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Drama
El empresario Matthew S. Cabot (Lloyd Nolan), lleva varios años reducido por problemas de salud y esto lo ha vuelto déspota e intolerante con su guapa esposa Sheila (Lana Turner) y hasta con su médico David Rivera (Anthony Quinn), pero, entre estos, ha comenzado a surgir un secreto romance que los llevará a tomar una decisión que abrirá las puertas a un hondo abismo. (FILMAFFINITY)
23 de junio de 2010
27 de 34 usuarios han encontrado esta crítica útil
Último de los tres melodramas que protagoniza Lana Turner entre finales de los 50 y principios de los 60. Lo dirige el realizador Michael Gordon (1909-1993), inscrito en las primeras listas negras del senador MacCarthy. El guión, de Ivan Goff (“Al rojo vivo”, Walsh, 1949) y Ben Roberts, adapta la obra de teatro “Portrait in Black” (1947), escrita por ambos y estrenada en Broadway. Producido por Ross Hunter (“Imitación a la vida”, Sirk, 1959), se estrena el 27-VII-1960 (EEUU).
La acción dramática tiene lugar en la ciudad de San Francisco y alrededores (Carmel, Devil’s Slice ...), a lo largo de unos días del invierno de 1960. Sheila Cabot (Turner), de unos 40 años, está casada con Matthew S. Cabot (Nolan), próspero armador de una compañía de transporte marítimo internacional de mercancías. Tienen un hijo, Peter, de unos 10 años. Viven en una mansión elevada que domina la bocana del puerto. Ella es atractiva, seductora, dominante, manipuladora y apasionada. Él se halla postrado en cama desde hace 5 años a causa de una enfermedad dolorosa que requiere atención médica diaria. Es despótico, desconsiderado, no soporta su discapacidad y es intratable. Su médico es el doctor David Rivera (Quinn), administra sus empresas Howard Mason (Basehart) y su secretaria es la Srta. Lee (Grey). Tiene una hija del primer matrimonio, Cathy, de unos 18 años, que mantiene estrecha amistad con el joven Blake Richards (Saxon), titular de una empresa de remolcadores del puerto de San Francisco. Entre el personal doméstico se cuenta el cocinero Cobb (Welston) y la cocinera china Tawny (Wong).
El film suma drama, crimen, thriller, suspense, romance y análisis social. Forma parte del conjunto de tres melodramas que protagoniza Lana Turner (Wallace/Idaho 1920 – Los Ángeles 1995) en el trienio 1958-1960. Lo componen la obra que comentamos, “Vidas borrascosas” (1958) e “Imitación a la vida”. Es el más oscuro, malicioso y sombrío de los tres y el que presenta más claros reflejos de la vida personal y familiar de la actriz. Conocida popularmente como la mujer fatal de “El cartero siempre llama dos veces” (Garnett, 1946) y como la malvada de “Los tres mosqueteros” (Sidney, 1948), a partir del comienzo de los 60 es conocida también como una protagonista melodramática de éxito entre sus admiradores, quienes consideran que encarna el tipo de belleza que gusta a la clase media norteamericana de la época.
La obra incluye todos los elementos del melodrama: deslealtades, engaños, traiciones, chantajes, amor interesado, odio, egolatría, desprecio, burlas, caprichos, machismo, etc. El móvil principal de la acción no es ni la codicia, ni los afanes de poder, sino el pálpito del deseo, la pasión, la concupiscencia y el amor físico como fin en sí mismo, sin manifestaciones de afecto, cariño y ternura.
La acción dramática tiene lugar en la ciudad de San Francisco y alrededores (Carmel, Devil’s Slice ...), a lo largo de unos días del invierno de 1960. Sheila Cabot (Turner), de unos 40 años, está casada con Matthew S. Cabot (Nolan), próspero armador de una compañía de transporte marítimo internacional de mercancías. Tienen un hijo, Peter, de unos 10 años. Viven en una mansión elevada que domina la bocana del puerto. Ella es atractiva, seductora, dominante, manipuladora y apasionada. Él se halla postrado en cama desde hace 5 años a causa de una enfermedad dolorosa que requiere atención médica diaria. Es despótico, desconsiderado, no soporta su discapacidad y es intratable. Su médico es el doctor David Rivera (Quinn), administra sus empresas Howard Mason (Basehart) y su secretaria es la Srta. Lee (Grey). Tiene una hija del primer matrimonio, Cathy, de unos 18 años, que mantiene estrecha amistad con el joven Blake Richards (Saxon), titular de una empresa de remolcadores del puerto de San Francisco. Entre el personal doméstico se cuenta el cocinero Cobb (Welston) y la cocinera china Tawny (Wong).
