No esperéis nada parecido a la versión clásica de la leyenda de Arturo en esta serie, que no tiene realmente interés en la mitología. La historia que todos conocemos solo sirve de marco inicial a esta producción que bebe por sí misma y de sus propios guionistas en abundancia. Así se nos muestra una enrevesada trama donde Camelot es un reino entre muchos, donde el rey Uther ha declarado la guerra a la magia. Su hijo Arturo es su perro guardián y su protegida, Morgana, sufre pesadillas que a veces se convierten en realidad. Merlin es un chico que llega de la provincia a Camelot y entra de pleno en el juego de la corte gracias a su protector Gaius, físico del rey. También debe de ocultar sus poderes a todos a la vez que cumple su destino. La historia tiene un carácter juvenil y personal, ya que cada uno de los personajes acaban constituyendo personas muy reales. Se da mucha fuerza a la evolución de los mismos y, capítulo a capítulo, la historia de Camelot crece. Los personajes secundarios importantes que aparecen en solo un epidosio suelen estar muy logrados. Hay algún que otro momento épico pero lo que prevalece es el espíritu de aventuras. Lo importante es contar una historia; en cierta manera, me recuerda a las aventuras de Conan por la manera en la que los mismos personajes se enfrentan cada vez a nuevos peligros. Una pequeña revolución dentro del mundo del género de magia y espada. La música es buena y las voces también, aunque mejor en inglés que en español. El vestuario es molón para los personajes principales, la única pega es que las capas de los soldados anónimos de Camelot están demasiado limpias. Los monstruos cumplen, especialmente el dragón.
Si sois capaces de obviar el listón mitológico y disfrutar de una buena historia, simplemente, Merlin no os defraudará. Para mí es la serie que siempre quise ver y que nadie logró filmar con calidad.