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Críticas de Fascinoscopio
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Críticas 52
Críticas ordenadas por utilidad
3
13 de febrero de 2015
75 de 84 usuarios han encontrado esta crítica útil
Juegos preliminares:

El tráiler. Escuchas una música pausada y cristalina, que de pronto se vuelve oscura, tóxica, tensa. Inevitablemente diriges tu mirada y un montaje efectista deja adivinar un juego de atracción entre dos actores que, sin tirar cohetes, no desagradan a la vista. Unos cuantos suspiros entrecortados y ya han conseguido sugerirte la aventura sexual. Y piensas: «Bueno, igual se lo han currado un poquito».

Los cuerpos al descubierto:

Que no, no os adelantéis. Que voy a la presentación de los personajes, no a su desnudez. El comienzo de la película es un compendio de tópicos sin ningún asomo de imaginación. Dakota Johnson aún aguanta un poco el tipo porque hacer de pazguata es relativamente sencillo cuando te visten como una vendedora de biblias, pero Jamie Dornan deja al público más frío que el iceberg que hundió el Titanic. Que los espectadores olviden la caracterización que lucía en la serie Érase una vez. Ni doblez, ni intención, ni profundidad, ni malicia ninguna.

«En fin, es sólo el principio. Será que poco a poco vas descubriendo que el soseras éste tiene un lado oscuro» te dices para animarte. Las baladas musicales se suceden una tras otra para adornar la realización del director Sam Taylor-Johnsonsólo y la fotografía de Seamus McGarvey, ambas con mucho oficio y corrección pero poco impacto. Irremediablemente te encuentras viendo un drama romántico más bien mediocre, de protagonistas planos y guion en bucle, incapaz de dar giros dramáticos. Un Crepúsculo sin vampiros.

Y dices que vas a llegar y no llegas, y no llegas…

Ya estás metido de lleno en el acto. En el acto de aburrirte soberanamente. Y, como los amantes que exasperan a sus parejas durante coitos eternos, ni siquiera el aliciente del sexo llega. Has mirado al entrar al cine la duración: 118 minutos. Al minuto 20 dices «Vaya, poco argumento. A ver si al menos hay algo de carne». Al minuto 40 ya te estás moviendo en la butaca con incomodidad y te preguntas «¿Me habré metido en la sala de Bob Esponja y no me he enterado?». Pero compruebas que no hay dibujos animados en pantalla. Al minuto 60 estás pensando en la lista de la compra para el día siguiente. Pasado ya el minuto 70 parece que comienza la acción. «Ah, ya está aquí el… ¿Perdona? ¿De esto iba el bestseller erótico de la última década?».

El gatillazo

Cómo no, tras mucho intentarlo, todo lo que se prometía duro se vuelve blando. Eh, que me refiero a las escenas de sexo, que a Jamie Dornan no se le ve nada que quite el sueño. Al parecer el sadomasoquismo, según esta producción, consiste en pasear plumas de pavo real sobre un pezón, porque los látigos, fustas, mordazas y demás accesorios de la mazmorra de Señorita Pepis del dichoso Christian Grey están de adorno. «En fin, mejor así, no creo que tuviese estómago para una sesión a lo Nymphomaniac de Lars Von Trier».

Lo malo es que, entre bostezo y bostezo que provocan los insulsos contoneos entre sábanas y cuerdas de la que iba para monjita y el millonario soso, te da tiempo a preguntarte cómo es posible que una mujer occidental, universitaria y joven se pase 115 minutos de largometraje pensando en si acepta una relación de macho dominante y controlador. Que cada uno en su dormitorio que haga lo que quiera, pero la vida que transcurre fuera de él es otra cosa. Sólo la duda ante tal propuesta machista es un escándalo. «Pues si esto es erotismo para el público femenino…».

En resumen: he visto anuncios de helados Calippo más tórridos e interesantes.

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4
2 de noviembre de 2014
44 de 47 usuarios han encontrado esta crítica útil
No se puede decir que la película sea mala. Simplemente es tan poco interesante, tan poco verosímil y tan poco empática que casi no merece la pena una crítica negativa.

Serena reúne dos actores de moda y de solvencia interpretativa como Jennifer Lawrence y Bradley Cooper, emplea unos medios de producción muy apreciables y cuenta con elementos narrativos de romance, celos, aventura y crimen. Y todo lo desperdicia. Si el film destaca en algún sentido es en cómo reducir a la nada toda esa materia prima que hubiera debido dar lugar a un taquillazo.

Las localizaciones y la ambientación demuestran profesionalidad y buen gusto, dignos de una gran producción de Hollywood. Aunque ni siquiera estos apartados logran transmitir toda la grandeza y espectacularidad deseados. Lawrence y Cooper se empeñan en levantar sus personajes, pero lo insulso de sus diálogos y el aburrido arco dramático que describen no deja margen para que lo consigan.

El ritmo, totalmente inexistente, no propicia que la narración funcione en casi ningún momento. Las escenas que debieran estar cargadas de dramatismo y proponer inflexiones y giros en el relato están tratadas de manera tan anodina que pasan sin pena ni gloria. Todo queda diluido en largos meandros donde suceden las cosas con poca motivación y menor justificación, a veces previsibles y otras tan poco creíbles que el espectador termina esperando el final para poder levantarse y estirar las piernas.

Verla no hace ningún mal a nadie, aunque dejar de verla puede ser una grandísima oportunidad para emplear el tiempo en algo que merezca la pena.

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7
13 de septiembre de 2014
41 de 42 usuarios han encontrado esta crítica útil
Un clásico de espías: política internacional, terrorismo, dinero sucio, engaños y cualquier cosa menos lealtad. Una buena película con más oficio que arte.

