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España España · Pontevedra
Críticas de The Quiet Man
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Críticas 52
Críticas ordenadas por utilidad
3
3 de septiembre de 2011
128 de 149 usuarios han encontrado esta crítica útil
Vaya por delante que la película tiene su ritmillo y los actores están más que dignos, eso sí olvídense de disfrutar con la actuación de Robert De Niro, es un mero reclamo, su papel podría interpretarlo cualquier actor que luzca canas y le siente bien llevar traje.

Ahora bien la película cae en una espiral de delirios y el director se abandona al absurdo sin la más mínima resistencia, me pregunto hasta donde habría llegado un amasador de guiones como Christopher Nolan si estuviese al frente de la misma.

La historia es bien simple: uno se toma una pastillita, aprovecha el cerebro al 100%, y ya está listo para comerse el mundo. Lo que sucede es que nuestro protagonista (aquí sospecho que el sistema estadounidense de enseñanza pública deja sus secuelas) se vuelve tontaco, le entran las prisas, y empieza a tomar decisiones disparatadas:

Continuo en el "spoiler" para no revelar detalles de la película.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
The Quiet Man
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6
9 de abril de 2013
79 de 86 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hay actores que necesitan de los textos de Shakespeare para dar lo mejor de sí mismos, a Darín le alcanza con recitar la etiqueta de un Champú para lograrlo. No sé cuánto hay de seductor o de embaucador en ello, pero Darín tiene el don de la inmediatez, sus personajes te atrapan al momento. Su sola presencia en pantalla eleva cualquier película, y reconozco en eso (mea culpa) una forma de distorsión a la hora de juzgar la película por encima de su actuación.

La primera hora larga de la película es sobresaliente. La factura técnica, la precisión de la trama, los planos subjetivos, el clima de desasosiego, todo funciona espléndidamente. Hasta las disquisiciones morales, éticas y legales que podrían caer en el exceso, o por el contrario resultar banales o huecas, son oportunas y certeras. El desarrollo de la investigación tiene el ritmo preciso. Los pequeños detalles que se van deslizando y las circunstancias del pasado que afloran, consiguen ser efectivos y crean momentos de tensión bien resueltos. Incluso el paso paulatino de lo objetivo a la obsesión subjetiva está bien medido y graduado.

A partir de la escena del baño protagonizada por Calu Rivero ya es otra película, donde predomina la confusión y la precipitación. Se dejan detalles inconclusos que provocan perplejidad. Es frustrante para el espectador, por ejemplo, que se omita cualquier referencia al ensayo titulado “Tesis sobre un homicidio”, elaborado por el sospechoso y que Roberto (Darín) ni siquiera llega a leer. Resulta toda una ironía que dicho trabajo académico de título a la película, ya que con su exclusión se cierra toda esperanza de concreción en la resolución final.

Si el objetivo fuese la reflexión sobre el papel de los mecanismos de alienación social en los sujetos, o a la inversa, la alteración de la realidad que nos circunda a través de la percepción subjetiva, -temas tratados en el cine en películas como “El quimérico inquilino” o “La conversación”- es lícito plantearse un final donde todo el peso recaiga en el plano subjetivo. Llevar esta discusión a una película de intriga, donde la principal incógnita a despejar será siempre “quién lo hizo” es apostar por el fracaso desde el inicio. Cualquier tesis que se precie de serlo, por muy bien formulada y expuesta que esté, precisa de una conclusión.
The Quiet Man
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9
15 de noviembre de 2011
65 de 69 usuarios han encontrado esta crítica útil
Un dato curioso y ¿significativo?: la gran cantidad de películas cuyo título es solo un nombre de mujer, así, sin más especificaciones; sin ser personajes históricos, mujeres de ficción que, de alguna manera, alteran el universo masculino con su mera presencia. Sin tener que esforzarme mucho, me vienen a la memoria: Alice, Amélie, Annie Hall, Bámbola, Betty Blue, Carmen, Chloe, Fedora, Gertrud, Gilda, Gloria, Jezabel, Juno, Kika, Laura, Lola, Lolita, Loulou, Malena, Ninette, Ninotchka, Rebeca, Rossetta, Sabrina, Shirley Valentine, Tess, Tristana, Viridiana. Si buscan películas con solo un nombre masculino, sin ni siquiera el Sr. delante, les llevará más esfuerzo.

Y es que la mirada del cine fue y sigue siendo masculina, y las mujeres en el cine se ocultan tras el tópico del objeto de deseo, el supremo y ancestral trofeo para el hombre (la hermosa, la “femme fatale”, la Eva bíblica). Se nos presentan como semidiosas, seres extraordinarios, con mágicos ascendentes sobre los hombres, a los que privan del libre albedrio; si caemos en sus redes no será porque no han puesto empeño en avisarnos a lo largo de nuestra vida. Cualquier cosa antes que percibirlas como reales y, por tanto, iguales a los hombres, porque en ello radica la cuestión.

