Ese espectador soy yo; un espectador ansioso de que en el próximo minuto de una escena aburrida ocurra algo desternillante: una patochada del Clooney, una ida de olla de Bridges... no sé, algo que me haga considerar que ha valido la pena gastar el dinero para ver esta película que me la han vendido malamente como una comedia estilo Hnos. Coen.

Tiene cuatro o cinco golpes de humor que se agotan en el primer cuarto de hora de la película. Piensas que George Clooney, Ewan McGregor y Jeff Bridges prometen, y te van ha hacer pasar una hora y media divertidísima... pero no es así, al menos en mi caso, y es que me enteré ya dentro del cine que no era una comedia en el propio sentido de la palabra, sino que era una especie de recreación en un tono de humor ácido sobre este verdadero ejército (sí, lamentablemente existió...) de psico-soldados americano.

Aún así, sabía que, por el reparto, por el título, por el trailer y por intuición propia iba a echarme unas buenas risas, pero insisto que no fue así. El absurdo argumento lo seguía con indiferencia, lo seguía y ya está. Soy el espectador que miraba fijamente a la pantalla. Nada más.