El film suma drama, crimen, thriller, suspense, romance y análisis social. Forma parte del conjunto de tres melodramas que protagoniza Lana Turner (Wallace/Idaho 1920 – Los Ángeles 1995) en el trienio 1958-1960. Lo componen la obra que comentamos, “Vidas borrascosas” (1958) e “Imitación a la vida”. Es el más oscuro, malicioso y sombrío de los tres y el que presenta más claros reflejos de la vida personal y familiar de la actriz. Conocida popularmente como la mujer fatal de “El cartero siempre llama dos veces” (Garnett, 1946) y como la malvada de “Los tres mosqueteros” (Sidney, 1948), a partir del comienzo de los 60 es conocida también como una protagonista melodramática de éxito entre sus admiradores, quienes consideran que encarna el tipo de belleza que gusta a la clase media norteamericana de la época.
La obra incluye todos los elementos del melodrama: deslealtades, engaños, traiciones, chantajes, amor interesado, odio, egolatría, desprecio, burlas, caprichos, machismo, etc. El móvil principal de la acción no es ni la codicia, ni los afanes de poder, sino el pálpito del deseo, la pasión, la concupiscencia y el amor físico como fin en sí mismo, sin manifestaciones de afecto, cariño y ternura.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
Al móvil principal se añade, como recurso instrumental, la dominación de personas, hecho que viene a probar la existencia de tendencias desordenadas, enfermizas y sádicas, que proyectan sobre el relato un aire de perversidad y descontrol. No incorpora los trazos certeros de crítica social que Sirk elabora en sus trabajos, sobre todo en “Imitación a la vida”, de la que ésta quiere ser una continuación en el tiempo y en el favor del público. Con todo, el film compone un retrato de la alta sociedad norteamericana, que caracteriza por sobrevalorar el dinero, primar las aspiraciones de confort y bienestar físico, y practicar el materialismo. No rigen en ella ni el afecto desinteresado, ni la amistad dispuesta a dar sin recibir nada a cambio, ni la confianza en los colaboradores más allegados. Éstos son valorados en función de la utilidad que prestan y de sus capacidades para generar beneficios económicos. El retrato es tan desolador como el de Sirk, pero a diferencia de éste, no es crítico. Consecuentemente, la obra es más ruda, descorazonadora y dolorosa, que las que habitualmente se comparan con ella, como “Desde la terraza” (Robson, 1960), “Madame X” (Rich, 1966), “Imitación a la vida”, etc. No hace uso del humor como vehículo de distanciamiento del relato: el humor se limita al sarcasmo y las burlas que se intercambian los protagonistas entre sí con malevolencia y casi siempre con saña. Se mueven entre el humor y el patetismo las figuras del chofer Cobb y la cocinera china.
El film respeta al espectador, al que proporciona todas las claves de la intriga y misterio y al que mantiene más y mejor informado que al conjunto de los actores. Adicionalmente, trata de satisfacer los deseos voyeuristas de gran parte del público, al que introduce en los espacios de intimidad de la aristocracia económica y financiera californiana. Se miran la mansión, las dependencias, las relaciones personales, debilidades y miserias. En la medida que se cree conveniente se hacen concesiones a la inverosimilitud de algunos personajes y situaciones. Construye con eficacia las escenas culminantes de tensión y suspense. Combina con habilidad y efectividad el melodrama con el marco sombrío de cine negro que lo envuelve.
La banda sonora, de Frank Skinner (“Obsesión”, Sirk, 1954), ofrece un bonito tema principal, creado por Buddy Pepper e Inez James. Acompaña a los enamorados con una sutil y elegante melodía de violines. La partitura es melódica, variada y de resonancias románticas. Los pasajes de tensión se apoyan en composiciones de bajos profundos de metal y cuerdas. La fotografía, de Russell Metty (“Sed de mal”, Welles, 1958), en color (eastmancolor), luce un cromatismo intenso y luminoso que combina con escenas de iluminación escasa y siluetas a contraluz, que evocan las composiciones del cine negro clásico.
El film respeta al espectador, al que proporciona todas las claves de la intriga y misterio y al que mantiene más y mejor informado que al conjunto de los actores. Adicionalmente, trata de satisfacer los deseos voyeuristas de gran parte del público, al que introduce en los espacios de intimidad de la aristocracia económica y financiera californiana. Se miran la mansión, las dependencias, las relaciones personales, debilidades y miserias. En la medida que se cree conveniente se hacen concesiones a la inverosimilitud de algunos personajes y situaciones. Construye con eficacia las escenas culminantes de tensión y suspense. Combina con habilidad y efectividad el melodrama con el marco sombrío de cine negro que lo envuelve.
La banda sonora, de Frank Skinner (“Obsesión”, Sirk, 1954), ofrece un bonito tema principal, creado por Buddy Pepper e Inez James. Acompaña a los enamorados con una sutil y elegante melodía de violines. La partitura es melódica, variada y de resonancias románticas. Los pasajes de tensión se apoyan en composiciones de bajos profundos de metal y cuerdas. La fotografía, de Russell Metty (“Sed de mal”, Welles, 1958), en color (eastmancolor), luce un cromatismo intenso y luminoso que combina con escenas de iluminación escasa y siluetas a contraluz, que evocan las composiciones del cine negro clásico.