Pero con todo, y gracias a este tópico, han sido posibles obras tan fascinantes como este thriller onírico que tiene la hechura de las películas inmortales, de las que siempre recompensan en sus visionados posteriores. Soberbio guión –algunos diálogos son dignos de memorizarse- de engañosa sencillez, que avanza de sorpresa en sorpresa, desmontando certezas absolutas con efectividad, sin menoscabar con ello la credibilidad de la historia. Si la banda sonora es mítica, la voz de Waldo, flotando por las estancias, estremece. La fotografía ganadora de un merecido Oscar. Los actores sobresalientes dando vida a cuatro personajes para el recuerdo: una mujer superlativa hechizando, en el súmmum del embrujo femenino, desde la misma ausencia; y tres hombres dando tumbos por la vida, con una sola obsesión: poder decir solo ese nombre de mujer, así, sin más especificaciones, y que alguien responda.
The Quiet Man
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Colombo (Serie de TV)
Serie
Estados Unidos1971
6,2
11.983
Richard Levinson (Creador), William Link (Creador) ...
10
3 de septiembre de 2011
57 de 62 usuarios han encontrado esta crítica útil
Tiene algo hipnótico el Teniente Colombo, algo que transciende al personaje, un “no sé qué” incontrolado que escapa a los guionistas, una aportación que debemos a Peter Falk, pues estoy seguro de que hay mucho de él en el personaje.

Visto con el paso del tiempo el Teniente Colombo es un ejemplo prodigioso de lo difícil que es mantenerse fiel a sí mismo, él nunca va a renunciar a su gabardina, a su viejo coche, a su mujer, y sobre todo… nunca dejará de ser Teniente, porque Colombo es un personaje anacrónico, un espectador curioso de la sociedad consumista e individualista que le toca vivir; su recompensa es el trabajo bien hecho. Colombo es policía, quizá por un deseo nacido en la infancia, pero bien podría ser fontanero, ebanista, relojero y lucir esa aura de artesano satisfecho, y probablemente el precio de esa armonía sea la renuncia al éxito social, al ascenso.

Es curioso, y aquí radica una de las singularidades, que en los años en que comienza la serie, con la sociedad del “American way of life” ya tan cimentada sobre el consumismo como motor de progreso, Colombo haga del anticonsumismo una seña de identidad; su viejo coche, su arrugada gabardina, su puro barato son su altiva tarjeta de visita, ni los minimiza, ni los justifica, al contrario presume de ellos. La conciencia de clase en Colombo es digna de elogio, es el chico de barrio hecho policía. Obligado una y otra vez, a enfrentarse a los dominadores, a los triunfadores, a vencer sus recurrentes tentaciones, consciente de la sociedad dual que habita, Colombo va desvelando paulatinamente sus origines, sus principios, como si fuese un ejercicio de reafirmación frente a la clase dirigente.

Colombo no juzga, solo señala y opta por una vía fraternal en su hostigamiento, sabedor de que previo al asesino, hay una víctima, alguien que trata de huir del ensañamiento social que se aproxima, y que finalmente cede al vértigo amoral. Durante la investigación Colombo buscará la confesión, con una determinación inflexible. Como él se encarga de recordar es un profesional, pero eso no es óbice para que nos sorprenda con un acercamiento humano al sospechoso, al que no dudará en reconocer sus virtudes, admirar su talento, compartir confidencias; teniendo siempre presente que es más lo que une que lo que separa.

Por lo demás, tiene la serie, sobre todo en su primera etapa (1968-1978), un aire a cambio de época, como si Colombo solo fuese posible en un mundo hecho a la medida del individuo, como si asistiésemos a una crónica de la llegada al punto de no retorno. Son los albores de la sociedad tecnológica, el paso de la perezosa y paciente investigación a las urgencias de la sociedad actual y sus equipos de investigación CSI.
The Quiet Man
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10
5 de julio de 2012
54 de 62 usuarios han encontrado esta crítica útil
Ocurre con los genios, su talento excepcional tiende a desparramarse y pequeños fragmentos aislados de su obra se convierten en verdaderos tratados artísticos, adquieren un significado propio más allá de la obra que los contiene y, lo más importante, encierran en ellos la esencia del artista.

Ocurre con las estrellas de Van Gogh.

Ocurre con el verso “En Viena bailaré contigo con un disfraz que tenga cabeza de río” de Lorca.

Ocurre con “La leona herida” en el arte sumerio.

Ocurre con la escena de la ducha de “Psicosis”. Una escena que es un icono, no ya del cine de Hitchcock en particular, sino del cine en general. Se rodó durante siete días y no llega a los tres minutos de metraje. Hubo que realizar más de setenta posiciones de cámara distintas para obtener cuarenta y cinco segundos de pura angustia, los que corresponden al asesinato.

Sin embargo, lo destacable de esta escena es que evidencia lo esencial en el cine de Hitchcock: su capacidad comunicativa, su obsesión por interactuar con el público y jugar con sus emociones. Y esto es algo que no se debe perder nunca de vista cuando nos referimos al arte, captar la atención es el fin mismo de una obra artística, lo que, en definitiva, le da sentido. Y viendo esa escena, una y otra vez, es imposible no pensar que durante esos siete días de trabajo, lo único que tenía en mente Hitchcock era al espectador.
The Quiet Man
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