Esta es la típica película que una persona normal la pondría un 1. Incluso un 0, y sin temblarle el pulso. Y no estaría descaminado. Jennifer Lo es una empleada de limpieza en un Hotel de lujo; o sea, su puesto de trabajo en la relación laboral sería el del grupo más bajo, no necesitaría ni la ESO en su cv. No es spoiler decir que en el Hotel mencionado la indiscreción es absoluta. Las mujeres de la limpieza igual están en tu habitación cuando estás en bolas que igual entras a mear al cuarto de baño y te encuentras a la señora Lo justo ahí. La muy sinvergüenza (con toda la pinta de ser una ilegal) tiene el descaro de probarse los vestidos de una señora cliente y engañar a un señor diputado haciéndose pasar por quien no es.

Su hijo, de 10 años, es un personajillo totalmente irreal, un chutao, que diferencia entre diputado y senador y reconoce a los políticos hasta en un ascensor. El pequeño Nicolás a su lado es un auténtico aficionado. Patada en el culo que se iba a llevar... Y referente a sus compañeras de trabajo son unas auténticas chismosas.

Dicho esto cualquiera puede imaginarse el transcurso de la película, las simplezas y las gilipolleces que sucederán; a pesar de ello, por los actores y la curiosidad sociológica que pueda despertar, se puede ver.

Y, por favor, Sucedió en Manhattan no tiene nada que ver con el cuento de Cenicienta. Cenicienta era una muchacha que no liaba a nadie con argucias, no tenía hijos, era alegre, confiada y generosa, sin un átomo de resentimiento. No tuvo que engañar a ningún príncipe azul ni iba cachondeándose de nadie. No insultemos un espíritu tan noble.

Y, desde luego, esta película es un millón de veces más increíble que el cuento de Cenicienta.