, reservado, de pocas palabras, adicto a los cigarrillos y de vida rutinaria, anodina y taciturna. El mundo y la vida le son indiferentes, no tiene aficiones, no siente ilusión por nada y no espera nada de la vida. Encarna la figura del americano ordinario de clase media baja de los últimos años 40. Doris es hiperactiva, egoísta, calculadora, infiel y tiene problemas con el alcohol. Frank habla por los codos y, además, lo hace sin parar. Birdy es una adolescente tierna y frágil, aficionada a tocar el piano.
Los realizadores componen un drama de cine negro con elementos de comedia, en la desgranan una visión irónica, melancólica y despiadada de la condición humana. Se sirven de un humor corrosivo y demoledor, que les sirve para tratar con sarcasmo el sueño americano, la paranoia de los marcianos y los OVNIS que cundió en los años de la posguerra, las adicciones, las heroicidades de boquilla, la locuacidad compulsiva, la administración de justicia y sus servidores, el culto a las apariencias, la estupidez humana que lo invade todo, la sociedad americana, la felicidad conyugal, la infidelidad, la codicia de los más, las traiciones de muchos, la mujer fatal de provincias, etc. Basan el humor en un abanico amplio y variado de recursos y de técnicas, como la sorpresa, los imprevistos, la situaciones disparatadas, la suma de contradicciones, la causalidad al margen del principio de causa/efecto, la pulsación del azar, el surrealismo, la exageración, la presunción, la insignificancia, el infortunio, la desproporción, combinaciones de elementos trágicos y cómicos, etc.
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La acción dramática tiene lugar en Santa Rosa, pequeña población de CA, durante el verano de 1949, cuatro años después de la IIGM. El personaje principal es Ed Crane (Thornton), barbero, casado con Doris Crane (McDormand). Trabaja en la barbería de su cuñado Frank Raffo (Badalucco). Doris es la administradora de los negocios de Big Dave Brewster (Gandolfini), con el que mantiene relaciones sentimentales. La adolescente Birdy Abundas (Johansson) toca el piano como los ángeles. Ed es sencillo, poco inteligente, introvertido, reservado, de pocas palabras, adicto a los cigarrillos y de vida rutinaria, anodina y taciturna. El mundo y la vida le son indiferentes, no tiene aficiones, no siente ilusión por nada y no espera nada de la vida. Encarna la figura del americano ordinario de clase media baja de los últimos años 40. Doris es hiperactiva, egoísta, calculadora, infiel y tiene problemas con el alcohol. Frank habla por los codos y, además, lo hace sin parar. Birdy es una adolescente tierna y frágil, aficionada a tocar el piano.
Los realizadores componen un drama de cine negro con elementos de comedia, en la desgranan una visión irónica, melancólica y despiadada de la condición humana. Se sirven de un humor corrosivo y demoledor, que les sirve para tratar con sarcasmo el sueño americano, la paranoia de los marcianos y los OVNIS que cundió en los años de la posguerra, las adicciones, las heroicidades de boquilla, la locuacidad compulsiva, la administración de justicia y sus servidores, el culto a las apariencias, la estupidez humana que lo invade todo, la sociedad americana, la felicidad conyugal, la infidelidad, la codicia de los más, las traiciones de muchos, la mujer fatal de provincias, etc. Basan el humor en un abanico amplio y variado de recursos y de técnicas, como la sorpresa, los imprevistos, la situaciones disparatadas, la suma de contradicciones, la causalidad al margen del principio de causa/efecto, la pulsación del azar, el surrealismo, la exageración, la presunción, la insignificancia, el infortunio, la desproporción, combinaciones de elementos trágicos y cómicos, etc.
