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Voto de Miquel:
7
6,1
15.978
Drama. Thriller
Una joven y tres hombres armados coinciden en una casa. Elena espera a su camello, David (Javier Bardem) y Sancho (José Sancho) son policías, y Víctor (Liberto Rabal) es un adolescente obsesionado con Elena. Entre ellos estalla una violenta discusión. Cuando se vuelvan a ver dos años más tarde ya nada será igual. (FILMAFFINITY)
29 de enero de 2012
15 de 19 usuarios han encontrado esta crítica útil
Decimotercer largometraje de Pedro Almodóvar (Calzada de Calatrava, Ciudad Real, 1949), escrito por él con la colaboración de Ray Lóriga y Jorge Guerricaechevarría, se basa en la novela “Live Flesh” (1986), de Ruth Rendell. Se rueda en escenarios naturales de Madrid, exteriores y de interior. Producido por Agustín Almodóvar para El Deseo y Ciby 2000, se estrena el 10-X-1997 (España).
La acción dramática se inicia durante las fiestas de Navidad de 1970 (prólogo) y tiene lugar en 1990, 1992 y 1996, para terminar en 1997 (epílogo). Víctor Plaza Caballero (Rabal) nace poco antes del día de Navidad de 1970 en un autobús de Madrid. Veinte años después es repartidor de pizzas a domicilio. Es hijo único de Isabel Plaza (Cruz), nacida en 1947, que trabajó como prostituta en Madrid a partir de los últimos años 60. Víctor conoce a Elena (Neri), hija del cónsul de Italia. Cuando la visita en su casa, coincide allí con dos policías de paisano, David Paz (Bardem) y Sancho (Sancho), de 25 y 40 años respectivamente. Sancho está casado con Clara (Molina).
Víctor es joven, inmaduro, inexperto, ingenuo, solitario, orgulloso y fuerte. Vive con su madre en una casa prefabricada de la barriada de La Ventilla (Madrid), próxima a las torres Kio, condenada a desaparecer. Elena, de familia acomodada, es caprichosa, consentida, está desorientada, consume drogas y se siente presa de sentimientos de culpa. David es razonable, equilibrado y apasionado. Trabaja como policía hasta que se dedica al basket. Sancho es irascible y violento, bebe demasiado, vive amargado, no se sabe controlar y maltrata a su esposa. Clara es una mujer hermosa, insatisfecha, sufridora, que levanta pasiones en los hombres. Dos mujeres y tres hombres protagonizan un drama de pasiones encontradas, lleno de incidencias calamitosas.
El film suma drama, thriller, cine negro y tragedia clásica. El guión analiza la psicología y la idiosincrasia de los personajes principales con propósitos de profundidad. Los caracteres se definen con un nivel de precisión mayor que en los trabajos precedentes. La buena definición de los protagonistas facilita que el relato adquiera complejidad y textura, pero en ocasiones se satura la capacidad de percepción del espectador, a causa de faltas de orden y de sistemática. A causa de las limitaciones conceptuales del relato y la exhuberancia de sentimientos, el film funciona más por la vía de la acumulación de emociones, que por la vía de creación de fuerza dramática. Confía demasiado en la suma de personajes cruzados y vidas en parte superpuestas. La agregación de incidencias múltiples de tensión, celos, envidias, rupturas, reconciliaciones, decepciones, riñas y reencuentros, no siempre es fuente de vigor dramático.
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La acción dramática se inicia durante las fiestas de Navidad de 1970 (prólogo) y tiene lugar en 1990, 1992 y 1996, para terminar en 1997 (epílogo). Víctor Plaza Caballero (Rabal) nace poco antes del día de Navidad de 1970 en un autobús de Madrid. Veinte años después es repartidor de pizzas a domicilio. Es hijo único de Isabel Plaza (Cruz), nacida en 1947, que trabajó como prostituta en Madrid a partir de los últimos años 60. Víctor conoce a Elena (Neri), hija del cónsul de Italia. Cuando la visita en su casa, coincide allí con dos policías de paisano, David Paz (Bardem) y Sancho (Sancho), de 25 y 40 años respectivamente. Sancho está casado con Clara (Molina).
Víctor es joven, inmaduro, inexperto, ingenuo, solitario, orgulloso y fuerte. Vive con su madre en una casa prefabricada de la barriada de La Ventilla (Madrid), próxima a las torres Kio, condenada a desaparecer. Elena, de familia acomodada, es caprichosa, consentida, está desorientada, consume drogas y se siente presa de sentimientos de culpa. David es razonable, equilibrado y apasionado. Trabaja como policía hasta que se dedica al basket. Sancho es irascible y violento, bebe demasiado, vive amargado, no se sabe controlar y maltrata a su esposa. Clara es una mujer hermosa, insatisfecha, sufridora, que levanta pasiones en los hombres. Dos mujeres y tres hombres protagonizan un drama de pasiones encontradas, lleno de incidencias calamitosas.
El film suma drama, thriller, cine negro y tragedia clásica. El guión analiza la psicología y la idiosincrasia de los personajes principales con propósitos de profundidad. Los caracteres se definen con un nivel de precisión mayor que en los trabajos precedentes. La buena definición de los protagonistas facilita que el relato adquiera complejidad y textura, pero en ocasiones se satura la capacidad de percepción del espectador, a causa de faltas de orden y de sistemática. A causa de las limitaciones conceptuales del relato y la exhuberancia de sentimientos, el film funciona más por la vía de la acumulación de emociones, que por la vía de creación de fuerza dramática. Confía demasiado en la suma de personajes cruzados y vidas en parte superpuestas. La agregación de incidencias múltiples de tensión, celos, envidias, rupturas, reconciliaciones, decepciones, riñas y reencuentros, no siempre es fuente de vigor dramático.