El hombre más buscado da todo lo que se puede esperar del género: la llegada ilegal del ruso Issa Karpov a Hamburgo desata una tormenta de conspiraciones entre varias agencias secretas, bancos de dudosa reputación y defensores de los derechos humanos. Este thriller que adapta una novela de uno de los magos del espionaje clásico, John le Carré, contiene así todo lo que puede convertir la película en un solvente y absorbente laberinto de ambiciones cruzadas y enmascaradas. Desarrolla una trama densa que disecciona con cinismo la guerra sucia de la política internacional, el blanqueo de dinero, los intereses creados alrededor del terrorismo y la ingenuidad de quien aún cree en sus ideales.

El elenco es deslumbrante. Philip Seymour Hoffman consigue construir un espía taimado, un perro viejo de los secretos, que sin embargo mantiene intacta cierta caballerosidad quijotesca contra la podredumbre de un sistema que repudia. Dos secundarios de lujo lo acompañan, Willem Dafoe y Robin Wright. Si bien ninguno cuenta con tiempo suficiente para una gran interpretación, resuelven sus personajes con profesionalidad: ella con enigmática simpatía, él con una deliberada vulnerabilidad. El resto del reparto, con personajes menos complejos, funciona como un perfecto engranaje al servicio de la historia. ¿Un punto negativo? La falta de química entre Rachel McAdams y Grigoriy Dobrygin.

Anton Corbijn no ha dejado impronta personal alguna en la realización del film. Profesional pero rutinaria, la traducción audiovisual del argumento adaptado por el guionista Andrew Bovell no se contará entre sus trabajos más brillantes. Hay que aplaudir su efectividad, aunque se eche de menos algo de magia y el ritmo decaiga en ciertos momentos.

No obstante, muy apta para volver a sentir la emoción del espionaje.

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7
4 de octubre de 2014
36 de 41 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cuando el cine comercial tiene intención de denuncia social produce películas como ésta: emocionante, dramática, divertida, descafeinada y superficial. Es decir: que trata de contentar a todo el mundo. La buena mentira, en líneas generales, lo consigue.

Philippe Falardeau aborda como director el drama de los niños perdidos de Sudán a través de la efectiva historia de la guionista Margaret Nagle. Conscientes de que la taquilla siente debilidad por las lágrimas pero no por el horror, la descripción de las matanzas en África no carga las tintas en la sangre, sino en las emociones de un grupo de niños a los cuales se les va arrebatando todo cuanto tienen: casa, padres, hermanos, amigos, agua, comida… Hasta que sólo les queda esperanza.

Reese Whitherspoon es el reclamo publicitario del cartel, pero no es ni de lejos su protagonista. Recibe el encargo de representar al occidental que toma conciencia de su propia vacuidad al enfrentarse a los sueños de cuatro supervivientes de la guerra. Un personaje agradecido en el cual reside cierto encanto cómico y que la actriz aprovecha sin pretender eclipsar a los verdaderos protagonistas del film.

La buena mentira nos acerca de forma conmovedora y edulcorada una de las realidades más vergonzosas y brutales de la humanidad: la sinrazón del dolor, la muerte y la miseria de pueblos inocentes arrasados por guerras absurdas que no comprenden e ignorados por un primer mundo que les vuelve la espalda. Puede que nos lo acerque de una manera poco profunda, pero lo consigue, y eso sin duda es un mérito nada desdeñable.

Todos los elementos están urdidos de forma impecable para conmovernos. La cámara de Falardeau, sin aspavientos, exhibe de forma natural y llana unas escenas donde cuenta más la empatía con el personaje que la plasticidad. El guion nos deja paladear la amargura, pero nos propone el bálsamo de la sonrisa para tragarnos esta píldora que, de lo contrario, rechazaríamos. Los intérpretes se adecúan como un guante a unos papeles amables por los cuales sentimos oleadas de simpatía y comprensión, descritos a través de escenas y anécdotas que no sólo construyen la trama, sino que también justifican su evolución psicológica y la coherencia de sus actos. Un éxito total de la narratividad.

Apta para gente de buena voluntad que huya del extremismo.

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7
2 de noviembre de 2014
21 de 24 usuarios han encontrado esta crítica útil
Liam Neeson vuelve a meterse en la piel de un justiciero, rol en el que parece encontrarse a gusto, dada la frecuencia con la que se le puede ver en la gran pantalla interpretando cualquiera de sus variantes. Actor de carácter, logra dar empaque y mayor profundidad de la esperada a este personaje, construyendo un ex policía duro, con remordimientos y un manifiesto sentido de ese honor de los bajos fondos delictivos en la más sincera tradición del cine negro.

El primer acto nos presenta una trama de género quizá tópica, pero excelentemente rodada y que cuenta con suficientes razones para captar todo el interés del espectador. En realidad todo el film destaca por un lenguaje audiovisual oscuro, efectivo y con algunos ejemplos de elegancia cinematográfica sabiamente combinada con elementos de suspense e incluso terror, desplegando una violencia a veces sutil y otras cruelmente explícita.

Lamentablemente, según avanza la narración, los vericuetos argumentales se van simplificando, hasta el punto de evidenciar un guion sobre el que se ha trabajado con celeridad y que resuelve por la vía rápida interrogantes y motivaciones. El resultado es una sensación de haber consumido un café instantáneo cuando el aroma y los labios prometían la deliciosa experiencia de una mezcla sorprendentemente amarga y penetrante que despertara todos los sentidos.

No obstante, esta simplificación no merma el buen trabajo en cuanto ritmo, ambiente y obra de género. Un interesante thriller por encima de la media, aunque por debajo de las altas expectativas creadas.

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