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SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
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La narración se presenta diseñada y concebida con elegancia, sobriedad, sutilezas y una admirable consistencia que hace que al final encajen todas las piezas y no quede ningún fleco sin ligar, aunque no lo parezca. El desarrollo del relato se hace a un ritmo pausado, destinado a facilitar la comprensión por parte del espectador del caudal ingente de elementos que el film pone a su disposición. Manejan, por lo demás, con una técnica impecable, los juegos de planos, el diseño de los encuadres, el movimiento de cámara, la iluminación, la intensidad y las formas del claroscuro, las imágenes, los cortes que componen la banda sonora, etc. Combinan con acierto los tiempos y los ritmos, y crean una atmósfera densa y turbia, a la manera del cine negro de los años 40. No imponen juicios morales, porque su propósito es plantear interrogantes, sembrar dudas y provocar reflexión y debate. La obra en su conjunto constituye un hermoso y brillante ejercicio de estilo, que aúna técnica depurada y formas asombrosas, que delatan una exhaustiva planificación y un trabajo a conciencia, realizado con atención al detalle e inmensa afición.
La cinefilia de los realizadores se pone de manifiesto en las referencias directas e indirectas, explícitas e implícitas, que hacen de las novelas “El cartero siempre llama dos veces” (1934) y “Perdición” (1935), de James M. Cain, de la figura de Bogart y su afición a consumir cigarrillos, de la barbería como viejo lugar de encuentro de gángsteres y de ejecución de crímenes y el homenaje que dedica con blancos intensos a “La pasión de Juana de Arco” (1928), de Carl Theodor Dreyer.
La banda sonora, de Carter Burwell (“Valor de ley”, 2010), colaborador habitual de los realizadores, compone una partitura de notable belleza, que combina pasajes originales con cortes clásicos de Beethoven (Sonata nº 8 “Patética” y otras) y Mozart (“Las bodas de Fígaro”), con fragmentos de temas de Richard Rodgers y excelentes canciones como “Midnight in Vermont”. La fotografía, de Roger Deakins (“Fargo”, “Barton Fink”, “El gran salto”…), en un B/N de fuerte contraste, ofrece deslumbrantes claroscuros e imágenes nítidas de múltiples y sutiles armonías.
La narración se presenta diseñada y concebida con elegancia, sobriedad, sutilezas y una admirable consistencia que hace que al final encajen todas las piezas y no quede ningún fleco sin ligar, aunque no lo parezca. El desarrollo del relato se hace a un ritmo pausado, destinado a facilitar la comprensión por parte del espectador del caudal ingente de elementos que el film pone a su disposición. Manejan, por lo demás, con una técnica impecable, los juegos de planos, el diseño de los encuadres, el movimiento de cámara, la iluminación, la intensidad y las formas del claroscuro, las imágenes, los cortes que componen la banda sonora, etc. Combinan con acierto los tiempos y los ritmos, y crean una atmósfera densa y turbia, a la manera del cine negro de los años 40. No imponen juicios morales, porque su propósito es plantear interrogantes, sembrar dudas y provocar reflexión y debate. La obra en su conjunto constituye un hermoso y brillante ejercicio de estilo, que aúna técnica depurada y formas asombrosas, que delatan una exhaustiva planificación y un trabajo a conciencia, realizado con atención al detalle e inmensa afición.
La cinefilia de los realizadores se pone de manifiesto en las referencias directas e indirectas, explícitas e implícitas, que hacen de las novelas “El cartero siempre llama dos veces” (1934) y “Perdición” (1935), de James M. Cain, de la figura de Bogart y su afición a consumir cigarrillos, de la barbería como viejo lugar de encuentro de gángsteres y de ejecución de crímenes y el homenaje que dedica con blancos intensos a “La pasión de Juana de Arco” (1928), de Carl Theodor Dreyer.
La banda sonora, de Carter Burwell (“Valor de ley”, 2010), colaborador habitual de los realizadores, compone una partitura de notable belleza, que combina pasajes originales con cortes clásicos de Beethoven (Sonata nº 8 “Patética” y otras) y Mozart (“Las bodas de Fígaro”), con fragmentos de temas de Richard Rodgers y excelentes canciones como “Midnight in Vermont”. La fotografía, de Roger Deakins (“Fargo”, “Barton Fink”, “El gran salto”…), en un B/N de fuerte contraste, ofrece deslumbrantes claroscuros e imágenes nítidas de múltiples y sutiles armonías.