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SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
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(Sigue sin espoileres/aguafiestas)
La puesta en escena se hace en un conjunto variado y contrastado de escenarios que reflejan la historia y los sentimientos de los personajes que los habitan. No faltan referencias a las diferencias de clase y a la contraposición de intereses. La decoración y el vestuario se presentan tratados con atención y coherencia. Madrid deviene un protagonista adicional, hermoso y acogedor, admirable y admirado por un Almodóvar que contempla la ciudad con ojos extasiados.
El estilo de la narración es realista y naturalista, de acuerdo con las constantes del realizador. El laberinto de pasiones que llena el film se explica con sobriedad y contención. Abundan los puntos suspensivos, las sugerencias, los sobrentendidos y las indicaciones solo esbozadas y siempre abiertas a la libre interpretación del espectador. La casualidad tiene una importancia capital en el desarrollo de la historia, a la que aporta detalles que el público, sin suficiente información, tiende a relacionar con los caprichos del destino.
La afición al arte del realizador se pone de manifiesto, entre otras cosas, a través de la belleza de algunos decorados, que alcanza su cenit en el salón de la casa del cónsul italiano Benedetti, de cuyas paredes cuelgan varias pinturas de Tiziano (1490-1576), admirado por Almodóvar (“La piel que habito”, 2011). Se identifican dos de sus cuadros más conocidos: “La Venus de Urbino” y “Danae y la lluvia de oro” (Danae y Júpiter). Ambas pinturas se caracterizan por la gestualidad dramática, la sensualidad de las formas y la combinación de trazos clásicos y prerrománticos, propia de manierismo.
La cinta exhibe la cinefilia del realizador con referencias a Buñuel, Alain Resnais, King Vidor, Robert Altman, al cine negro clásico, al cine de Hitchcock y también a Walt Disney y “Blancanieves” (!!). Son convincentes las interpretaciones de Ángela Molina, Pepe Sancho y Javier Bardem. Sobresale Ángela Molina.
La banda sonora, de Alberto Iglesias, ofrece una partitura de instrumentos clásicos que dan vida a melodías apasionadas, profundas y arrebatadoras. Añade fragmentos de canciones de aire español, como “Somos”, que canta Chavela Vargas. La fotografía, de Affonso Beato, en color (eastmancolor), compone un relato visual que emplea una cámara en permanente movimiento, rica en recursos expresivos (planos picados, movimientos de grúa, primeros planos psicológicos, planos generales descriptivos, etc.). La imagen se apoya en una buena iluminación y en bonitos juegos de claroscuro. Se sirve del valor simbólico del cromatismo para reforzar el sentido de la acción.
(Sigue sin espoileres/aguafiestas)
La puesta en escena se hace en un conjunto variado y contrastado de escenarios que reflejan la historia y los sentimientos de los personajes que los habitan. No faltan referencias a las diferencias de clase y a la contraposición de intereses. La decoración y el vestuario se presentan tratados con atención y coherencia. Madrid deviene un protagonista adicional, hermoso y acogedor, admirable y admirado por un Almodóvar que contempla la ciudad con ojos extasiados.
El estilo de la narración es realista y naturalista, de acuerdo con las constantes del realizador. El laberinto de pasiones que llena el film se explica con sobriedad y contención. Abundan los puntos suspensivos, las sugerencias, los sobrentendidos y las indicaciones solo esbozadas y siempre abiertas a la libre interpretación del espectador. La casualidad tiene una importancia capital en el desarrollo de la historia, a la que aporta detalles que el público, sin suficiente información, tiende a relacionar con los caprichos del destino.
La afición al arte del realizador se pone de manifiesto, entre otras cosas, a través de la belleza de algunos decorados, que alcanza su cenit en el salón de la casa del cónsul italiano Benedetti, de cuyas paredes cuelgan varias pinturas de Tiziano (1490-1576), admirado por Almodóvar (“La piel que habito”, 2011). Se identifican dos de sus cuadros más conocidos: “La Venus de Urbino” y “Danae y la lluvia de oro” (Danae y Júpiter). Ambas pinturas se caracterizan por la gestualidad dramática, la sensualidad de las formas y la combinación de trazos clásicos y prerrománticos, propia de manierismo.
La cinta exhibe la cinefilia del realizador con referencias a Buñuel, Alain Resnais, King Vidor, Robert Altman, al cine negro clásico, al cine de Hitchcock y también a Walt Disney y “Blancanieves” (!!). Son convincentes las interpretaciones de Ángela Molina, Pepe Sancho y Javier Bardem. Sobresale Ángela Molina.
La banda sonora, de Alberto Iglesias, ofrece una partitura de instrumentos clásicos que dan vida a melodías apasionadas, profundas y arrebatadoras. Añade fragmentos de canciones de aire español, como “Somos”, que canta Chavela Vargas. La fotografía, de Affonso Beato, en color (eastmancolor), compone un relato visual que emplea una cámara en permanente movimiento, rica en recursos expresivos (planos picados, movimientos de grúa, primeros planos psicológicos, planos generales descriptivos, etc.). La imagen se apoya en una buena iluminación y en bonitos juegos de claroscuro. Se sirve del valor simbólico del cromatismo para reforzar el sentido de la acción.