Película producida por George Clooney, nos viene a revelar los gustos de este gran actor. Está claro que se encuentra cómodo interpretando comedias y guiones estrambóticos, es muy dado al humor y no cabe la menor duda que vale para ello. Su cometido en Collinwood es corto pero redondo; su segunda aparición es sencillamente sutil, desbordante, llena de intención y humor: Disfrazado de rabino para despistar a la policía que vigilan desde un coche. En la silla de ruedas, pero con barba y peluca, como si por eso le salvara de ser reconocido.

Rodeado de una serie de actores punteros, tal vez de segunda línea de batalla pero todos bien curtidos y eficaces, realiza un trabajo impecable que ningún entendido podrá valorar negativamente. Igual que el resto. La película puede resultar previsible, con escenas tal vez escasas en innovación pero que resultan y están tratadas con seriedad y credibilidad. No es artificiosa porque su objetivo es justo el resultado, una película desenfadada, para hacer reír, que no se apresura en saltos engañosos para salir al paso, es más, los golpes están perfectamente encuadrados, el guión es más que válido, con su punto sentimental, y los efectos quedan medidos.

No es una genialidad de los Coen, pero se acerca con sus personajes inútiles, esos tipos que tienen todos un especial talento para coleccionar desgracias.