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Buenas noches, y buena suerte

Drama Ambientada en 1953, narra el enfrentamiento real que, en defensa del periodismo independiente, mantuvieron el famoso periodista y presentador de la CBS Edward R. Murrow (David Strathairn) y su productor Fred Friendly (George Clooney) contra el poderoso senador anticomunista Joseph McCarthy, hecho que determinó el final de la "caza de brujas". (FILMAFFINITY)
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Críticas 153
Críticas ordenadas por utilidad
11 de febrero de 2006
105 de 123 usuarios han encontrado esta crítica útil
Aunque inicialmente fue concebida como un telefilme para la CBS, finalmente el proyecto creció hasta convertirse en una película con un presupuesto de siete millones y medio de dólares. George Clooney vuelve a mostrar nuevamente su interés por la televisión. El mundo que le dio la fama y también que lleva en la sangre (su padre fue presentador de informativos).

Clooney dirige en tono documental una historia basada en hechos reales en los propios estudios de la CBS. La guerra mediática entre Edward R. Murrow y el senador Joseph McCarthy queda perfectamente reflejada en el guión (el propio Clooney es autor del mismo junto con Grant Heslov, guionista de algunos episodios de muchas series de éxito). Y hay mucho guión, muchos diálogos, mucha información condensada en 90 minutos con descansos en las canciones interpretadas por Dianne Reeves.

Tiene el lastre de otros telefilmes similares: puesta en escena teatral y hermética, insertos de grabaciones de la época, mucho primer plano y muchísimos pero que muchísimos interiores. Lo cual esta vez le viene de perlas a una cinta que desea mostrar los entresijos de la televisión de los años 50. “Buenas noches, y buena suerte”, además, tiene suficiente calidad para estar un peldaño (o bastantes según se mire) por encima de un telefilme con contenido político.

Sólo encuentros defectos de bastante peso en los personajes, definidos únicamente en su entorno laboral exceptuando la historia secundaria de Robert Downey Jr. y Patricia Clarkson. También peca de precariedad en su contexto histórico muy limitada a la época que retrata. Resulta una visión distinta a la caza de brujas y el McCarthismo pero le falta empaque y gancho.

“Buenas noches, y buena suerte” es tan necesaria como simple, poco incisiva y finalmente superficial. Me la creo pero me deja frío y bastante indiferente. Ni me emociona y me obliga a revisar la biografía de los nombrados y la wikipedia más cercana, ya que creo que no me cuenta todo lo que debería saber.

Me quedo con la magnífica fotografía en blanco y negro de Robert Elswit (habitual de Paul Thomas Anderson) y con la estupenda interpretación de David Strathairn.
Maldito Bastardo
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24 de diciembre de 2006
60 de 68 usuarios han encontrado esta crítica útil
Me convenció la inteligencia de las cuestiones planteadas: la objetividad en el periodismo y lo difícil que es mantenerla –¿puede llegar a ser moral apoyar más a una de las partes?; la argumentación de la respuesta afirmativa que se da es consistente–, las injusticias históricas de la caza de brujas –o estás conmigo, o estás contra mí; ¿no es esto siempre algo actual en el panorama político español?–, las manipulaciones mediáticas... Me sorprende leer por aquí las opiniones de licenciados en periodismo, pues precisamente a ellos más que a nadie deberían llegarles hondo estos mensajes.

No me convenció su estilo visual. El primer día de la asignatura de montaje, te dicen que los primeros planos se emplean para aprovechar la intensidad de la interpretación del actor, y el segundo día, te dicen que el abuso de ellos fatiga al espectador. Pues parece que Clooney pronto se aficionó a las partidas de mus de la cafetería de la Universidad de Kentucky, porque sólo aprendió bien la primera de estas dos lecciones básicas. Por culpa de esto, deduzco que a muchos se les ha hecho aburridísima la película. Para mi gusto, el director en parte lo subsana gracias a la suavidad y elegancia con que cambia de planos y con que utiliza los travellings, los zooms y los fundidos.

Me convenció la excepcional fotografía en blanco y negro de Robert Elswit ("Boogie Nights", "Magnolia", "Syriana"). Me convencieron todas y cada una de las interpretaciones.

