A veces, la duración de más de una película puede ir en su contra pero estimo que no es el caso de La carrera del siglo, ya que es una spoof movie en la que nos encontraremos metidos en varios episodios, incluso en el de la terrible conspiración del Prisionero de Zenda.

Tony Curtis, inmaculado, no se hace nada detestable, y, ni mucho menos Natalie Wood, valiente defensora de la igualdad de la mujer. Pero por encima de todo lo visible e invisible no podemos dejar de mencionar al inigualable Profesor Fate. Majestuoso Jack Lemmon, alabado actor dramático, no sé si denominarlo aún más insuperable en sus trabajos en la comedia.

Desde el doctor Mabuse, o el mismísimo Fantomas, no creo que haya surgido un ser más malévolo y dañino que el Profesor Fate, junto a su fiel Max, el inolvidable Peter Falk. Dos personajes que no podían haberlo interpretado nadie más con mayor acierto. Es increíble la fidelidad que despide el uno sobre el otro porque la maldad, hay que reconocerlo, eleva el espíritu inventivo que al fin y al cabo, es lo que mueve el mundo.

Estamos ante una superproducción de obligado reconocimiento, junto a El mundo está loco, loco, loco (1963), similar en cuanto a estructura argumental, no debemos obviar, bajo ningún concepto, el mérito que tiene. Viéndola en temprana edad marcará la personalidad y nos enseñará a valorar la imaginación por encima de todo. No es perfecta, de acuerdo, y menos para quien ve cine japonés o ruso, pero ese cine no tendrá nunca a Jack Lemmon.

-¡Aprieta el botón, Max!