No me terminó de convencer del todo el guión. Hay buenos diálogos y su fondo es interesante, pues plantea inteligentemente cuestiones que harán reflexionar a más de uno; pero es su forma la que falla. La monotonía se hace evidente por la repetición continua de escenarios, situaciones y diálogos. Otra cosa que se le achaca es la falta de claridad, pero aquí yo no estoy nada de acuerdo: es uno de los dramas políticos/periodísticos con trama más sencilla –se ha recortado muchísimo detalle histórico para centrarse en el intenso pulso entre Murrow y McCarthy–, incluso para espectadores no familiarizados con los hechos. Si no se enteran, creo que será más por lo repetitivo de la trama o porque no les interese el tema que por la estructuración del guión.


Ahora sería interesante que el señor Clooney mostrara la otra cara, la de la manipulación periodística, que también existe. Demostraría tener un marcado sentido de la objetividad y un par de pelotas aún más grandes de lo que ya ha demostrado –no todo el mundo se atrevería con esta historia, eso tenedlo clarito–.
jastarloa
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8 de marzo de 2008
46 de 66 usuarios han encontrado esta crítica útil
Bona nit... i tapa’t! (Buenas noches... y tápate!) decimos en Catalunya. Y eso es lo que hice precisamente tras ver “Buenas noches y buena suerte”. Irme a la cama y dormir como un angelito. Me explico.

Mr. Clooney nos administra con su debut tras las cámaras un potente somnífero para quedarnos fritos a las primeras de cambio. Cierto es que, aunque lo intentó, conmigo no tuvo suerte. Supongo que una puesta en escena impecable, un sobrio guión y una logradísima atmósfera labrada a base de jazz, nicotina y un escrupuloso b/n evitaron que tirara la toalla y me sumiera en un reconfortante sueñecito. Bueno, eso y la duración de la peli. Horita y media escasa que te la zampas en un suspiro. Todo un portento de brevedad y concisión, Mr. Clooney. Felicidades.

Sin embargo, todo eso no logra disimular las carencias de una peli sosa, sosa, sosa. Tan apagada, lacónica y carente de pálpito vital como el rostro de David Strathairn, actor cuya interpretación -he de reconocerlo- resulta impecable a todas luces.

Me interesa la historia y, en especial, la historia contemporánea. Soy de aquellos que se tragan sin pestañear esos documentales de la 2 que tratan de la segunda guerra mundial, del fiasco yankee en Bahía de Cochinos o del origen de Sendero Luminoso. Lo que se tercie. También me encanta todo lo relacionado con la guerra fría. Incluso conozco someramente el episodio de la ‘caza de brujas’ del senador McCarthy en el que se basa la peli. Pero esto no es un documental, señores. Es, o debería ser, una peli. Y lo que he visto es la irreprochable recreación de unos hechos reales. Nada más.
Taylor
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29 de diciembre de 2007
24 de 25 usuarios han encontrado esta crítica útil
Apasionante película sobre la libertad de prensa, el activismo político y la integridad. Uno podría pensar que George Clooney es sólo otro cabezahueca de Hollywood, pero aquí se descubre como un inteligente guionista que escribe con el corazón.

Utilizando la caza de brujas del cejijunto (en más de un sentido) McCarthy como excusa, Clooney en realidad lleva a cabo un discurso directo, breve, sobre la corrupción del periodismo y la caída libre de la televisión. El aquí impresionante David Strathairn nos clava a fuego con su discurso el idealismo de una ciudadanía que se quiere liberar, que se encuentra subyugada por las luces estúpidas que surgen de una caja, que sufre en su aislamiento sin saber muy bien por qué. También nos martillea con una oratoria sublime los principios del libre pensamiento, de la independencia política, del juicio crítico. No puedo ser objetivo: estos son temas que me apasionan, como también me ha apasionado la película. Noam Chomsky debe haber disfrutado de lo lindo con ella.

Jamás, y digo jamás, el periodismo que dependa de la publicidad podrá ser considerado fiable. No se trata de que mienta, sino de que jamás podrá salirse de los pasos de baile que marca la música del mercado y el ritmo del pensamiento único. Temas tan obvios y denunciables como la caza de brujas resultan una auténtica pesadilla para aquellos periodistas que quieren denunciarlos. En la película (basada en una historia real) se ve claramente: la presión de los anunciantes es mucho mayor que la del gobierno. Y, bueno, ya ni hablar de otros temas más polémicos que no resulten tan obvios: ni siquiera se llegan a considerar. El futuro, pues, se encuentra en Internet donde fácilmente se pueden publicar todo tipo de noticias a bajo coste y con publicidad no comprometedora.

Aparte de su carga activista, Clooney vuelve a demostrar que es un gran director (fuera prejuicios) después de "Confesiones de una mente peligrosa". Lo digo completamente en serio: puede que estemos ante un futuro peso pesado. Ya, ya sé que es duro aceptarlo, yo también le he visto anunciando trajes. Pero, demonios, se ha hecho mayor, yo qué sé. Y esas acusaciones de que su debut se lo hizo Soderbergh... demuéstrenlo, caballeros, no me sean como McCarthy.

Clooney emplea aquí un tempo preciso, breve, directo. A muchos se les antojará que quedan muchas cosas en el tintero, quizás de ahí la baja nota, pero creo que se debe al compás implacable de la película. Cada línea de diálogo, cada discurso de Strathairn, cada canción cae como un martillazo. 90 minutos muy compactos.

De los actores no digo nada porque, joder, están todos geniales y es obvio. Si acaso vuelvo a decir otra vez que menudo papel el de Strathairn.

mail: alvarokesher de Gmail
KesheR
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2 de junio de 2006
24 de 26 usuarios han encontrado esta crítica útil
El director de cine es el máximo responsable de una película. Es la persona que tiene la última decisión sobre como deben hacerse las cosas, sobre que es lo que se pone y que es lo que se deja fuera. Se rodea de un equipo de colaboradores, pero en última instancia es él, según su propio gusto, quién convierte un material químico en magia. O al menos así ocurre en el llamado cine de autor, aquel que dota de libertad a los directores, y del que la obra que nos ocupa forma parte. El director de Buenas Noches y Buena Suerte es George Clooney, uno de las estrellas del firmamento hollywoodiense y uno de los hombres más deseados según revelan encuestas aparecidas en revistas dirigidas al público femenino. Pero con esta cinta ha logrado ser mucho más que todas esas nimiedades, y se ha convertido en uno de los realizadores más interesantes del actual panorama cinematográfico norteamericano.
Y es que si por algo destaca esta película es precisamente por su dirección, por esas elecciones de las que hablaba, que pueden hacer que algo sea arte en mayúsculas o simplemente un producto más. Como muestras, la elección del blanco y negro (que hace imposible imaginarse la película de otra forma) o el casting, lleno de rostros habitualmente alejados de los flashes pero con una experiencia y una entereza interpretativa admirables (atención al estelar protagonista David Strathairn). También es verdad que la película está invadida por una cierta frialdad, lo que impide que se convierta en obra maestra, pero son tantos los elementos a destacar que es difícil parar. Acertadísimos planos y movimientos de cámara, que recogen perfectamente el ambiente que se vive en la redacción de un informativo televisivo; excelente y elegante música de jazz, interpretada además de forma sincrónica (algo poco usual) y que sirve maravillosamente para situarnos en la época en que transcurre la acción.
Pero si hay algo destacable en Buenas Noches y Buena Suerte (mucho más que el hecho de que Clooney esté siguiendo los pasos de gente como Gibson, Costner o el maestro Eastwood) es que se están tratando temas de tremenda importancia, como puedan ser la falta de libertad o la injusticia. Eran asuntos palpables en aquellos tiempos de dirigentes nefastos en la tierra de la abundancia y de los sueños. Pero no debemos engañarnos. Se ha dicho que esta película sería recibida con frialdad en países como el nuestro porque digamos que “nos pilla lejos”. Pero una afirmación como esa debería estar muy alejada de la realidad y es que, no hemos aprendido la lección. Lo que hizo el periodista Edward Murrow no puede tomarse como algo lejano, debe servir de referencia.
Antonio Blovk
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